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El único camino

Casi todas las organizaciones opositoras que no tienen reconocimiento legal, y por lo tanto están excluidas de las elecciones del 7 de noviembre próximo, dicen que serán un fraude y por eso están llamando a no votar.

Casi ninguno de esos movimientos que se identifican como opositores dice que cada ciudadano debe tomar la decisión de votar o abstenerse de acuerdo con su conciencia y autonomía de voluntad. Esto solo lo hemos oído decir a una agrupación que asegura representar a los veteranos de guerra de la antigua Resistencia Nicaragüense. 

Según la Constitución de Nicaragua votar es un derecho. El voto no es obligatorio, como ocurre en algunos otros países. De manera que la abstención es una opción de cada ciudadano.

Por su parte la Ley Electoral no prohíbe abstenerse o llamar a la abstención. Esta Ley, lo que califica como delito y establece que será “sancionado con arresto inconmutable de seis a doce meses” es obligar a alguien por medio de la fuerza a “adherirse a determinada candidatura”, “votar en determinado sentido” o “abstenerse de votar”. Así lo dispone en su Artículo 174.

Sin embargo, aunque el llamado a la abstención es un recurso táctico o estratégico, a nuestro juicio los partidos, movimientos políticos y personas democráticas lo deben considerar y utilizar con mucho cuidado.

“El sufragio –advierte el experto electoral, antiguo catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Compostela, España, Francisco Fernández Segado— es el derecho político que los ciudadanos tienen a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes”. En tanto que el voto propiamente dicho —sostiene el experto— constituye “una forma de expresión de voluntad, y en relación al sufragio político, el voto constituye el hecho de su ejercicio”.

Ahora bien, la política bien entendida y mejor practicada debe servir entre otras cosas para educar a los ciudadanos en la responsabilidad cívica, no para deseducarlos. En cualquier circunstancia y condición en que se deba librar la lucha política, las estrategias, tácticas, consignas y discursos deben tener una función formativa de los ciudadanos. Sobre todo cuando la política se practica para establecer la democracia y construir una cultura democrática en la sociedad; no para tomar el poder a como sea e imponer cualquier otra forma de gobierno.

La abstención es definida en la ciencia política como una actitud silenciosa y pasiva en el acto electoral. La cual no debe ser confundida con el abstencionismo apático, que manifiesta la indiferencia política e irresponsabilidad ciudadana de quienes lo practican.

La abstención electoral consciente y deliberada es una determinada voluntad política de rechazo al sistema imperante, una muestra de falta de identificación con ningún partido, líder y candidato, o porque no se cree que las elecciones sean limpias, confiables ni legítimas. En este caso la abstención electoral se convierte en un acto de resistencia pacífica y desobediencia cívica.

Sin embargo, los partidos, movimientos, líderes y activistas políticos democráticos no deben hacer de la abstención electoral un objetivo en sí mismo ni presentarla como la única forma de manifestar rechazo al régimen.

Si ahora, en las elecciones de noviembre no habrá posibilidad de lograr nada positivo para la libertad y la democracia, eso no significa que la vía electoral queda descartada. Esta se podrá abrir en cualquier momento, más adelante, y en todo caso hay que tener claro que la democracia solo se alcanza luchando con procedimientos democráticos.

Generalmente el recurso de la fuerza solo conduce a la imposición de regímenes autoritarios y represivos. En la historia de Nicaragua hay mucha experiencia dolorosa que lo confirma.

Editorial elecciones en Nicaragua Nicaragua archivo
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