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Efecto de la elección presidencial chilena en Nicaragua

Nicaragua es en la actualidad muy sensible a los cambios políticos internacionales, en particular los que ocurren en las Américas. Todo lo que sucede afuera repercute directa o indirectamente aquí.

El país no solo está sometido a la influencia del Alba TCP, o sea la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, en particular de Cuba y Venezuela. También lo que ocurre políticamente en las naciones democráticas impacta en Nicaragua.

Tal es el caso de las elecciones en los países donde funciona la democracia y  los ciudadanos votan pero también eligen, se practica la alternabilidad en el poder y un líder puede sustituir a otro cuya ideología y tendencia política sea diferente e incluso opuesta.

Es lo que ocurre en Chile, donde el domingo 21 de noviembre hubo elección presidencial pero ningún candidato consiguió los votos indispensables para ganarla. De manera que los dos más votados se medirán en balotaje (o segunda vuelta electoral) el 19 de diciembre próximo.

Los dos candidatos que van a la segunda ronda son los que ocupan los lugares extremos en la derecha y la izquierda del escenario político chileno. Lo cual no significa que sus planteamientos sean extremistas, en el sentido de “que no se adecúan a la equidad, la justicia social o la paz en la convivencia social”, como define el extremismo el Diccionario de la Política. 

Precisamente algo muy bueno de la democracia, que la hace superior a cualquier otro sistema político, es que no importa si el candidato presidencial electo es de derecha o de izquierda. Una vez en el poder puede hacer los cambios económicos y sociales que quiera, de acuerdo con su programa y sus promesas a los electores. Pero lo hace respetando el sistema democrático, el  Estado de derecho, las libertades individuales y los derechos humanos. 

Por supuesto que siempre hay peligro de que un nuevo presidente,  de izquierda o derecha, al tener el poder en sus manos desmantele o trate de desmontar el sistema democrático e imponer la dictadura en cualquiera de sus formas. Pero eso no lo podrá lograr  donde la institucionalidad democrática está arraigada y es robusta.

Los analistas políticos dicen que en la actualidad el peligro de que la democracia sucumba ante el autoritarismo, sobre todo el izquierdista, es mayor que en ningún otro momento de  lo que va del siglo 21. Pero en Chile las instituciones democráticas parecen tener  suficiente fortaleza para resistir el desafío del izquierdismo radical.

En cualquier caso, si el 19 de diciembre ganara el candidato de la extrema izquierda, Gabriel Boric, el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua sumará un nuevo e importante apoyo en América Latina, que mucho lo necesita. Pero si vence el candidato de la derecha, José Antonio Kast, continuará la política sobre la situación de este país que el actual gobierno chileno ha venido practicando hasta ahora.

Cualquiera de esos dos efectos tendrá la elección presidencial chilena en Nicaragua.

Editorial Chile Daniel Ortega Nicaragua archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 2 años

    Boric se ha definido en contra de dictaduras (aunque políticamente acepta las de izquierda) y la violación a los DD.HH de cualquiera; no obstante, paradójicamente al interno en Chile, ha validado, animado y callado ante la denominada “primera línea” que destruyó infraestructura, quemó iglesias, buses, llevó a la quiebra miles de Mipymes, etc y ante grupos políticos guerrilleros bien armados y acciones perpetradas.

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