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El camino es la ganadería sostenible

Días atrás, Glasgow en Escocia fue escenario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26), donde los líderes mundiales anunciaron prometedoras alianzas contra las emisiones de metano y la deforestación. 

El sábado 13 de noviembre, 197 países adoptaron el Pacto Climático de Glasgow. Tal vez el cambio más importante del Pacto es que demanda a las partes que acudan a la COP27 (Egipto 2022) con planes actualizados y concretos sobre cómo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030 (según el Acuerdo de París, los países solo estaban obligados a actualizar sus objetivos para 2025). 

Al día de hoy, sigue siendo un gran desafío poder implementar un plan que acelere de manera efectiva y urgente las acciones contra el cambio climático y que amplíe de manera sostenible la oferta de financiamiento para los países en vías de desarrollo, haciendo un especial énfasis en encontrar alternativas para pagar por las pérdidas y daños que el calentamiento global ya está causando en los países como Nicaragua. 

Un reciente estudio dirigido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicado en Earth Systems Science Data Discussions, señala que en 2019 el 31 por ciento del total de las emisiones antropogénicas de GEI provinieron de los sistemas agroalimentarios mundiales. Las tres principales fuentes de emisión de los sistemas alimentarios fueron: la deforestación, la fermentación entérica (proceso que tiene lugar en el aparato digestivo de animales rumiantes) y el estiércol de ganado.

De acuerdo con el Banco Central de Nicaragua, en el año 2020 la actividad pecuaria significó el 30 por ciento del total del valor agregado generado por todas las industrias. Aún en un escenario de recesión económica global, la exportación de carne vacuna y productos lácteos ha crecido, manteniendo una tendencia creciente desde el año 2006 y alcanzando el valor máximo de las exportaciones en el año 2020 con un monto de 735.4 millones de dólares.

Según la actualización (2020) de la Contribución Nacionalmente Determinada de Nicaragua, presentada ante la Convención Marco de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático, el Cuarto Inventario Nacional de GEI indica que en el balance de emisiones para el período comprendido entre el año 2000 (año base) y al año 2015 (año de referencia), el sector Agricultura, Silvicultura y Otros Usos de la Tierra (AFOLU), es el principal sector emisor de GEI, representando el 79 por ciento.

En Nicaragua, la actividad ganadera es el sector más importante de la economía agropecuaria. Si bien el sector ganadero ha crecido y se ha desarrollado, un estudio reciente de la FAO (2021) muestra que la mayoría de los participantes en las cadenas de carne y leche carecen de competitividad, las cadenas son altas en emisiones de carbono y los sistemas de producción bajos en resiliencia, lo cual genera impactos ambientales negativos y no crean suficiente valor agregado, ni efectos multiplicadores en el territorio donde se implementa la actividad primaria. 

Aún en este contexto, existen grandes oportunidades para que la ganadería contribuya a la conservación y restauración de los bosques, ejemplo de ello es un acuerdo denominado: “Agenda de Sostenibilidad Ambiental”, firmado en mayo del presente año por el sector agremiado. Así mismo, se pueden aprovechar los Tratados de Libre Comercio (TLC) para la apertura de nuevos mercados en un contexto donde el consumidor cada día demanda más productos carbono neutrales.

Preguntarse si la ganadería nicaragüense debe transformarse para seguir siendo un motor del desarrollo socio económico del país y a la vez ser parte de la solución ante el problema climático global, pareciera tener una respuesta obvia. Así que tal vez sea mejor plantearse: ¿Qué tan urgente es esta transformación? ¿Hacia dónde debe encaminarse? y ¿qué se requiere?

La crisis climática global expuesta al más alto nivel científico y político durante la COP 26 en Glasgow, pone de manifiesto que el modelo convencional de producción ganadero actual, tiene sus días contados.

Transformar las cadenas de valor de carne y leche es de suma urgencia para Nicaragua, y dada la relevancia del sector, debe ser un compromiso nacional que convoque todos los esfuerzos de diversos actores públicos, privados, organizaciones sociales, cooperación internacional, banca multilateral y la academia. 

Se requiere dirigir inversiones para realizar estas acciones claves:

  1. Desarrollar la capacidad de investigación, innovación y desarrollo de productos y tecnologías en la producción primaria para reducir las emisiones de GEI y fortalecer la resiliencia climática; 
  2. Aumentar la productividad del ganado de forma sostenible, mediante el establecimiento de un sistema de asistencia técnica y extensión que promueva adopción de tecnologías basadas en los ecosistemas, buenas prácticas para el manejo del agua y ordeño, y mejoras de la alimentación y la sanidad; 
  3. Mejorar las instalaciones de sistemas de frío, así como desarrollar y transferir tecnologías de plantas cárnicas y lácteas rurales de procesamiento, que permitan aumentar la calidad y la rentabilidad de la cadena con un manejo ambiental de desechos (biodigestores y paneles solares); 
  4. Fortalecer la capacidad de las organizaciones ganaderas, especialmente en el medio rural, para que ofrezcan servicios técnicos y financieros y tengan mejor participación en la buena gobernanza de la cadena, incluyendo la articulación público-privada, instituciones financieras nacionales e internacionales, universidades, cooperación internacional y centros de investigación; y 
  5. Mejorar el acceso a fuentes de financiamiento y desarrollar competencias financieras de actores de la cadena, especialmente las PYMES rurales, promoviendo mecanismos de financiamiento públicos y privados, entre ellos: líneas de crédito con condicionalidades para impulsar inversiones en mitigación y reforestación, participación del sector en esquemas de pago basados en resultados, pólizas de seguros para reducir el riesgo de la implementación a través de un enfoque jurisdiccional de áreas de abastecimiento verificadas.

No olvidemos que la batalla más grande que enfrentamos como humanidad se llama cambio climático, y la COP 26 nos mostró que hace tiempo el reloj va en cuenta regresiva. Ha llegado la hora de “agarrar el toro por los cuernos” e iniciar entre todos un proceso profundo y ambicioso de transformación de la ganadería. 

El autor es representante FAO en Nicaragua

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