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Hay elecciones y elecciones

Lo que dice el título de este editorial parece un disparate, pero no lo es.

 En principio, y por su nombre, las elecciones son para elegir. Por lo consiguiente todas deben ser iguales. Pero en la práctica no es así. No son lo mismo las elecciones de Cuba que las de Costa Rica, aunque se llamen igual. Incluso las elecciones de Nicaragua —como las que se realizarán el 7 de noviembre— son distintas a las cubanas y con mucha mayor razón a las de Colombia o España.

El científico político alemán Dieter Nohlen, quien es uno de los más reconocidos expertos electorales internacionales, ha escrito mucho sobre los diversos tipos de elecciones que hay en el mundo.

En uno de sus textos esenciales dice que: “Como muchos otros conceptos claves de la política, la acepción ‘elección’ está marcada por un dualismo de contenido. Por una parte puede tener un sentido neutro o ‘técnico’, y por la otra, un sentido ontológico”.

Explica Nohlen que el significado neutro de elecciones se refiere al simple acto electoral. En cambio, “el significado ontológico se basa en vincular el acto de elegir con la existencia real de la posibilidad que el elector tiene de optar libremente entre ofertas políticas diferentes y con la vigencia efectiva de normas jurídicas que garanticen el derecho electoral y las libertades y derechos políticos”.

A partir de allí, según sea que los ciudadanos tengan la posibilidad real o no de elegir (no solo de votar sino que sus votos cuenten para la elección del funcionario público), el científico político europeo señala que hay tres tipos de elecciones que son determinados por los sistemas políticos de los países donde se realizan.

Uno es el de las elecciones competitivas. Esto es cuando los ciudadanos pueden elegir realmente y por tanto en el país hay alternabilidad de poder político mediante el ejercicio del sufragio. Este es el caso, por ejemplo, de Uruguay, Chile, Costa Rica y Alemania.

El segundo tipo de elecciones, según Dieter Nohlen, es el de las semicompetitivas. En estas, de manera formal y jurídica existe el derecho de elegir, pero en la práctica es limitado o burlado por actos perversos como el ventajismo del partido en el gobierno y el fraude electoral en sus diversas formas. Sin embargo, los partidos de oposición pueden obtener como premio de consolación algunos cargos secundarios y poco o nada efectivos de representación. Como ejemplo se pueden mencionar las elecciones de Venezuela, Rusia y Nicaragua.

El tercer tipo de elecciones, según la clasificación de Dieter Nohlen, es el de las no competitivas, que son las de aquellos países donde impera el sistema de partido único o hegemónico, inamovible en el poder por fuerza de ley. Allí las elecciones son solo una formalidad, no juegan ningún rol en el poder político, no legitiman su ejercicio ni producen su cambio, Allí, dice Nohlen, “las elecciones son instrumentos de la dominación política y social”.

No hace falta tener mucha sagacidad política para saber que ese tipo de elecciones es el de Cuba, Corea del Norte, China y Vietnam, entre otros países totalitarios.

En elecciones, como en política en general, no hay nada perfecto. Pero básicamente las elecciones deben ser competitivas para que los ciudadanos puedan elegir además de votar. De otra manera, ¿para qué sirve votar?

En todo caso los ciudadanos deben hacer lo que les dicte su conciencia, como aconsejan los obispos de la Iglesia católica de Nicaragua.

Editorial elecciones presidenciales archivo
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