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La Guardia lee como quiere

Elecciones libres no son golpe de Estado. Es el juego democrático. A menos, que, otra vez, la Guardia tenga el periódico patas arriba y esté leyendo como le dé la gana.

El discurso inverosímil

¿Qué elecciones serían estas con todos los principales posibles candidatos opositores presos? ¿Sin observación electoral, con partidos opositores inhibidos y con la Policía haciendo redadas de opositores por las noches?

Ser opositores es el delito

No solo son fichas de negociación. También son mensajes. La última ola represiva del régimen busca decir que está dispuesto a cruzar cualquier línea para mantener el poder.

Si de Ortega depende, ya no volveremos a tener elecciones

No se trata siquiera solo de democracia o libertad, sino de la extinción de la sociedad que hasta hace algunos años conocíamos, y que, aún con todos sus defectos, es mil veces mejor que un estado donde pensar distinto es un delito que se cobra con la cárcel, el exilio, o peor aún, la muerte.

El país de los condenados

Todos los nicaragüenses somos delincuentes desde un retorcido sistema de leyes que convierte en delitos las acciones de la vida cotidiana y los derechos ciudadanos, de tal forma que el régimen siempre tendrá una excusa legal para echar preso a quien quiera. O inhibirlo. O chantajearlo.

La división promueve la abstención

Si la abstención favorece al régimen, y la unidad opositora mata la abstención, lo sensato es buscar la unidad en vez de estar llamando a votar desde la división que promueve la abstención

Las elecciones no son un cheque en blanco

Demasiado hay en juego y demasiada sangre y dolor ha costado como para que ahora la gran prioridad nacional sean las casillas de los partidos políticos o las curules que puedan tener

Estamos en guerra, dicen

Esto ni es una guerra. Es una masacre en desarrollo. Con el cuento de una guerra imaginaria y una revolución menos real todavía, Nicaragua está entrando en una etapa peligrosísima, sin retorno al corto o mediano plazo.