DEL DIRECTOR, NADIE DEBIÓ MORIR

Magazine ha querido hacer de su última edición del 2018 una edición especial que muestre los rostros y, brevemente, las historias de todos los muertos. De todos. Para no olvidar. Porque lo tenemos prohibido. Este es un intento de establecer un registro para la historia de estos meses duros. Darles rostros a las estadísticas.

Los muertos de la crisis

Fabián Medina, Director de Magazine

Estos son los rostros. Sus historias. Contadas con todas las limitaciones que el espacio, el secretismo, la falta de recursos, el tiempo, y hasta el miedo imponen. No son estadísticas. No son solo números en una lista. Aquí está la historia de Alvarito Conrado, que lo mataron pocos días antes de viajar a Panamá a una competencia de atletismo. O la del monaguillo Sandor Domus cuyo sueño era conocer a monseñor Silvio Báez. O la de Franco Valdivia que estaría, tal vez, jugando con su hija de cuatro años, o arbitrando algún partido del softbol o escribiendo alguna canción como le gustaba hacer.

La historia del joven zapatero Donald López, que le gritó a la policía que lo encañonaba: “¡Si lo vas a pegar, pégalo!” Y ella le pegó el balazo en el corazón. O la historia de Marcelo Mayorga, cuya muerte quedó imortalizada en una foto, tirado en una calle de Masaya, con su tiradora al lado, muerto, enfrentando a militares y paramilitares con armas de guerra de alto calibre.

Hay policías. Hay niños. ¡Bebés! Hay personas que murieron por reclamar sus derechos, otros que murieron reprimiendo, otros por estar en el lugar y el momento equivocado. Sea como sea, ninguno de ellos debió morir.

Las listas no se ponen de acuerdo en una sola cifra. Las hay desde los 198 muertos que reconoce el régimen, hasta los 545 que registra la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH). En el intermedio están, con otras cifras, la progubernamental Comisión Porras, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) y el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh). Sea cual sea la cifra más cercana a la realidad, ninguna de estas personas de las listas debió morir.

El 18 de abril de 2018 una protesta pacífica fue reprimida a garrotazos por policías y simpatizantes del gobierno. En vez de desmontarse como sucedió en otras ocasiones, la protesta se incrementó, y en vez de recapacitar, la represión se radicalizó. Si de un lado se pasó de las pancartas y las consignas a las tomas de edificios, marchas y tranques; del otro lado se pasó del garrote, a las balas de goma, y de estas al uso ocasional de balas vivas para finalmente terminar usando, de manera masiva y desproporcionada, armamento de guerra. Fue una masacre. Eso explica la cantidad de muertos.

Bastaba que el gobierno respetara los derechos de quienes reclamaban para que no muriera nadie.

Magazine ha querido hacer de su última edición del 2018 una edición especial que muestre los rostros y, brevemente, las historias de todos los muertos. De todos. Para no olvidar. Porque lo tenemos prohibido. Este es un intento de establecer un registro para la historia de estos meses duros. Darles rostros a las estadísticas.

Puede que no estén todos los que son y hasta es probable que no sean todos los que están. Hay mucho miedo y cifra confusa aún. Los nombres que están aquí son, eso sí lo aseguramos, los nombres que aparecen en las diferentes listas, y la información que exponemos es la que pudimos conseguir por diferentes vías: organismos de derechos humanos, familiares y amigos, noticias de medios de comunicación y redes sociales.

Usamos como base la lista del Cenidh que establece 320 personas muertas. A nuestro criterio, los agrupamos en diferentes categorías: 1) Menores, 2) Muertos en protesta, 3) Policías, 4) Muertos en el contexto de la protesta, y 5) Muertos en contexto confuso. En esta última categoría agrupamos a aquellas personas cuya muerte no queda clara si fue un delito común o como resultado del contexto de violencia que generó la crisis. Falta mucho que investigar, y es responsabilidad de todos llegar a la verdad de los hechos.

Pero los primeros responsables de hacer una investigación transparente, justa e imparcial son las autoridades que por ley tienen esa tarea a su cargo: Policía, Fiscalía, y si es posible con el apoyo de organismos internacionales especializados. No solo para saber en qué circunstancia murió cada quien, sino también para establecer las responsabilidades correspondientes, y evitar en lo posible que episodios tan dolorosos como estos vuelvan a ocurrir en nuestra patria.

Estas muertes no ocurrieron por casualidad ni por mala suerte. Aquí hay responsables que deben responder por todas ellas. Eso no está ocurriendo por ahora. Porque los primeros responsables de toda esta tragedia son quienes dieron las órdenes de matar. Los que ordenaron “vamos con todo”.

Ni el tamaño de la foto, ni los datos de cada historia, ni el orden en que van colocadas tienen que ver con la importancia que tenga una u otra víctima. Todos son nuestros muertos. Ninguno debió morir.
Para nosotros, el equipo que trabajó en esta edición especial, Amalia del Cid, Eduardo Cruz, Raquel Acosta, Julián Navarrete, Oscar Navarrete y Elías Lezama, fue un volver al origen de la tragedia, y revivir paso a paso el dolor que para todos significó.

No olvidemos los muertos. Nuestros muertos. Todos, independientemente de su simpatía política y las razones que los llevaron a estas listas. Hay que luchar por la liberación de los presos políticos, hay que luchar porque se resuelva la crisis dialogando y no matándonos, hay que luchar porque haya elecciones libres y seamos los nicaragüenses quienes decidamos qué gobierno queremos. Pero nunca olvidemos los muertos. Estas personas que no debieron morir. Ni una.