Hablemos de emociones, cómo identificarlas y atenderlas

emociones

LA PRENSA/ iStock

Santiago es un niño de 7 años, jugando con sus amigos perdió su pelota rosada que tanto le gustaba, él empieza a llorar y decir “mi pelota, mi pelota, yo la quiero”; mamá o papá le explican que la pelota se ha perdido, Santi sigue llorando y se tira al piso, mamá le dice “No llorés, ya calmate, solo es una pelota, solo los niños débiles lloran”. Santi, quien está aprendiendo sobre el manejo de las emociones, interioriza en ese momento que está mal llorar porque eso lo hace débil, y posiblemente cuando crezca tendrá la creencia que no está bien llorar, así que evitará hacerlo.

Nuestro conocimiento acerca de qué es una emoción y cómo la sentimos, vivimos y expresamos lo traemos desde nuestra infancia. Muy a menudo las personas suelen categorizar a las emociones en positivas y negativas; no obstante, entiendo que algunas emociones pueden ser realmente desagradables, pero la verdad es que solamente son emociones y nada más. Nosotros le vamos a poner la connotación a cada emoción de acuerdo a nuestra historia de vida, acorde a la información que recibimos sobre cada una de ellas.

¿Qué es una emoción?

Pero a ver, ¿qué es una emoción? Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, enojo, rabia, sorpresa, ira y asco. Sentimos alegría cuando nos graduamos de la universidad, enojo cuando cometemos errores, asco cuando vivimos una situación traumática, ira cuando algo nos parece injusto y tristeza cuando alguien cercano a nosotros ha muerto. También se pueden agregar otras emociones más: soledad, melancolía, aversión, euforia, inseguridad, temor, terror, decepción, por mencionar algunas.

Nos guste o no, cada uno de nosotros experimenta emociones todo el tiempo, todos los días, queramos o no. Las emociones tienen una razón de ser, todas son legítimas y todas tienen un mensaje para nosotros cuando las estamos viviendo. A veces, lo que hacemos cuando estamos sintiendo una emoción que es muy desagradable, es que empezamos a renegar “¿Por qué me siento así? No me gusta, no me siento bien. Ya, ya quiero que se vaya esto que siento”. Como si regañándonos, sofocándonos o anulando lo que sentimos, la emoción se irá.

Son adaptativas, hay que atenderlas e identificarlas

Las emociones son adaptativas, esto quiere decir que, si por ejemplo yo estoy sintiendo tristeza, lo esperado es que: empiece a sentirme desmotivada, baja de energías, quiera llorar y lamentarme de cómo me siento, posiblemente no tenga muchas ganas de comer. Las emociones que experimentamos están ahí para comunicarnos algo que necesitamos atender, ninguna emoción es buena o mala, simplemente son emociones que necesitan espacio y atención por parte de nosotros mismos.

La importancia de aprender a ponerle nombre a todas nuestras emociones, es lo que nos permite trabajar en nuestra inteligencia emocional, es aprender a identificar ¿qué siento? ¿cómo lo siento? ¿qué hago con eso que siento? Y para poder llegar a esto, tenemos primero que empezar a escucharnos todos los días, aprender a auto observarnos sin darnos ningún tipo de juicio, es aceptar que las emociones pueden entrar por la puerta de nuestra casa e invitarlas a sentarnos al sofá para que podamos platicar sobre para qué nos está visitando y permitirnos sentir lo que necesitemos sentir.

Empezar a sentir y reconocer

¿Qué les parece si hacemos algunos ejercicios? Como nos vamos a estar leyendo muy a menudo por aquí, les quería sugerir que consigan una agenda o diario pequeño en donde vamos a ir realizando pequeños ejercicios y reflexiones que permitan desarrollar nuestro autoconocimiento.

Empecemos, vamos a hacer un ejercicio de auto observación, no nos daremos ningún juicio respecto a nuestras emociones, solamente nos vamos a dedicar a sentir y a tratar de reconocer cómo se llama esa emoción que se está viviendo. De manera muy consciente vamos a observarnos todos los días y al finalizar el día vamos a escribir en nuestro cuadernito cuáles emociones anduvimos sintiendo y qué tan intensas las sentimos. Por ejemplo: Hoy sentí enojo y tristeza, intensidad 8 de 10.

Después de haber registrado nuestras emociones, vamos a ir desmenuzando cada una de ellas, haciéndonos varias preguntas y respondiéndolas en nuestro cuadernito de ejercicios terapéuticos. Lo que buscamos es familiarizarnos con nuestras emociones, darnos cuenta de cuáles andamos experimentando y qué hacemos con ellas cuando habitan en nosotros.

Nos hacemos estas preguntas y las escribimos, haremos los ejemplos con la emoción de la tristeza para que pueda quedar más claro. Nos preguntamos: ¿Cómo me siento cuándo estoy triste? ¿Qué hago cuándo estoy triste? ¿Qué dejo de hacer cuando me siento así? ¿Cómo me doy cuenta que es tristeza lo que siento? ¿De qué manera se siente mi cuerpo cuando la tristeza me visita, hay alguna parte de mí que siente más que las otras? ¿La tristeza es una emoción que para mí es fácil expresar o, al contrario, me cuesta? Y así podemos hacer con cada una de las emociones que experimentamos.

Investigar su mensaje

Les invito a todos que estemos más conscientes de nuestras necesidades emocionales, que tengamos diálogos más honestos y reflexivos respecto a cómo nos sentimos, las emociones no tienen ningún género, las sentimos las mujeres y las sienten los hombres. Y como todos vivimos en un mar de emociones, es importante aprender a conocer qué hacemos con cada una de ellas, pero también darnos la tarea de investigar cuál es el mensaje que trae esta emoción, ¿Qué es lo que me quiere comunicar y para qué la estoy sintiendo?

También es muy importante darle salida a cada emoción: haciendo ejercicio físico, platicando con alguien, yendo a terapia, escribiendo, dibujando, gritando, tomándonos tiempo en silencio, llorando, abrazando, sintiéndola, pero siempre necesita salir de nuestro cuerpo, que no se aloje porque podría convertirse en un síntoma, por ejemplo: dolor de cabeza, espalda, diarrea, insomnio, náuseas y muchas otras maneras para comunicarnos a través del cuerpo que necesitamos atendernos.

Les recuerdo que estaré muy contenta de leerles si así lo quieren, y si también tienen alguna duda del tema o sugerencia para próximas entradas de la columna, pueden escribirme en mis redes sociales de Facebook e Instagram como @telocuentamanda. Si les gusta escuchar podcast pueden buscarme en redes sociales y Spotify como @CadaLocaConSuTema. ¡Hasta la próxima!

Vida emociones psicología psicoterapia salud terapia archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí