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LA PRENSA/Archivo

Mónica Baltodano: “Hay que encontrar nuevas rutas para sacar de la Presidencia a Ortega”

Con Daniel Ortega hay que negociar en caliente. Nunca en frío. Y eso será cuando se retome la protesta ciudadana, dice la comandante guerrillera y disidente del Frente Sandinista, Mónica Baltodano.

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Años atrás, Mónica Baltodano fue cercana a Daniel Ortega y por ello asegura que el dictador tiene viveza de ratón y no confía en nadie más que no sea en él mismo. En una negociación buscará salvarse él y su familia, pero no sus allegados, dice.

Baltodano explica en esta entrevista que Ortega nunca va a conceder libertades, si no es que la oposición se las arranca con estrategia, unidad y con la mayor carta política por jugar, la protesta ciudadana.

Prevé que el sector privado vuelva al modelo de diálogo y consenso. Sobre el Frente Sandinista, el partido del que ella se separó tras el pacto Alemán-Ortega, cree que no desaparecerá, y que más bien podrá reorganizarse sin el caudillo sandinista.

Falta una semana para las elecciones

Lo que va a ocurrir el 7 de noviembre es una simulación, una burla al pueblo de Nicaragua y a la democracia.

¿Qué podemos esperar de esa elección?

La prolongación del régimen. Es una simulación perversa y macabra montada por Ortega a lo largo del año y su propósito es ir controlando el poder, no solo por el disfrute de los beneficios que le da el poder absoluto, sino que continuar en el control de las instituciones es un mecanismo para salvaguardarse y a su vez proteger a los allegados frente a las evidencias de los delitos de lesa humanidad, que no solo se refieren a los casi 400 asesinados, sino también a los hombres y mujeres que han sido apresados, a las víctimas de violación sexual, y todo esto ocurre por pensar diferente.

Creo que esta simulación ha sido montada con una contrarreforma a la Ley Electoral, y además participan políticos a quienes se les dotó de organizaciones de membrete para fingir que son otras opciones electorales. No va a salir más que lo que ha determinado el tirano. Pero a su vez creo que la comunidad democrática del mundo tiene claro que no son elecciones, sino una farsa y va a haber mucha posibilidad de que la continuidad del gobierno de Ortega va a ser cuestionada por la falta de legitimidad y de legalidad también.

¿Puede sobrevivir Daniel Ortega hasta 2026?

Yo creo que no porque no estamos en tiempos de Somoza ni en tiempos de Pinochet en donde los tiranos lograban estar en el gobierno por 20, 30 y hasta 40 años.

Ortega lleva 14 años. Si llega a 2026 sumaría 20

Sí, pero en este caso yo creo que hay un nivel de conciencia internacional y un poco de decisión popular que se puso de manifiesto claramente en abril de 2018, que se va a poner de manifiesto el 7 de noviembre con el rechazo evidente que va a haber en todas las Juntas Receptoras de Votos. La inestabilidad de la que va a estar dotada esa continuidad de la pareja presidencial es evidente. Ya solo falta que quienes estamos en contra del régimen sepamos encontrar las nuevas rutas para sacarlo de la Presidencia porque Ortega no garantiza que pueda haber elecciones libres, entonces tiene que salir primero Daniel Ortega para poderse organizar un proceso de transición que nos lleve a la restitución de la democracia.

A propósito, ¿cómo ve a la oposición?

La oposición electoral como tal estaba muy debilitada desde mucho antes, sin embargo, la decisión popular era tan fuerte que cualquiera de los candidatos que están presos, independientemente que uno le gustara más que el otro, cualquiera estaba en la posibilidad de sacar a Ortega por la vía democrática. Independientemente de la casilla, había una disposición de cerrar filas alrededor de cualquiera que se constituyera como una opción. Ahora es indispensable que las distintas fuerzas que se oponen al régimen, y que todas están ahora sin casilla electoral, encuentren vías que no sea nada más la de ir al voto. Tienen que haber vías como en otros países latinoamericanos en que los pueblos se levantan, asisten a las calles, asedian al tirano, hasta que el tirano tiene que desistir de seguir dominando y controlando al pueblo, y no esperar hasta 2025 que haya otra simulación.

Comandante Mónica Baltodano. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

¿Es posible retomar las calles y la protesta ciudadana en medio del estado policial?

Yo creo que sí, creo que es posible retomar la protesta, pero la protesta tiene que ser vinculada a los problemas diarios de la gente. No puede ser nada más alrededor de las banderas políticas. Si se logran articular las banderas políticas con las protestas alrededor de los problemas cotidianos de la gente, yo creo que sí es posible. Obviamente va a requerir de un trabajo previo de organización dentro de las bases populares que va a ser con nuevos métodos y no repitiendo algunos métodos ya conocidos.

Otra vía sería que la oposición logre, mediante la movilización popular, arrancarle a la dictadura algunas concesiones. Esa es también una posibilidad, pero tiene que haber una movilización popular y sostenida para conseguir que el tirano verdaderamente haga concesiones, porque aquellas que pongan en peligro su poder, solamente arrancándolas se pueden conseguir.

¿Puede la oposición todavía consolidar la unidad?

Sí. Ese es un desafío. Está demostrado que los planteamientos excluyentes sean de izquierda, sean de derecha, o sean de centro, aquellos que pretendan constituirse en algo hegemónico o que pretendan controlar como pasó con la Alianza Cívica, lo que se necesita es construir una alianza donde nos reconozcamos como diferentes ideológicamente, políticamente e incluso históricamente porque hemos ocupado distintas posturas en el pasado, pero si no superamos la exclusión y el sectarismo, va a ser muy difícil.

¿Qué pasaría si un sector de la oposición asume una postura excluyente?

Quienes asuman una postura excluyente, serán excluidos por la historia. Esta es una oportunidad para la oposición de construir una alianza en donde se parta del principio que somos diferentes. No nos tenemos que unificar alrededor de todos los puntos programáticos. Tal vez unos seis o siete puntos esenciales que tienen que girar alrededor de cómo sacar al tirano del poder y cómo construir la democracia.

¿Cómo ve a Nicaragua en 2022?

Para 2022 el tirano va a tratar de consolidar su poder a través del fortalecimiento de los aparatos represivos. Yo creo que estar esperando que se abran caminos de negociación con Ortega es estar apostando por un camino equivocado. Cualquier camino que él busque de acercamiento o diálogo, va a ser igual que el 7 de noviembre, una simulación, una farsa, una opereta bufa. Él no va a ir a ningún diálogo con propósito de ceder espacio o para devolver garantías constitucionales a los nicaragüenses. Por lo menos, creo yo que para 2022 no hay espacio para un diálogo verdadero y la oposición tiene que estar clara que dialogar en frío es ir a que te corten las alas y a que te engañen nuevamente. No se puede negociar en frío. Hay que negociar por parte de la oposición solo sí y solamente cuando haya un recalentamiento de la protesta y de la lucha ciudadana. Eso debe incluir como forma directa y como primer punto la salida de Daniel Ortega del poder, porque con él y la Rosario Murillo en el gobierno, estar pensando que van a dar democracia es estar autoengañándose.

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¿Con quién cree que va a dialogar Daniel Ortega en 2022?

De acuerdo a su viveza de ratón, que descabezó al Cosep para que queden al frente de él y al frente de algunas cámaras empresariales, personas afines al orteguismo. Personas que en el pasado se han mostrado afines al orteguismo, porque además disfrutan todavía de las mieles de lo que fue la concertación y el Gobierno, entonces igual que el 7 de noviembre, él va a tratar de montar otra simulación para dar a entender a la comunidad internacional que sí está dialogando. Lo hará con aquellos que se presten, así como estos políticos que se prestan a la opereta (elecciones sin condiciones), a través de organizaciones de membrete.

¿Con quiénes va a dialogar? Con esos que participaron en las elecciones, más un Cosep controlado, más sacerdotes controlados y va a montar otra ópera. No va a dar ningún diálogo verdadero para discutir su salida o la terminación de ese gobierno espurio. No puede ser un diálogo que lo oxigene, tiene que ser un diálogo para decirle cuándo se va y para eso la gente tiene que estar en las calles. Si no hay gente en las calles, Ortega y Murillo van a prolongarse más en el poder.

“La oposición tiene que estar clara que dialogar en frío es ir a que te corten las alas y a que te engañen nuevamente. No se puede negociar en frío. Hay que negociar por parte de la oposición solo sí y solamente cuando haya un recalentamiento de la protesta y de la lucha ciudadana. Eso debe incluir como forma directa y como primer punto la salida de Daniel Ortega del poder”.

Mónica Baltodano, comandante guerrillera y disidente del Frente Sandinista.

¿Ve posible que el sector privado vuelva al matrimonio con Daniel Ortega?

Sí, a ese sector privado con un liderazgo dócil, interesado en restituir ese esquema. No con los líderes, que algunos de ellos están presos.

¿Qué rol juega la comunidad internacional respecto a Nicaragua?

Es preocupante el pragmatismo de la administración norteamericana, y es probable que independientemente de las voces que hay en el Congreso o en el Senado, que escojan el camino de priorizar el tema de la migración con México, el triángulo del norte (Honduras, Guatemala y El Salvador), y acepte convivir con un Ortega que le ofrece un muro de contención para la migración del sur, pero que también le ofrece excelentes relaciones entre el Comando Sur y el Ejército.

Independientemente de que una parte de la comunidad internacional lo declare como ilegítimo, también tenemos que estar atentos a los intereses con los que se mueven, no solo la administración norteamericana, sino también estos otros países.

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Así es. Es que el único espacio que le queda a la comunidad internacional es pasar a sanciones más generales porque hasta ahora solo han estado aplicando sanciones individuales, que son importantes, pero tienen un efecto principalmente en los personeros sancionados. La comunidad internacional puede aplicar la letra de lo que dice la Carta Democrática, lo que dicen los acuerdos de asociación con Europa, Centroamérica y República Dominicana que tiene una cláusula democrática. Se trata que se cumplan los acuerdos internacionales sobre la tortura, los derechos de la gente a no ser expulsados de su país.

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No son cosas nuevas, sino de acuerdos que la comunidad internacional está llamada a cumplir. Hay un margen mucho más amplio. Estamos convencidos de que lo principal es lo que hagamos los nicaragüenses, ya sea si estamos en el país o desde el exilio, pero la comunidad internacional tiene un marco todavía más amplio de lo que han hecho. En la práctica se han quedado en declaraciones, que son importantes, pero que no tienen efecto en un régimen autoritario.

Usted fue cercana a Daniel Ortega en algún momento. ¿Alguna vez se preocupó por alguien que no fuese él o su familia?

Él ha mostrado históricamente que no tiene amigos, que no tiene fidelidad más que en él mismo y que cuando no le son fieles hasta es capaz de cualquier cosa contra aquellos que rompen con él. Una vez me dijo a mí que él no confiaba en nadie. “No, yo no confío en nadie. Absolutamente en nadie”, me dijo. Él va construyendo sus relaciones conforme a la respuesta que va encontrando en el momento. Yo creo que principalmente a Daniel Ortega le importa lo que pueda acontecer con él y su familia. En una negociación lo que va tratar de hacer es protegerse él y su familia.

¿Cuál es el futuro del Frente Sandinista?

Las fuerzas políticas, los partidos, tienen una gran capacidad de reorganizarse y el Frente Sandinista tiene una historia larga de organización. Yo creo que va a ser capaz de organizarse, pero obviamente tiene que hacerlo como ha pasado con muchos partidos ya sea de derecha o izquierda. Tendrán que buscar otro nombre, otras figuras, y reconstruirse sobre la base de una ruptura, de un rompimiento con el orteguismo que ha generado tanta animadversión a nivel popular. Uno nunca imaginó que el somocismo iba a reorganizarse y se organizó en el Partido Liberal Nacionalista, y mirá dónde terminó ese partido. Con Ortega. Pero se reorganizó y se identificaba como somocista. Con Ortega hay muchos que eran somocistas.

Hay quienes consideran que el Frente Sandinista debería desaparecer

Yo no creo que el Frente Sandinista pueda desaparecer o que se pueda proscribir cualquier fuerza política. Si hay que proscribir algunos planteamientos como que no reivindiquen el orteguismo, como hicimos nosotros en la Constitución (de los años 80), que no podían existir partidos que reivindicaran el somocismo.

El 16 de marzo de 2019, Mónica Baltodano fue agredida por agentes de la DOEP cuando participaba de una marcha opositora en contra de Daniel Ortega. LAPRENSA/Roberto Fonseca

Plano personal

Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro empezó en la política desde que tenía 15 años, durante la dinastía somocista. “Fuimos a protestar por la libertad de Doris Tijerino y en solidaridad porque había denunciado que la violaron en la cárcel”.

Tiene 67 años y es madre de cinco hijos. Lleva 40 años junto a su esposo Julio López Campos.

Es autora de cuatro libros y ha dedicado los últimos años de su vida a recopilar la historia de la lucha antisomocista. Tiene una licenciatura en Ciencias Sociales y una maestría en Derecho Municipal.

Ingresó al Frente Sandinista en 1972 realizando trabajo organizativo en León y dos años más tarde pasó a la clandestinidad. En julio de 1977 fue capturada por la Guardia Nacional de Somoza. Sufrió prisión y torturas.

En 1979 recibió el grado honorífico de comandante guerrillera, y en 1986 recibió la orden Carlos Fonseca. Entre 1982 y 1990 fue viceministra de la Presidencia y ministra de Asuntos Regionales. Fue diputada por el FSLN (1997-2002) y por el MRS (2006-2012).

Le gusta leer y salir a caminar, aunque a partir de abril de 2018 tuvo que dejar de hacerlo “por miedo a los paramilitares”, dice. En el exilio ha retomado sus rutinas de ejercicio.

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