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Una historia real

Cartas de amor a Nicaragua

Querida Nicaragua:  Hay historias que parecen increíbles y esta es una de ellas. Fue y es auténticamente real. Hubo un general y escritor estadounidense que nació en el año 1827. Su nombre se escribe asi: Lewis Wallace. Era un hombre incrédulo, indiferente en materia religiosa y algunos de sus amigos eran como él incrédulos, otros eran ateos,

Un conocido ateo de su tiempo, de apellido Ingersoll, se burlaba y negaba públicamente la existencia de Jesús.  El ateo en cuestión era hombre de fortuna,  tenía unos cuantos millones de dólares y le propuso  a Wallace escribir un libro presentando pruebas veraces para que el mundo supiera de una vez  por todas que Jesús de Nazareth nunca existió, que todo era invento de la gente. 

 A Wallace le pareció interesante la idea y comenzó a buscar material para escribir el libro. Consultó antiguos manuscritos y acudió a fuentes originales  del período histórico en el que Jesús había  vivido. Visitó todos los lugares por donde se decía que Jesús había recorrido, los pueblos donde predicó.  Por supuesto Nazareth, Belén, Cafarnaún, Jerusalén y los lugares santos. Habló con gentes que guardaban antiguos documentos, y en fin recorrió y escudriñó todo sitio por donde se decía que había pasado Jesús.  

Estaba decidido a escribir un libro con pruebas irrefutables de que su amigo millonario, Ingersoll, tenía razón, pero después de conocer a fondo en el lugar de los hechos su incredulidad rodó por los suelos.  Tenía tentas evidencias ante sus ojos que era imposible negarlo: Jesús era quien dijo ser, el hijo de Dios y Salvador de la humanidad.

Al conocer a fondo la vida de Jesús se dio cuenta de que nadie sino el verdadero hijo de Dios pudo haber hecho lo que él  y haber sido como él fue.  Tal perfección, tal excelencia, tal sabiduría, tal bondad, no podía haber venido de un hombre común. El arrepentimiento inundó su corazón y cayó de rodillas  pidiendo perdón.   Aquel a quien había estado dispuesto a destruir era quien había dado su vida por él muriendo crucificado siendo inocente.

Jesús no era un personaje de leyenda, era una realidad y una respuesta a las necesidades de su propia vida. Wallace ya no escribió el libro que pensaba publicar antes de sus investigaciones, ahora declaró: “Como resultado de mis investigaciones y años de estudio me he convencido de que Jesucristo no solo es el Salvador del mundo sino que también es mi Salvador personal y como testimonio escribo este libro”,  que tituló Ben Hur, una historia de los tiempos de Cristo. La famosa novela fue llevada a la pantalla y ganó once premios Oscar.  El escritor Wallace había encontrado a Jesús, y llevó al protagonista de su novela a tener un encuentro similar con Jesucristo.

Judá Ben Hur es un príncipe judío condenado por odio de los romanos y va encadenado junto a una fila de prisioneros, de pronto tropieza y cae muriendo de sed. Frente a él está un hombre de túnica blanca y mirar bondadoso que se inclina hacia el prisionero y le da de beber frente a la feroz mirada del verdugo que no tuvo ninguna reacción.  Ben Hur tuvo ese encuentro con Jesús. Años mas tarde, libre en Jerusalén el príncipe Ben Hur mira una multitud que va tras un hombre que carga una cruz, va hacia Él que ha caído bajo el peso de la cruz y le acerca a los labios un recipiente con agua, y recuerda al hombre vestido de blanco que le dio de beber en el desierto. Había tenido otro encuentro con Cristo. 

Los ateos como el millonario Ingersoll piensan que la Biblia es un libro viejo y aburrido. No saben que en la Biblia está la sabiduría de Dios, del que todo lo ha creado, del que todo lo sabe. Tú le hablas a Dios en oración,  Él te habla a través de su palabra. Cuando oras le dices a Dios que quieres de Él, cuando lees la Biblia Dios te dice que quiere de ti.  Lee la Biblia, no tienes nada que perder, pero sí mucho que ganar. Dios te bendiga.  

El autor es empresario radial.

Opinión Lewis Wallace archivo
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