Elecciones libres no son golpe de Estado. Es el juego democrático. A menos, que, otra vez, la Guardia tenga el periódico patas arriba y esté leyendo como le dé la gana.
Fabián Medina
El discurso inverosímil
¿Qué elecciones serían estas con todos los principales posibles candidatos opositores presos? ¿Sin observación electoral, con partidos opositores inhibidos y con la Policía haciendo redadas de opositores por las noches?
Ser opositores es el delito
No solo son fichas de negociación. También son mensajes. La última ola represiva del régimen busca decir que está dispuesto a cruzar cualquier línea para mantener el poder.
Si de Ortega depende, ya no volveremos a tener elecciones
No se trata siquiera solo de democracia o libertad, sino de la extinción de la sociedad que hasta hace algunos años conocíamos, y que, aún con todos sus defectos, es mil veces mejor que un estado donde pensar distinto es un delito que se cobra con la cárcel, el exilio, o peor aún, la muerte.
El país de los condenados
Todos los nicaragüenses somos delincuentes desde un retorcido sistema de leyes que convierte en delitos las acciones de la vida cotidiana y los derechos ciudadanos, de tal forma que el régimen siempre tendrá una excusa legal para echar preso a quien quiera. O inhibirlo. O chantajearlo.
La división promueve la abstención
Si la abstención favorece al régimen, y la unidad opositora mata la abstención, lo sensato es buscar la unidad en vez de estar llamando a votar desde la división que promueve la abstención
Juegos electorales: la prueba de fuego de CxL
CxL tiene mucho que demostrar. O está en una estrategia opositora contra la dictadura o juega bajo las reglas de Daniel Ortega
Jugar para perder: la perversa estrategia opositora
Lo que vimos estos días fue a dos grupos jugándose a Nicaragua como si fuese una partida de póker. No querían unidad, pero blofeaban. Tus cinco, y cinco más.
Las elecciones no son un cheque en blanco
Demasiado hay en juego y demasiada sangre y dolor ha costado como para que ahora la gran prioridad nacional sean las casillas de los partidos políticos o las curules que puedan tener
Estamos en guerra, dicen
Esto ni es una guerra. Es una masacre en desarrollo. Con el cuento de una guerra imaginaria y una revolución menos real todavía, Nicaragua está entrando en una etapa peligrosísima, sin retorno al corto o mediano plazo.