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(Foto de Ezequiel BECERRA / AFP)

Kitty Monterrey: “No existe otra solución más que la vía electoral”

Kitty Monterrey, presidenta del ilegalizado partido Ciudadanos por la Libertad, dice seguir trabajando desde el exilio para el retorno a la democracia en Nicaragua. Cree que "un diálogo de verdad y no un simulacro" podría abrir la llave a unas elecciones libres, que, a su criterio, sigue siendo la unica solucion a la crisis que vive el país.

En un dos por tres, Kitty Monterrey vio como la apuesta política con la que pensaba enfrentar, y derrotar, a Daniel Ortega, se vino abajo. El partido del que es presidenta fue proscrito; la mayoría de las personas que mostraron interés en ser candidatos en su agrupación, fueron apresados; y a ella misma le quitaron su nacionalidad nicaragüense, y tuvo que salir abruptamente del país, por puntos ciegos, antes que la expulsaran o, peor aún, la apresaran.

Monterrey, de 71 años, y cuyo nombre de pila es Carmella María Rogers Amburn, siempre mantuvo posiciones fuertes al frente de su partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) y no pocas veces entró en conflicto con otras organizaciones opositoras. Apostó a la vía electoral a pesar que el régimen de Daniel Ortega fue recortando las garantías de competitividad, y cuando comenzaron a echar presos a sus posibles candidatos, en lugar de levantarse de la mesa la respuesta fue: “Vamos a ir con el que quede libre”. Ni eso fue suficiente.

Ahora, desde el exilio, sostiene que, dentro de la estrategia electoral, su partido hizo lo correcto, aunque reconoce que la respuesta de abstención que dio la población nicaragüense a las elecciones sin competitividad, fue mejor. “Queríamos ver que la gente saliera masivamente a las calles a votar en contra de Ortega, pero lo que sucedió el 7 de noviembre fue aún mejor”, dice.

Para esta entrevista pide que no se le hagan preguntas que comprometan la seguridad de los miembros de su partido en Nicaragua, lo cual es comprensible dada la cacería que ha emprendido el régimen contra los opositores, y también evita referirse a otras fuerzas políticas, porque, asegura, se está haciendo un esfuerzo por limar asperezas y presentarse en el nuevo escenario como una oposición unida.

(Foto de Ezequiel BECERRA / AFP)

¿Qué ha sido de la vida de Kitty Monterrey desde su abrupta salida de Nicaragua?

Tratando de sobrevivir en el exilio, que es difícil, para unos más que para otros. Permanezco en Costa Rica porque me siento más cerca de Nicaragua, y trato, desde aquí, con lo poco que uno puede, ayudar para que en algún momento podamos encontrar el camino de regreso a la democracia.

¿Sigue activa en política? ¿Sigue siendo la presidente de Ciudadanos por la Libertad?

Aunque no somos partido de acuerdo al Frente Sandinista, nos quitaron la personería jurídica, pero yo siempre he dicho que las organizaciones las hacemos las personas, y mientras existan personas que quieran mantenerse unidas, el partido va a seguir vivo. Y, hasta el momento sí, sigo siendo la presidenta de esa organización.

¿Ciudadanos por la Libertad, diría que sigue siendo una organización viva?

Sí, viva, pero en silencio. Porque debido a las leyes represivas es muy, muy difícil, que podamos continuar teniendo las actividades, las reuniones, y lo que uno quisiera hacer. A parte de nuestra campaña por la liberación de los presos políticos, es muy poco lo que se puede decir en Nicaragua.

¿Cuál es su apreciación de lo que ocurrió el 7 de noviembre en Nicaragua?

Yo creo que todos estamos más que conscientes que fue un rechazo total al Frente Sandinista. La abstención fue masiva. Con la experiencia electoral que he tenido y los comentarios de muchas organizaciones, mis estimaciones son que la abstención fue superior al 84 por ciento. El que Daniel Ortega diga que ganó con el 75 por ciento no me extraña, hasta acertado está, pero ganó con un 75 por ciento de un 15 por ciento que llegó a votar. Se reduce considerablemente lo que en algún momento fue su base de apoyo. Estamos hablando que apenas cuenta con un 11 por ciento, si acaso, porque muchas personas fueron obligadas. Ahí lo que se vio fue el silencio total en las calles, la ausencia de personas en los centros de votación, y eso ha quedado más que claro.

Quizás fue mejor así que lo que nosotros pensábamos en algún momento, que la vía electoral era la indicada y que había que hacer la lucha a pesar que sabíamos que podía haber un fraude, como es natural y como ha habido en el pasado, pero queríamos ver que la gente saliera masivamente a las calles a votar en contra de Ortega. Lo que sucedió el 7 de noviembre fue aún mejor. La ciudadanía actuó conforme a su conciencia, la conciencia fue un rechazo total a Ortega.

¿En algún momento de los análisis que hacían, vislumbraron un escenario así de extremo? Su partido proscrito, los candidatos presos y Nicaragua bajo un estado policial.

No, nunca, nunca pensé que se llegaran a estos extremos. Es verdad que fue un golpe duro cuando empezaron a llevarse presos a todos, empezando por la Cristiana (Chamorro), después a Arturo (Cruz), a Juan Sebastián (Chamorro), y siempre dijimos vamos con el que quede, pero por un acuerdo de aquellos precandidatos, aspirantes a candidatos presidenciales que a esas alturas todos habían decidido inscribirse en la Alianza Ciudadana. Pero pensar que íbamos a llegar a los extremos en los que estamos ahora, no, sería mentir decir que en algún momento pensamos que esto iba a suceder. Nunca, nunca.

¿Cuál es su explicación a este escenario extremo?

Ortega estuvo claro que, para poder ir a un proceso electoral, con las mínimas garantías, prácticamente no había garantías, aun así, iba a perder. Una cosa es un fraude y otra un robo descarado. Ejemplo, en 2008 fue un robo descarado, después ha habido farsas electorales. Hay diferencias entre un fraude, un robo descarado y una farsa. Un fraude en estas condiciones era imposible. Ortega perdería aun en esas condiciones. Llegó un momento en que la decisión fue ni pensemos en hacer una elección con una oposición que podría participar.

(Foto de Ezequiel BECERRA / AFP)

¿Hay chance para elecciones todavía en Nicaragua o esa es una puerta ya cerrada?

Depende, si me vas a comparar con lo que ha sucedido en Venezuela, esa puerta realmente está cerrada. Si llegara a haber la posibilidad de un diálogo y no un simulacro, un diálogo de verdad, con todas las fuerzas vivas de la nación, con todos los actores relevantes, de tal manera que se pudiera organizar unas elecciones observadas, limpias, transparentes, sin presos políticos, que debería ser la primera condición de cualquier cosa. Las personas no pueden ser monedas de cambio. Es indispensable una serie de requisitos previos para que Nicaragua pueda realmente ir a un proceso electoral.

¿Está hablando de las elecciones de 2026?

No. Estoy hablando del 2022. Estoy hablando de las elecciones municipales, que están a la vuelta de la esquina y a las que ya hizo referencia Ortega, y que sin duda va a convocar a ellas. Es algo muy similar a lo que acaba de pasar en Venezuela con las elecciones regionales. Vamos a entrar a una situación muy similar a la de Venezuela. Habrá que ver cuáles son los pasos previos. No hay condiciones mientras haya presos políticos, mientras existan leyes represivas, y mientras el exilio no pueda retornar de forma segura, y ni siquiera me incluyo yo, porque, bueno, mi caso es muy extraño. Tienen que darse una serie de condiciones para que pueda haber verdaderas elecciones en Nicaragua.

¿Quiere decir que, si hay condiciones para elecciones municipales en noviembre de 2022, se podría esperar las elecciones de 2026 con Ortega en el poder?

Para mí es casi imposible hablar de elecciones con Daniel Ortega en el poder. Tienen que haber los pasos previos y no veo a Daniel Ortega dispuesto a dar esos pasos. ¿Va a liberar a todos los presos? ¿Van a derogar todas las leyes represivas? ¿Vamos a regresar el exilio de forma segura? Sin embargo, si se dieran todas esas condiciones, si se diera un diálogo de verdad, entonces, definitivamente, hay que hacer los esfuerzos para poder, con el apoyo de la comunidad internacional, llegar a un proceso de elecciones libres y transparentes. No solo hablar de las elecciones municipales, sino de unas verdaderas elecciones presidenciales.

¿Adelantar elecciones?

Adelantar elecciones. Por supuesto. ¿Va a aguantar el pueblo de Nicaragua cinco años más de Daniel Ortega en el poder? Bien difícil.

La iglesia católica dice que está dispuesta ser mediadora. ¿Cómo interpreta eso?

La iglesia ha sido muy clara. Si la iglesia católica ve que es un diálogo sincero, un diálogo que es el que necesita el país, está en lo correcto al decir que sería mediadora. A mí me alegró mucho ver esa posición de monseñor Carlos Herrera, pensando siempre que la mejor solución es un diálogo de verdad, no un simulacro.

¿A partir del próximo 10 de enero Daniel Ortega pasaría a ser un gobernante ilegítimo? ¿O se le va a reconocer como el presidente de la República?

Me estás haciendo una pregunta que yo desde el 2016 te hubiera dado la misma respuesta. Producto de una farsa electoral no puede haber legitimidad.

En esta ocasión es diferente. Esta vez la OEA no reconoció la legitimidad de las elecciones, algo que no sucedió en la elección pasada…

Desgraciadamente…

Y otros países como la Unión Europea, y la oposición real tampoco lo están reconociendo. ¿Con qué gobierno se va a dialogar entonces?

Yo por lo menos no le veo una salida en el corto plazo, a menos que exista voluntad política de Daniel Ortega, aunque me duela decirlo de esa manera. Estamos en una situación, si, diferente a la del 2016, pero hoy el mundo se ha dado cuenta que Daniel Ortega es un dictador, nosotros nos dimos cuenta desde el 2007 cuando asumió el poder. Él no ha cambiado. Un poco tarde las reacciones. Veremos que hace él. Tenemos que esperar.

¿La respuesta de la población el pasado 7 de noviembre cree que tuvo que ver con que esta vez sí la oposición se puso de acuerdo en el algo? En pedirle que se quedara en casa.

No lo veo así. En el 2016 hubo una abstención exactamente del 72 por ciento. Esa es la oposición que no está afiliada a un partido político, que no necesariamente simpatiza con alguien, simplemente es una oposición que está en el país esperando a ver cuál es la mejor oferta en el momento que se diera esa oferta electoral. Ese ha sido el porcentaje. Más bien yo creo que en estas elecciones se sumó mucha disidencia sandinista que no está de acuerdo con Ortega. Eso es lo que él perdió. ¿Hubo posiciones unificadas? Si, pero también en el 2016 hubo esas posiciones unificadas.

¿Se equivocó la oposición en la forma de enfrentar a Ortega? A estas alturas, ¿cree que CxL hizo algo mal?

Es una pregunta difícil. Dentro de una estrategia que era la vía electoral hicimos lo correcto en el momento, sin imaginarnos que se iba a llegar hasta estos extremos de parte de Ortega. Eso nunca lo imaginamos. No importa lo que hicimos o lo que hubiéramos podido hacer, el resultado sería el mismo. De cualquier manera, Ortega hubiera tomado las decisiones que tomó. Por lo tanto, ya no tiene sentido el regresar a si hicimos bien o si hicimos mal. O ni siquiera criticar a otros que pudieron hacer las cosas bien o mal. Yo estoy convencida que el resultado hubiera sido igual.

Ahora que se habla de diálogo, ¿cuáles condiciones cree usted tendría que reunir para que sea verdadero?

No sabemos a qué tipo de diálogo va a llamar Ortega, si es que llama a un diálogo. Si va a ser un diálogo sincero o un simulacro, tampoco lo sé. No me quiero adelantar. El que la mayoría de los aspirantes a candidates presidenciales estén presos, líderes, periodistas, lo hace bien complejo. Si no están presos están en el exilio. Ojo, eso no significa que no haya gente de mucho valor dentro de Nicaragua, que están en silencio es otra cosa. Los que están dentro del país son los liderazgos del futuro. Hay gente que está aguantando, por decirlo de alguna manera. Aquí desde el exilio nos toca ser facilitadores. ¿A quién va a llamar? Sobra gente buena que pueda participar a la hora de un diálogo. Si es un simulacro, ya verá el a quienes de sus amistades llama.

¿Qué definiría un simulacro?

Por ejemplo, (que sea con) los mismos políticos que lo acaban de acompañar en la farsa (electoral). Por otro lado, que los presos políticos continúen presos. Las leyes represivas siempre en función. Son tres cosas que para mí definitivamente indicaría que es un simulacro y no un diálogo sincero.

(Foto de Ezequiel BECERRA / AFP)

Hay una cacería de miembros de CxL y la Alianza Cívica. ¿Cómo se explica arremetida contra su organización?

Yo no diría que es solamente contra CxL. Nosotros somos parte de una oposición, la Alianza Cívica también, hay otras organizaciones. El mismo periodismo. No es contra un grupo. Es una reacción contra personas que deciden que el silencio no es la única opción. Por ejemplo, el señor (Edgard) Parrales, por explicar, por dar una opinión, preso, un hombre de 80 años. En cualquier país libre su análisis político sería una opinión valiosa como debería ser en Nicaragua. Sin embargo, por dar su opinión fue preso. Y no es miembro de ninguna organización. O sea, no es en contra de ninguna organización en particular, es simplemente en contra de cualquiera que se atreva a levantar su voz.

¿Usted ve un régimen más fuerte ahora?

Yo creo que está debilitado. Debe haber sido un golpe enorme para su ego el darse cuenta que ni siquiera la base que tenía lo sigue. Ese 84, 85 por ciento de abstención tiene que haberlo golpeado. Las mismas acciones que ha venido emprendiendo para mí son síntomas de debilidad. Si hubiera fortaleza no tendría por qué dar esos pasos. ¿Hasta dónde va a aguantar con el aislamiento a su seudo gobierno, porque no es el presidente electo? No sé. Espero que entre alguna sensatez y que pueda haber una salida cívica en el corto plazo. Otro tipo de solución no queremos los nicaragüenses.

Sin elecciones, ¿qué otra opción le queda a la oposición para salir de esta dictadura?

No hay otra. No existe otra solución más que la vía electoral. Y lo digo con esa certeza porque lo hemos visto en el mundo donde existen dictaduras. La única solución en el tiempo ha sido retornar a la vía electoral. Cuándo y cómo, y en las condiciones de garantía que necesitamos los nicaragüenses, espero que sea más pronto que tarde.

¿Va a ser Nicaragua otra Cuba?

El nicaragüense no se va a acostumbrar. Lo que no podemos hacer es perder la esperanza, porque de alguna manera siempre hemos sido un pueblo que ha sabido salir adelante. Si lo hemos hecho en el pasado yo no veo por qué no lo vamos a poder hacer ahora. Sobre todo, con los avances tecnológicos que permiten muchas cosas que antes no se podían hacer. La idea de sentir que toda está perdido es una equivocación, porque mientras existan personas que estén dispuestas a luchar cívicamente por una Nicaragua libre, y con esas herramientas tecnológicas que hoy tenemos y que en el pasado no existían, siempre va a haber una manera de comunicarnos, de estar cohesionados como oposición, para derrotar a la dictadura que tenemos.

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COMENTARIOS

  1. Hace 2 años

    Disculpe senora Monterrey, pero el unico dialogo Limpio y Honesto que Ortega entiende es el de las BALAS, de lo contrario, olvidese!!

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