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Managua, Nicaragua. 24/01/2018.Eliseo Nuñez, hace un analisis sobre la suerte de Roberto Rivas y la politica nacional. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

Eliseo Núñez: “La oposición tiene que convertirse en alternativa de poder”

Eliseo Núñez valora que la oposición ya debería estar pensando en el futuro. También habla sobre el Ejército, el sector privado y una posible negociación con Ortega en 2022

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Eliseo Núñez lleva la mayor parte de su vida en política. “Más tiempo del que es sano para una persona”, dice, y se jacta de haber sido siempre opositor a Daniel Ortega y el Frente Sandinista.

En esta entrevista, Núñez valora que la oposición ya debería estar pensando en el futuro. Primero hay que alcanzar la unidad, y luego convertirse en una alternativa de poder, considera. También habla sobre el Ejército, el sector privado y una posible negociación con Ortega en 2022.

Prevé que para el próximo año Nicaragua tenga graves problemas económicos debido a que la comunidad internacional no reconocería los resultados de la elección del 7 de noviembre en la que Daniel Ortega busca su cuarto periodo presidencial consecutivo.

Ya falta menos de un mes para las elecciones

Sí. Ortega sigue caminando hacia un cambio cualitativo en su modelo de gobierno. Él, a partir de 2018, debió transitar de una muy imperfecta democracia a un modelo absolutamente dictatorial y totalitario. Eso es lo que vamos a seguir viendo. Él no requiere, según sus cálculos, más cosas que tener el control del país. El tema de que, si es popular, o si no lo es, una votación alta si la tiene o no la tiene, para él no es importante mientras tiene el control del país.

De cara al 7 de noviembre, este proceso (elecciones) no es uno donde la oposición esté participando. Creo que está al margen de la oposición y definitivamente una de las cosas que ahora tenemos enfrente es que Ortega quitó los tiempos electorales a lo que es este proceso. Lo que tiene que hacer la oposición es convertirse en una alternativa al poder, una vez que esté agrupada. Tener un discurso de inclusión. Y una vez que se tengan estas cosas, tratar de cambiar la correlación de fuerzas y principalmente no dejar que Ortega ponga la agenda. La agenda la tiene que poner la oposición.

¿Qué fuerza tiene la oposición para ponerle agenda a Daniel Ortega?

Cuando hablo de poner agenda, me refiero a que la oposición no puede seguir siendo reactiva. Tienen que establecer qué es lo que quiere hacer. Establecer sus tiempos, sus acciones, y no ir contestando lo que Ortega va haciendo. No podés hacer que Ortega controle tus tiempos. Lo primero que tiene que hacer la oposición es que controle ella misma sus propios tiempos.

A propósito de los opositores, ¿cómo los ve de cara a las elecciones?

Yo miro a la oposición dispersa. Va a tener que esforzarse en lograr reagruparse. Creo que se está trabajando en eso. Se miran algunos indicios de que se está trabajando en ese sentido, pero definitivamente aquí hay que generar un espacio que permita volver a organizarse, volver a tener capacidad de influencia, y eso actualmente no lo hay. La oposición tiene mucho trabajo por hacer. Primero entenderse. Hay que encontrar nuevos modelos de alianzas. Los anteriores evidentemente no funcionaron y hay que decirlo. Eso es algo que puede llevar algún tiempo. No creo que sea mucho.

La semana pasada se conoció un esfuerzo de unidad entre opositores

Yo creo que todo esfuerzo de unidad es bienvenido. Hay que concentrarse ahorita en construir confianza entre los opositores y generar un proceso de diálogo interno que no sea expuesto al público. Todo espacio de diálogo en este momento se necesita, pero hay que comenzar a priorizar qué cosas se necesitan hablar y qué cosas son las que se pueden dejar para después. Ya no hay tiempos electorales. Los tiempos van a depender de la estrategia que diseñe la oposición y para diseñar esa estrategia hay que reagruparse, convertirse en una alternativa de poder, tener un discurso que aglutine. En ese momento se va a ser capaz de cambiar correlaciones de fuerzas, de generar un nuevo discurso y en este momento ya deben haber sido capaces de generar una nueva estrategia.

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Ese es el camino que toca ahorita y creo que es un camino que no es inmediato. No va a salir de un día para otro, pero tampoco creo que va a tardar eternamente porque los tiempos apuran, y aunque apuren los tiempos hay que tener la claridad del modelo que se escoja. Yo sé que me vas a preguntar qué modelo propongo yo, y yo no sé qué modelo vaya a escoger la oposición, pero tiene que ser un modelo donde no haya sumisiones ideológicas del uno al otro, es decir, que no tenga que asumir la ideología del otro, pero que tengan varios puntos en común y que accionen.

Según María Laura Alvarado de la UNAB, el partido CxL aún no busca ser parte de ese esfuerzo de unidad. ¿Se debe contar con CxL?

Claro. En este esfuerzo de unidad tenés que ver quiénes tienen territorio, quiénes tienen capacidad de liberar esfuerzos internos, pero también hay que ver quiénes tienen capacidad de generar opinión pública y quiénes tienen capacidad de generar incidencia internacional. Es un esfuerzo donde todos son importantes y no puede haber exclusiones. Se parte de que hay que encontrar un camino en que haya cosas en común y que las exclusiones no sean producto del proceso de la alianza misma, si no que sean producto de la posición que tome cada quien. Todo mundo tiene que estar invitado al baile, después hay que ver a cuántos le gusta la música que se puso en el baile. CxL es importante, la UNAB es importante, la Alianza Cívica es importante, Movimiento Campesino es importante, y además hay que ver todo lo periférico a estos cuatro grupos y generar una conexión con el exilio y con la diáspora.

Y si consiguen la unidad, ¿cuál debería ser la estrategia?

La oposición tiene que apostar a cambiar el modelo económico, diversificar el modelo económico, generar riquezas, lograr que esa riqueza permee a extractos donde aún no ha permeado la riqueza, a pesar de 24 años que el país había venido creciendo hasta antes de 2018, y eso se hace con democracia, con institucionalidad, con capacidad técnica y con un Gobierno que esté preocupado por generar espacios en que la población pueda ser participativa del modelo económico y no simplemente un espectador. La oposición está obligada a hablar del futuro de los nicaragüenses, no solo del futuro de Nicaragua y del Gobierno.

Las oposiciones tienen que ser una alternativa al poder y eso es lo que hay que construir y falta también comenzar a hablar de los temas que la gente necesita todos los días, que son temas que tienen que ver con el alza de los combustibles, el alza de la canasta básica, el problema del transporte público. La política es importante, pero necesitás hablar de los problemas que la gente tiene día a día, y eso no se va a lograr mientras no puedan unificar un solo discurso.

¿La oposición no representa una alternativa de poder?

En este momento la oposición tiene capacidad de volverse una alternativa de poder enorme. Lo hemos visto en las encuestas. 65 % de la población votaría por un candidato que no es Ortega. Lo que hay que hacer es reagruparse, generar un acuerdo entre la oposición que pueda ser respetado por todos y principalmente generar una estrategia de a dónde se quiere llegar y para qué se quiere llegar ahí. La oposición tiene que concentrarse en demostrar y argumentar que es capaz de generar mayor prosperidad económica para cada uno de los nicaragüenses de la que Ortega puede hacer. Ortega ha basado su discurso en que ha generado crecimiento y que no necesita de la democracia para generar ese crecimiento, lo cual es falso. El crecimiento que Ortega genera es el mismo que generó Arnoldo Alemán y que generó Enrique Bolaños.

¿Cómo ve a Daniel Ortega después de las elecciones?

Ortega sabe que él carece de soporte popular y por eso colapsó su sistema electoral, y al colapsar el sistema electoral, el tema de la ilegitimidad es algo que cae por su propio peso. La ilegitimidad proviene de todas las cosas que ha hecho Ortega, no proviene simplemente de que lo quieran o no lo quieran (los electores). Ortega construyó desde 2018 para acá un modelo que es cualitativamente diferente. Ortega ya no oculta el control que tiene de todos los poderes del Estado. Ya no hay una división aparente que era la que tenía. Ahora hay una unificación total bajo el mando de Ortega. Se sostiene por el poder de las armas.

Lo otro es que restringe las libertades. Con estos componentes vos tenés que Ortega ya abandonó el simular una democracia y ahora él claramente pone ante vos un modelo autoritario. No se puede frente a eso creer que la legitimidad de Ortega viene de una elección. Él cree que su legitimidad proviene del control que tiene y el poder a través de las fuerzas armadas y los poderes del Estado, y proviene también de su gestión de gobierno. Por eso él hace mucho énfasis en que si el país crece o que si va bien la salud. Por eso oculta las cifras de covid-19 y muchas otras cosas, porque él cree que su legitimidad es el control y su ejercicio de gobierno. Los votos no importan.

¿A qué se arriesga Ortega si su gobierno no es reconocido como legítimo por la comunidad internacional?

Nicaragua es un país que tiene un modelo agroexportador que no ha sido cambiado. No ha habido un cambio ni una diversificación. Este es un modelo que depende muchísimo de los mercados y eso se convierte en su principal punto vulnerable. Un aislamiento o una falta de reconocimiento te complica las transacciones en el mundo. Cuando sos agroexportador tenés que tener la mayor cantidad de ventajas comparativas posibles. Nicaragua tiene que apostar por una neutralidad absoluta en cualquier tema y Ortega ha agarrado bando con Rusia y con Irán. No es que se le pide que agarre bando con los Estados Unidos tampoco.

El riesgo no es de Ortega, el riesgo es del país. El país corre un gran riesgo con el aislamiento, porque la mayoría de empleos de las zonas francas provienen de la relación comercial con los Estados Unidos. Una buena parte de los empleos del sector agropecuario también viene de esa relación con los Estados Unidos. Es una relación que debería estar obligado Ortega a mantener en el mejor estado posible. Su segundo socio es Centroamérica, y hasta el momento es el que le ha resultado más leal, porque con excepción de Costa Rica, el resto de los países centroamericanos no están tan dispuestos a enfrentarse a Ortega. De no ser que el año pasado fue la pandemia y hubo dos huracanes, Nicaragua ahorita estaría sin préstamos internacionales y en una situación bastante precaria y no podemos arriesgarnos a eso. A estas alturas, Ortega debería pensar en su legado, más que en cuánto tiempo se mantiene en el poder.

¿Y al nicaragüense de a pie cómo le afectaría esta posible ilegitimidad del Gobierno?

En la medida que se deterioran las relaciones comerciales, vendés menos, y si vendés menos, empleás menos gente. Es un camino que no debería seguir. El país no merece vivir lo que estamos viviendo.

¿Se puede sostener un Gobierno en ilegitimidad?

Con las armas y con el control de los poderes del Estado podés estar un buen tiempo, pero el modelo no es sostenible en el tiempo tampoco. Venezuela ya está teniendo que negociar. No sé si van a llegar a buenos términos, pero se ha visto obligada a negociar. Venezuela tiene serios problemas internos y los problemas no aparecen de la noche a la mañana. Aparecen en el camino y son problemas muy serios. La población no merece eso.

¿Qué problema enfrenta el Ejército con un jefe supremo ilegítimo?

El Ejército no es deliberante, y parte del problema del Ejército es que se ha plegado a una posición partidaria. El primer síntoma que hubo del Ejército fue cuando la reforma constitucional de 2013, que fue una reforma que no fue propuesta por el presidente de la República. Esa propuesta fue hecha por el Frente Sandinista y el Ejército llegó a la Asamblea y dijo que apoyaba esa propuesta de reforma. En ese momento el Ejército estaba rompiendo con su característica de no deliberativo.

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Yo creo que mal haríamos queriendo que el Ejército pase de dejar de apoyar a Ortega para que pase a apoyar a la oposición. El Ejército tiene que mirar hacia una posición neutral. Pedirle al Ejército que solucione el problema es perpetuar el problema de Nicaragua. Lo peor que puede pasar es que esto se solucione por la vía de un golpe de Estado o por una insurrección o cualquiera de estas cosas. El país tiene que encontrar una salida basada en los canales democráticos.

¿Vamos a tener un Ejército más obediente a Ortega entonces?

Yo creo que el Ejército camina a plegarse a Ortega cada vez más y eso no es bueno para el país ni para la institucionalidad. Es importante que el Ejército no pase a ser una guardia pretoriana. Eso es muy dañino para un país y va a retrasar la transición, porque en algún momento se va a entrar a una transición. Ortega es un hombre de 76 años, su esquema no es sostenible por mucho que él crea que lo es, y te encontrás con un Ejército que está plegado totalmente y dispuesto a unir su destino al destino de Ortega.

Ortega ha mencionado que podría haber un diálogo en enero de 2022. ¿Con quién podría dialogar?

A mí me parece que Ortega de pronto copia modelos y esto del diálogo me recuerda al que se dio después de que (Nicolás) Maduro salió electo en aquella elección que no reconoció casi nadie en América y en el mundo y que se dio con una oposición que básicamente no era la oposición real. Yo creo que ese es el diálogo que Ortega quiere generar. Vimos que a Maduro para lo único que le sirvió fue para extender el sufrimiento de los venezolanos y que al final esto termina en lo que termina. En la necesidad de dialogar entre quienes realmente pueden darles solución a las cosas del país. Ortega se niega a reconocer en la oposición a un interlocutor válido. Es algo que ha hecho en todos sus gobiernos. Es algo que hay que tener bien claro con él, y eso no genera muchas expectativas respecto al proceso de diálogo. Presiento que va a tratar de presionar a algunos sectores económicos para conseguir darle forma a algún tipo de diálogo que él crea que le permita a la economía que siga adelante.

Conociendo ese antecedente de Venezuela, ¿qué puede hacer la comunidad internacional?

Yo creo que la comunidad internacional en estos casos tiene herramientas muy poco efectivas. Realmente, es algo que al final lo vamos a tener que solucionar los nicaragüenses.

¿Podrían ceder los empresarios a estas posibles presiones para sentarse con Ortega?

Yo creería que muchos no van a poder evitarlo, pero definitivamente la legitimidad que va a ganar con esto no va a ser mucha y el sector privado va a verse golpeado en gran medida. Un país no se puede sostener con este sistema de acuerdos entre poderes fácticos permanentemente. Tiene que haber una salida que le dé espacios a la democracia y espacios a la población.

¿Un diálogo para hablar de política o economía?

Paradójicamente Ortega, que se llama de izquierda, está generando una tesis que es ultraconservadora, que es la tesis de hablar de economía y olvidarse de la política. Para mí lo que Ortega está instalando es el modelo ruso, que no es un modelo de izquierda por donde lo veas, es un modelo de ultraderecha, o un fascismo con componentes de autoritarismo que lo único que tiene en común este sistema con regímenes de América Latina es su odio o aversión hacia Estados Unidos. El modelo de Ortega es un modelo neoliberal, pero con un gran componente autoritario.

Eliseo Núñez, político opositor. Óscar Navarrete/LA PRENSA

“Lo que hay que hacer es reagruparse, generar un acuerdo entre la oposición que pueda ser respetado por todos y principalmente generar una estrategia de a dónde se quiere llegar y para qué se quiere llegar ahí. La oposición tiene que concentrarse en demostrar y argumentar que es capaz de generar mayor prosperidad económica para cada uno de los nicaragüenses de la que Ortega puede hacer”, Eliseo Núñez, exdiputado liberal

Plano Personal

Eliseo Fabio Núñez Morales tiene 49 años. Estudió Derecho y sus amigos le dicen que es mejor cocinero que político.

Originario de Masaya. Fue diputado por el Partido Liberal Independiente (PLI). Se ha casado en dos ocasiones y tiene tres hijos.

A los 16 años se metió a la política a través del Partido Neoliberal. En su juventud quiso ser sacerdote, pero un religioso le dijo que tenía ideas políticas muy enraizadas y que eso no iba con el servicio sacerdotal. Le gusta el rock en inglés, y entre sus bandas favoritas están Pink Floyd, U2 y Coldplay

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