“Uno no se espera que el Gobierno de tu país va a tratar de arruinarte la vida”

“Uno no se espera que el Gobierno de tu país va a tratar de arruinarte la vida”

Un día de julio, un grupo de paramilitares llegaron a la casa de Julio Vannini para secuestrarlo. Él logró huir con toda su familia. Se exilió en Perú

El régimen orteguista obligó a Julio Vannini a huir junto a su familia a Lima, Perú. El exilio, dice, “no es un viaje de placer”, pero al menos tiene la garantía de que él y su familia están a salvo de los paramilitares que llegaron a buscarlo a su vivienda en Granada para secuestrarlo.

Como miles de nicaragüenses, Vannini, expresidente de la Asociación de Nicaragüense de Astrónomos Aficionados, se unió a las protestas contra el régimen de Daniel Ortega en abril de 2018. Salió a las calles de su ciudad natal a documentar con fotografías y videos las manifestaciones autoconvocadas que primero rechazaban las reformas a la Seguridad Social y luego demandaban la salida del poder del dictador Daniel Ortega y exigían justicia por los manifestantes asesinados por el régimen.

“En cierto modo me frustraba la aparente apatía de las nuevas generaciones, claro se miraba las protestas de #SOSINSS y de los ambientalistas, pero no se miraba aquel empuje, hasta el momento que reventó todo el 18 de abril y nos lanzamos a la calle el 19”, asegura Vannini, quien siempre ha sido crítico del actuar del orteguismo desde los años 80. “Me tocó vivir la década de los 80, así que supe de primera mano lo que son capaces, quiénes son en realidad”, dice. “Una vez que ellos quedaron como oposición en los 90 y mostraron la cara, prácticamente, de terroristas tratando de sabotear cada una de las actividades del gobierno que estaba en ese momento, mi actitud crítica fue subiendo”, recuerda.

El 18 de abril de 2018 cientos de universitarios y pobladores de todo el país se unieron a protestar en contra de las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social. Fueron reprimidos. Al día siguiente, los estudiantes se levantaron, hubo más manifestaciones y se empezaron a contar los primeros asesinados de la represión orteguista. El 19 de abril hubo tres muertos decenas de heridos y detenidos. El descontento solo crecía.

Esta fue la manifestación que realizaron los granadinos el 20 de abril de 2018. LA PRENSA/Cortesía/Julio Vannini

El material que Vanni producía era publicado en las redes sociales. “Muchas de ellas (las fotografías) fueron tomadas por algunas agencias noticiosas y fueron publicadas en el exterior”, dice. “La idea mía no era que tomo fotos para que todo el mundo las vea, (y diga) que bonitas que son. Simplemente es registrar la voluntad ciudadana, la voluntad cívica del pueblo que lucha por sus derechos”, afirma. Vannini también hacía transmisiones en vivo en Facebook de las marchas y tranques que se realizaron en la ciudad para denunciar la represión que ejerció el régimen, a través de las fuerzas policiales y paramilitares.

Su participación en la lucha cívica fue motivo para que los simpatizantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) iniciaran una campaña de desprestigio en su contra y lo acusaran de vender terrenos ilegalmente. Los señalamientos, asegura, fueron de de forma verbal y anónimos en las redes sociales y, aunque “uno reconoce a las personas del barrio, pero la idea no es decir ah sos vos, te tengo en la lista”, sostiene.

Julio Vannini documentó las manifestaciones que se realizaron en la ciudad. Esta fue la movilización que realizaron los autoconvocados el 28 de abril de 2018. LA PRENSA/Cortesía/Julio Vannini

“Duele mucho el darte cuenta que tus propios hermanos nicaragüenses ponen más en alto un ideal político, un estandarte político que no es para nada nacional, que no es para nada relacionado con nuestra Constitución y ponen al caudillismo como su más alta bandera”, dice. Vannini denunció el asedio ante la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) y a la Organización de Estados Americanos (OEA) del que era víctima él y su esposa, que también participaba en las manifestaciones azul y blanco.

Pretendían secuestrarlo

El 15 de julio, paramilitares y agentes policiales ejecutaron la llamada “Operación Limpieza” en Granada para desmontar los tranques que se levantaron como una forma de presionar al régimen. La operación dejó, además de varios secuestrados, al menos nueve muertos entre Granada y Masaya, según reportó la Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos (ANPDH).

Vannini estaba en la lista de los paramilitares por haber sido uno de los rostros visibles de las manifestaciones en la ciudad. Llegaron a su vivienda, donde se encontraba junto a su familia. Querían secuestrarlo. “Esa noche cortaron el servicio eléctrico en el barrio donde estábamos nosotros. Los paramilitares se metieron a la casa. Se saltaron el porche y trataron de buscarnos con lámparas en mano, logramos tener a toda la familia en silencio, hasta la perrita se mantuvo en silencio, por suerte”, relata. La persecución, cuenta, duró entre dos y tres horas. “Nosotros nos mantuvimos en silencio y, obviamente, estábamos con miedo en qué momento iban a entrar, pero también estábamos con la disposición de defender a la familia, cueste lo que cueste”, agrega.

La última manifestación que Vanni cubrió fue el 13 de julio de 2018. LA PRENSA/Cortesía/Julio Vannini

Vannini dice que los paramilitares desistieron de la búsqueda y se retiraron a eso de la 1:00 de la madrugada, ya que ellos no dieron señales de que estaban en la vivienda. Aprovechó ese momento para salir y se refugió en una casa de seguridad ubicada en otra ciudad.

Tras refugiarse, el asedio incrementó contra su esposa. “A ella la amenazaban en la calle cuando iba a la escuela de los muchachos”. Le decían, cuenta Vannini, “que se preparara, que ella iba para la cárcel”. Incluso la llegaron a buscar en varias ocasiones a su trabajo, sin saber que ya había abandonado el país.

Vannini salió del país en julio y el resto de su familia lo hizo en septiembre. Su destino era Lima, en Perú, donde las autoridades ya les concedieron el estatus de refugiados.

“Con todos nosotros han sido cordiales. Nos han brindado su apoyo, mientras el trámite de refugio estaba en su proceso nos brindaron información de las cosas que podíamos hacer, como podíamos registrar a los chicos en la escuela, inclusive en la parte laboral se extienden permisos temporales de trabajo y otras documentaciones que le permiten a uno empezar a buscar trabajo”, asegura.

Tras llegar a Lima, Vannini supo a través de sus amigos, que él y su esposa son acusados de liderar tranques en Granada y la Policía los tiene como prófugos de la justicia.

“No es un viaje de placer”

Vannini trabaja como maestro de ciencias en una escuela privada y en una universidad, misma actividad que desarrollaba en Nicaragua. Sus hijos están estudiando y se están adaptando a su nueva vida; y su esposa cuida de ellos y realiza trabajos temporales.

“El exilio no es un viaje de placer, un viaje programado, no es algo que uno se espera, que de la noche a la mañana el Gobierno de tu país va a tratar de arruinarte la vida, a vos y junto con todos los demás. Tantos que hay, tantos que han tenido que salir del país forzosamente”.

“No ha sido fácil, hemos tenido nuestras crisis económicas, nuestras crisis emocionales, crisis psicológicas”, afirma. A pesar de ello reconoce el apoyo que han recibido de amigos y familiares durante todo el proceso.

Evidencia para solicitudes migratorias

Vannini dice sentirse satisfecho ya que las fotografías que tomó durante las manifestaciones les han servido a los granadinos que solicitan protección migratoria en otro país. “La voluntad popular simple y sencillamente está reflejada, está registrada; y ha servido como evidencia, junto con la de otros fotógrafos, para demostrar pues la voluntad popular y lo malo que es el Gobierno de Ortega”.

Él sigue manifestándose contra el régimen de Ortega en Perú y ha participado en actividades frente a la embajada de Nicaragua en ese país. “No nos hemos quedado callado, no lo vamos a hacer”, dice.


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