14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

General José Santos Zelaya López, Presidente de la República con su Gabinete. ()

A cien años de la batalla Namasigüe yace olvidado

La batalla de Namasigüe se dio entre el 17 y el 23 de marzo de 1907, hace cien años. El Ejército de Nicaragua con 1,500 hombres derrotó a los ejércitos unidos de Honduras y El Salvador con más de 5,000 oficiales y soldados. Los restos del General en Jefe de la batalla, Aurelio Estrada Morales, […]

  • La batalla de Namasigüe se dio entre el 17 y el 23 de marzo de 1907, hace cien años. El Ejército de Nicaragua con 1,500 hombres derrotó a los ejércitos unidos de Honduras y El Salvador con más de 5,000 oficiales y soldados. Los restos del General en Jefe de la batalla, Aurelio Estrada Morales, están olvidados en el Cementerio de Nejapa, mientras el más joven y humilde, Ramón Montoya, es un punto de referencia en Managua. Su estatua la quisieron convertir en campana para la Catedral de Granada

El 1 de marzo de 1907, el Congreso de la República emitió el siguiente decreto: “Artículo único.- La República de Nicaragua acepta la guerra que le ha provocado el Gobierno de Honduras. En consecuencia hará uso de todas las fuerzas de que dispone y de los derechos que le competen, hasta donde lo demande el completo desagravio que se le debe por los ultrajes inferidos a su honor y dignidad”.

Se cumplen cien años de aquella guerra, no sólo contra Honduras sino que incluyó tropas de El Salvador que unidas combatieron en la batalla de Namasigüe, entre el 17 y el 23 de marzo, hecho histórico que fue decisivo. Pocos días después el ejército nicaragüense entraba en Tegucigalpa, en uno de los mayores triunfos militares y políticos del general José Santos Zelaya López.

No fue una casualidad el resultado de esta guerra, la formación y experiencia del general Zelaya López, desde el triunfo de la revolución liberal en julio de 1893, determinó que uno de sus principales proyectos fuera la organización de un ejército moderno y disciplinado, preparado en el conocimiento de la historia y la geografía, como base de una conciencia nacionalista.

FUNDA ACADEMIA MILITAR

José María y su hermano Francisco tuvieron la oportunidad de realizar estudios militares en Francia. Participó en combates apoyando al general Justo Rufino Barrios, Presidente de Guatemala, también con el ejército salvadoreño, el Presidente provisional Francisco Méndez en 1886 le otorgó el grado de coronel. Tuvo el general Zelaya López un formación liberal avanzada y un concepto prusiano de la vida militar.

En 1884 funda las primeras escuelas militares para preparación de cabos y sargentos. En Managua se crea la Escuela Militar, con el ingeniero Silviano Matamoros como director. La Academia Militar es fundada el 11 de julio de 1904. Según estudios del teniente coronel Francisco José Barbosa Miranda, el ingreso a la Academia Militar estaba priorizado a los hijos de militares muertos en acciones de guerra, hijos de militares en servicio activo y a los hijos de militares retirados del ejército, con el objetivo de crear una tradición militar familiar que le permitiera a los altos mandos lograr un elevado compromiso de lealtad.

Conforme la Constitución Política de 1893, reformada por la Asamblea Nacional Constituyente de 1896, el Poder Ejecutivo podía conferir grados militares hasta de coronel en tiempo de paz y los de General de Brigada y División en campaña. La abundancia de grados superiores se debió a que desde el Convenio de Paz del 25 de julio de 1893 se había acordado reconocer los grados militares de las fuerzas beligerantes.

La cantidad de movimientos armados en contra del régimen del general Zelaya López contribuyó a incrementar el número de militares, al extremo que en septiembre de 1901 el Gobierno de Nicaragua estaba en capacidad de poner en pie de guerra un ejército de 50,000 hombres, sin contar las milicias y la reserva, cuando la población de Nicaragua se calculaba en 400,000 habitantes.

ALEMANES Y CHILENOS

Fueron alemanes y chilenos quienes más influyeron en la preparación del Ejército de Nicaragua. En una visita del general Zelaya López a Matagalpa, los ciudadanos de origen alemán residentes en esa ciudad, le ofrecieron una especie de parada militar, en la que se destacó Carlos Uebersezig, a quien trajo a Managua, dándole el grado de coronel, con el cargo de instructor, y se desempeñó hasta 1909.

Uebersezig era originario de Kempton, Alemania. Preparó a la oficialidad que combatió en Namasigüe, formando disciplina, manejo y táctica de ametralladoras. Falleció el 2 de septiembre de 1922. Fue sepultado en el Cementerio San Pedro, sus restos se perdieron. Otros alemanes fueron los coroneles Carlos Von Grafenhvost y Enrique Berew. Los chilenos Joaquín Ortiz y Erwin Keifel.

Para 1901 el Ejército de Nicaragua contaba con 41 Generales de División, 69 Generales de Brigada, 223 coroneles, 308 tenientes coroneles, 453 sargentos mayores, 1,290 capitanes, 1,502 tenientes y 2,460 subtenientes. Fue importante para el desarrollo militar la presencia de extranjeros con formación castrense, en 1909 de 73 generales 17 eran extranjeros.

Es curioso saber que hubo tres norteamericanos: el General de Brigada, Adolfo D. Strauss; los coroneles Enrique De Soto y Leonardo W. Croccen. Se contó con generales de División y Brigada, coroneles provenientes de México, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Venezuela, Ecuador, Colombia, Cuba, Bélgica, Alemania y Francia.

Entre los hondureños Generales de División figuraron: Dionisio Gutiérrez, Manuel Bonilla, Maximiliano B. Rosales y Policarpo Bonilla. El sacerdote costarricense Andrés Vilá alcanzó el grado de coronel. Conocidos militares y políticos, algunos que llegaron a presidentes de sus países, formaron parte del ejército nicaragüense, entre ellos el venezolano Cipriano Castro, los ecuatorianos Eloy Alfaro y Leónidas Plaza, el colombiano Emiliano J. Herrera, y el coronel cubano Samuel Palma Suárez.

EL ATAQUE A LOS CALPULES

En enero de 1907, el Gobierno de Honduras acusó a Nicaragua de ayudar con armas a los exiliados hondureños que atacaban los puestos fronterizos, liderados por el general Oqueli Bustillo quien trataba de derrocar al Presidente, general Manuel Bonilla. Tropas del Ejército de Honduras, al mando del general Teófilo Cárcamo persiguieron a un grupo de atacantes, penetrando a territorio nicaragüense hasta el puesto fronterizo llamado Los Calpules, incendiándolo.

Fue algo similar a lo ocurrido en 1957, cuando la toma de posesión presidencial de Luis Anastasio Somoza Debayle, con la historia del ataque a Mokorón que resultó una falsa denuncia. En 1907, el Gobierno de Nicaragua acusó a los militares hondureños de haberse apoderado de Los Calpules por tres días, fueron fusilados dos soldados nicaragüenses que habían sido capturados, destruyendo propiedades hasta ser expulsados por tropas nicaragüenses.

El general Zelaya López procedió a reconcentrar tropas a lo largo de la frontera norte. Conforme el Pacto de Paz firmado en Corinto en 1902, el Gobierno de Nicaragua recurrió al Tribunal de Arbitraje y exigió al Gobierno de Honduras explicaciones y satisfacciones por el ataque a Los Calpules.

El Tribunal tenía su sede en El Salvador, decidió que para dar trámite al reclamo el Gobierno de Nicaragua tenía que retirar a los militares que estaban en la frontera. El general Zelaya López rechazó tal condición y exigió que el Tribunal acogiera la queja interpuesta por Nicaragua. Aprovechándose de esta situación, los exiliados nicaragüenses radicados en Honduras intentaron invadir Nicaragua. El 18 de febrero de nuevo Honduras invadió Nicaragua en el puesto de Tapacales, Nueva Segovia.

Ante esta situación, el general Zelaya López reforzó y distribuyó el ejército a lo largo de la frontera norte, incluyendo la zona costera del Caribe nicaragüense. Puso al frente de las tropas al general Juan José Estrada Morales, coronel Luis Estrada y el teniente coronel José A. Treviño; a los generales Aurelio Estrada Morales, Nicasio Vásquez y Juan Bautista Sary; generales Erasmo Calderón, Emiliano J. Herrera y Ramón Fiallos.

El 25 de febrero los jefes militares se reúnen con el general Camilo Castellón, Ministro de la Guerra y Marina, designado por el general Zelaya López como jefe de las operaciones militares. La guerra de Nicaragua contra las tropas unidas de Honduras y El Salvador fue entre el 18 de febrero y el 27 de marzo de 1907, hace cien años.

El Ejército de Nicaragua invadió Honduras penetrando por Nueva Segovia en dirección a San Marcos de Colón, bajo el mando del general Emiliano J. Herrera. Desde la Costa Caribe, el general Juan José Estrada Morales salió de Bluefields y tomó por mar las ciudades de Trujillo y Puerto Cortés. Por Chinandega, el general Aurelio Estrada Morales avanzó hacia Choluteca.

Ya para el 8 de marzo, una serie de tropas nicaragüenses se encontraban dislocadas en territorio hondureño. Cerca de Namasigüe estaba el general Nicasio Vásquez; en Corpus el entonces coronel Alfonso Valle Candia. También cerca de Namasigüe los generales Rodolfo Portocarrero, Juan Bautista Sary y Roberto González que llegaría a ser conocido como el “León de Namasigüe”.

BATALLA DE NAMASIGÜE

El domingo 17 de marzo se inició la batalla de Namasigüe. Se calcula que por el ejército de El Salvador participaron 3,000 hombres al mando de los generales José Dolores Presea y Alejandro Gómez Avilar, Licone, el coronel Pilar Martínez. También los exiliados nicaragüenses, generales Paulino Godoy, Benito Chavarría y Rafael Hernández, quienes fueron participantes de la revolución liberal de 1893. Las tropas hondureñas tuvieron como jefe al Presidente de la República, general Manuel Bonilla, y al general Salomón Ordóñez; el Ministro de Guerra, general Soto Barbosa y el general Tomás Arita. Participaron más de cinco mil hombres por ambos ejércitos y unos 1,500 por Nicaragua.

El general Aurelio Estrada Morales fue designado General en Jefe de las tropas nicaragüenses en Namasigüe, donde llegó la madrugada del lunes 18 de marzo. Hubo fuego de artillería que causó numerosas bajas. El Ejército de Nicaragua contaba con el siguiente armamento: cañones Krupp, cañones de montaña de 42 mm sistema Hotchkiss; piezas de artillería de repetición de 37 mm, obús de 7.5 mm, cañones Skoda, rifles Remington, rifles Maxim, rifles Mauser, ametralladoras Maxim. Las primeras armas modernas fueron compradas por medio del ciudadano francés, Francisco Labreau.

Otros jefes nicaragüenses participantes en la batalla fueron los coroneles Rafael César Medina, Saturnino Cuadra y Demetrio Vargas, el teniente coronel Julián Corea, todos al mando del general Nicasio Vásquez. El general Roberto González y el teniente coronel Onofre Silva dirigían el ataque de artillería, en especial ametralladoras Maxim.

El 22 de marzo hubo ataques decisivos de los nicaragüenses destacándose el general Terencio Sierra y el coronel Emilio Castillo, los doctores ascendidos a rangos militares, Benjamín Francisco Zeledón Rodríguez, Zenón A. Rivera, Roberto C. Bone y el joven soldado Ramón Montoya. El 23 de marzo la batalla de Namasigüe había terminado. Se calcula en 220 heridos y 80 muertos por Nicaragua; más de 1,000 bajas, entre heridos y muertos por Honduras y El Salvador.

El 24 de marzo las tropas nicaragüenses tomaron Choluteca, el 27 entraron a Tegucigalpa. El Presidente de Honduras, general Manuel Bonilla se rindió en la Isla de Amapala. Como Presidente Interino tomó posesión el general hondureño Terencio Sierra, quien más tarde regresó a Nicaragua, residiendo en Granada, donde falleció.

Otros nicaragüenses, además de los mencionados, que tuvieron una destacada participación en Namasigüe fueron: generales Concepción Flores, Francisco Altschul, Julián Irías; coroneles José de Jesús Uriza, Adán Espinoza, Isidro Ramírez, Ascensión Flores Rivas, Rafael Medina, Saturnino Cuadra, Cornelio Aráuz, Alejandro Carias, Julián Corea, Juan Agustín Zeledón Rodríguez.

Por algunos años, la batalla de Namasigüe fue una de las mayores celebraciones del Partido Liberal, a la caída del general José Santos Zelaya López en 1909, fue quedando en el olvido, igual que ha sucedido con la mayoría de participantes. A cien años, irónicamente, el más joven y humilde de los combatientes, Ramón Montoya, es un punto de referencia con el monumento a su memoria, mientras los restos del General en Jefe, Aurelio Estrada Morales yacen olvidados entre la maleza del Cementerio de Nejapa.

Reportajes

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí