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Jonathan Loáisiga fue operado en 2016 del codo. LAPRENSA/LUIS GONZÁLEZ

La operación de 50 mil dólares que salvó la carrera de Jonathan Loáisiga

El pícher alto y espigado se acerca al montículo. Toca la tierra con sus manos. Mira la pizarra. Dos entradas y un tercio, hay mucha gente en el estadio en la Liga Charleston Dogs River. Fija su objetivo y cuando hace el lanzamiento siente un dolor cerca del codo. De repente su velocidad de 95 millas cae como si hubiese perdido potencia en sus motores

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Es mitad de año 2016, Jonathan Loáisiga llama a Edgard Rodríguez, scout de los Yanquis de Nueva York y le dice: “Ya estoy soltando el brazo, tal vez me puede venir a ver”. Rodríguez se acerca al campo de la Unica y sale preocupado. No le dice nada al lanzador para no desanimarlo. Dos años después cuando el muchacho de Las Sierritas de Santo Domingo subió a Grandes Ligas, confesó: “No se lo dije en aquel momento, pero salí desanimado. La mecánica era horrible. El brazo se le miraba tieso, como una palanca y nada o poca velocidad”.

Esa escena relatada es la recuperación de Loáisiga de la temida operación Tommy John la cual se le practicó en 2016 tras haberse lesionado en su primera salida en Charleston, Clase A media. Pero ¿qué es la operación? Es un invento del entonces jefe del equipo médico de Los Dodgers de Los Ángeles, el doctor Frank Jobe, de operar el codo con una técnica nunca antes probada en un jugador. Cuenta la historia que el lanzador Thomas E. John se había lastimado el codo y nada le ayudaba: ni descanso, ni fisioterapia ni medicina alternativa. Ante la necesidad de recuperar al pícher el doctor de los Dodgers le propone la cirugía, la cual había sido utilizada solamente en la guerra con los soldados heridos, sustituyendo un ligamento destrozado por bombas o balas. John le preguntó que cuántas posibilidades tenía de volver a lanzar: “una en cien”, le respondió el doctor. John se reusó a realizarla, pero la reflexión final de Frank Jobe lo convenció: “Si no te la hacés no tendrás ninguna”. Y así fue cómo el 25 de septiembre de 1974 se hizo la primera cirugía en un pícher. El resultado: John lanzó 14 temporadas más en Grandes Ligas.

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Según un estudio que tomó en cuenta las operaciones entre 1999 y 2015 en total se realizaron 235 en lanzadores de Grandes Ligas, 31 lanzadores (13.2 por ciento) se tuvieron que operar nuevamente en lo que se llama la operación de revisión y un 37 por ciento lo hizo en los dos años posteriores. Además de acuerdo al estudio solamente 17 lanzadores regresaron al menos en un juego a Grandes Ligas, mientras que solo 11 jugaron 10 o más partidos tras la operación. De aquellos que lograron volver en promedio necesitaron 20.7 meses en recuperarse por completo.

Se cree que la cifra de lanzadores recuperados ha aumentado en los últimos seis años. De acuerdo a la plataforma de Baseball referencia que toma estudios actuales se aumentó hasta 85 y 90 por ciento de éxito en la operación. “Si bien la cirugía se ha convertido en una rutina para la década de 2020, todavía conlleva algunos riesgos, al igual que todas las cirugías. En junio de 2021, Sang Ho Baek, lanzador de la Universidad George Mason, murió por complicaciones después de someterse a la cirugía. Para entonces, la cirugía estaba tan extendida que era común que los lanzadores de la universidad y la escuela secundaria se sometieran a la cirugía antes de convertirse en profesionales”, señala el artículo de Baseball Reference.

Aquel día de la lesión

El pícher alto y espigado se acerca al montículo. Toca la tierra con sus manos. Mira la pizarra. Dos entradas y un tercio, hay mucha gente en el estadio en la Liga Charleston Dogs River. Fija su objetivo y cuando hace el lanzamiento siente un dolor cerca del codo. De repente su velocidad de 95 millas cae como si hubiese perdido potencia en sus motores; 85 millas, vuelve a lanzar, 84 millas y el dolor se incrementa. Había sucedido lo peor. Sale del juego y después de una revisión le dicen: “Si querés volver a jugar tenés que hacerte la operación Tommy John”. Traga saliva y se encomienda a Dios.

Luego es enviado a Nueva York y lo preparan para la cirugía que tardará tres horas y costará 50 mil dólares. El lanzador está en la camilla y con un poco de miedo le pregunta al doctor: “¿Dónde está mi brazo?”. En ese momento no sentía su brazo por la anestesia y un mar de dudas atravesaba su cabeza.

Dos años después de creer que su carrera estaba arruinada tocó la gloria al ser el primer nicaragüense con los Yanquis de Nueva York y, cinco años más tarde, está a un paso de convertirse en cerrador del equipo y ser oficialmente millonario, si las proyecciones de arbitraje se cumplen para que gane 1.7 millones de dólares en 2022.

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