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Vendedores ambulantes

Marco A. Mayorga [email protected]

Los vendedores ambulantes son realidad en la historia del mundo y Nicaragua; el tema no es prohibir sino regularizar. Algunos países han logrado organizarse y progresar con argumentos básicos que no son motivo de contradicciones, ni de sacar provecho político. La desorganización sumerge en la pobreza y miseria.

En Nicaragua existe desenfoque, confusión y politiquería de esta situación. Unos apoyan el desorden y otros se atemorizan de tomar decisiones. No se apuesta por la regularización. Politiqueros lo abanderizan sabiendo que es asunto de orden y salud, y los gobiernos, al intentar resolverlo, lo politizan y obstaculizan.

Vendedores ambulantes y personas en media calle y carretera constituyen un gran peligro; lo mismo la invasión en paradas de buses, aceras, espacios comunitarios, etc. Perjudican a personas y al ambiente y la salud al preparar o distribuir alimentos sin previsión. Se admite la situación como insostenible y no existe propósito de resolver el problema; al contrario, es una herramienta politiquera.

La opinión pública está arrinconada; cualquier discusión la presentan como estar en contra de la gente pobre y a la necesidad de trabajo. Existe opinión generalizada silenciada por temor a ser tildado de insensibilidad social.

Dicen: “por ser pobre, siempre debe haber desorden” y que “hasta se destine espacio correspondiente, los vendedores ambulantes serán ordenados”; se otorga el espacio y se vuelve a llenar de ambulantes y así sucesivamente. Los éxitos mundiales enseñan que el comercio ordenado y el cuido de la salud deben regularizarse, desde el inicio y sin condicionamiento. Así, la salud y el comercio crecen con bases sólidas y es factor importante del desarrollo socioeconómico.

Futuros comerciantes exitosos están atrapados en el círculo vicioso del desorden y la politiquería. El trabajo en desorden, hoy es la única opción que observan; desconocen las oportunidades que presenta regularizar el comercio y no sospechan que la actual situación sea amenaza para su futuro, es caminar hacia el fracaso.

Pero, ¿de quién es la responsabilidad de regularizar y de hacer cumplir? Existen las leyes y regulaciones que hay que revisarlas. Primero se requiere deseos de solución; un plan realista; que la parte conozca sus responsabilidades, obligaciones y derechos; compromiso de no politizar; y responsabilidad de comunicar efectivamente. No temer el cambio, el orden y los procesos; éstos siempre son buenos amigos del progreso.

Aunque involucra varias instituciones. Las alcaldías deben coordinar acciones para resolver y considerar una oportunidad el reto de organizar el comercio, incluidos los vendedores ambulantes, pues representan progreso y aporte de impuestos para inversión social e infraestructura. Las alcaldías deben ir al ritmo del progreso, de las necesidades del comercio. Es indispensable este esfuerzo, no quedarse con los brazos cruzados observando cómo se agudiza y engrandece el problema

El futuro y el progreso son nuestras decisiones; no dejar al azar los cambios, acciones y mejoras internas; no condicionarlas a financiamientos, ayudas o acciones externas. Hay mucho trabajo interno de detalle por hacer y necesidad de iniciarlo cuanto antes.

El autor fue presidente de la Cámara de Comercio.

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