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Retrógrados

(FIRMAS PRESS) Podemos ver hacia el pasado con varias herramientas. Una foto, una canción, una pintura, una escultura, una idea. Esas son las formas, las maneras que tenemos para tratar de vencer el límite de nuestra propia existencia; lo que dejamos atrás, eso que marca a aquellos que nos rodean. Es el recuerdo de la maquinaria más poderosa para combatir el olvido, para salir de la profunda trinchera del tiempo. La labor de la memoria va mucho más allá del conocimiento de los sucesos. Rememorar los errores es la fuente esencial del progreso. Encontrar el camino para esquivar un obstáculo es parte del oficio mental de una civilización.

El olvido es el arma, la trampa y el cebo de cualquier grupo que desee destruir el status quo. Les permite arrastrar a los ilusos, a los fatuos, a las ninfas, lejos del terreno conocido. El pantanoso limo del engaño se adhiere a la realidad y la moldea a su imagen y semejanza. ¿Pero qué sucede cuando es la ignorancia y no la búsqueda de poder lo que mueve al olvido?, ¿cuándo aquellos encargados de inventarse el relato lo hacen desde la más pura ingenuidad? Caos. Un automóvil sin frenos. Un avión en llamas. La falta de lógica en sus acciones no causa otra cosa que no sea caos. La malicia de sus mentiras y su completa incultura los llevan, a ellos y a todos sus seguidores, al suicidio colectivo. Implosión.

La pesada carga del analfabetismo de esta panda los obliga a repartírsela entre muchos. Masas de catetos marchan por las calles buscando el mínimo roce para incendiar las ciudades. Su frágil mente no aguanta las turbulencias del fraude y es ahí cuando aparecen las incongruencias. Sus discursillos son palabrería, verborrea de la más baja calaña. Ni entienden el mensaje de lo que repiten ni conocen la profundidad de sus palabras. Todo lo que hacen choca con lo que dicen. El manantial más puro y pulcro de hipocresía brota, cual ojo de agua, de sus bocas y manos. Inunda las televisoras, periódicos y frecuencias. Atrae, como el guano a las moscas, a los megalómanos que creen estar por encima del bien y del mal.

Berrean por el cambio. Quieren un nuevo amanecer humanista. Se preocupan por el prójimo hasta el momento exacto en el que este piensa distinto. Quieren la liberación de las cadenas “machistas” de la sociedad, quieren derribar el “techo de cristal”, ascender hasta las estrellas y demostrar la divinidad misma del útero, ¿y cómo piensan conseguirlo? Con restricciones, con jaulas, creando oportunidades artificiales que no funcionan, gastando millonadas en puro humo. Quieren también la destrucción del racismo y todas las “-fobias”, ¿y cómo piensan conseguirlo? Bombardeando a la juventud con la culpa de acciones que no cometieron y trayendo de vuelta la segregación; utilizando las descripciones raciales más precisas para colocar a cada disidente en su grupo. La piel, los ojos, el pelo y los labios dejaron de ser características de tu cuerpo para ser las piezas principales de un minucioso examen que determina su validez.

Han traído de vuelta el apartheid, a la Inquisición y al oscurantismo para poder tener un contrincante. Pelean contra su conciencia. Son causa de su propia existencia. Ens causa sui. Son producto mismo de su propia casualidad. Una paradoja. Una serpiente comiéndose su cola. Son capaces de arrancarse los ojos, cortarse la lengua y destruir sus manos para no conocer la verdad, viven en una fantasía. Son adictos a ella. Para este desolado grupo las mentiras que se dicen entre ellos son jeringuillas repletas de heroína. Yonkis de bulos, de alertas y de miedo. En la oscuridad siguen recortando las figuras de sus pesadillas. . [FIRMAS PRESS]

El autor es escritor panameño.

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