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(FOTOS: LA PRENSA/C. LAGUNA)

“Por el deporte he llegado hasta donde estoy”

Aunque soñaba jugar beisbol de Primera División, el destino le cambió la vida a Paúl Argüello, quien forzado por la falta de un campo en el Colegio San Francisco de Asís, de Juigalpa, Chontales, tomó el balón y se metió de lleno en el baloncesto, tanto así que ha sido reconocido como el mejor basquetbolista […]

  • Aunque soñaba jugar beisbol de Primera División, el destino le cambió la vida a Paúl Argüello, quien forzado por la falta de un campo en el Colegio San Francisco de Asís, de Juigalpa, Chontales, tomó el balón y se metió de lleno en el baloncesto, tanto así que ha sido reconocido como el mejor basquetbolista de todos los tiempos en Nicaragua

Paúl Argüello Montiel, el mejor baloncestista del siglo

Desde niño Paúl Argüello Montiel hacía planes de seguir los pasos de su padre Luis Argüello en el deporte: practicar el beisbol, destacar y lograr una buena carrera en la Primera División.

Pero no pudo cumplir su sueño. Mientras estudiaba su secundaria en el colegio San Francisco de Asís de Juigalpa, Chontales, fue atrapado por el baloncesto, decisión que dejó como resultado su proyección como el mejor basquetbolista de los años ochenta, miembro del Equipo Ideal de todos los tiempos y el Mejor del Siglo XX, distinciones que sólo se pueden conseguir con una carrera sólida de inicio a fin.

“El deporte le cambia la vida a mucha gente, a unos para bien, a otros para mal. Hay quienes sí tomamos el deporte como un buen preámbulo de la vida, hay otros que lo toman mal y terminan mal. Pero creo que lo hice bien, soy un profesional, he salido un poco adelante”, reflexiona Argüello, una década después de su retiro de las canchas y el fragor del juego.

“El deporte en sí, no sólo el baloncesto, llena de satisfacción a cualquier deportista que hizo un buen precedente de su vida. Cuando el deporte es como una catapulta para seguir adelante, donde se te abren muchas puertas, todo el mundo reconoce eso, ve la diferencia. Llena el saber que lo hiciste bien a nivel nacional”, añade el ex deportista, de 44 años, graduado de Ingeniero Civil y actualmente vicepresidente de la Federación Nicaragüense de Baloncesto, puesto que ocupa desde agosto del año pasado.

¿Cómo fueron tus inicios en el baloncesto?, le preguntamos ahora a Paúl, un icono del deporte en los años ochenta y figura principal de Nicaragua en los recordados torneos Carlos Ulloa.

Todo fue como un accidente. Yo había sido visto por equipos de beisbol de Primera División cuando estaba en cuarto año de secundaria en el colegio San Francisco de Asís, de Juigalpa. Yo me fui a vivir con mis abuelos Humberto Montiel y María Rocha a Juigalpa después del terremoto de Managua en 1972. Allá me crié jugando beisbol con mi papá. Él decía que tenía buenas cualidades, con un buen tamaño, un buen brazo y bateaba bien como jardinero derecho. Pero como mi colegio era cerrado, no se podía jugar beisbol y por eso comencé en el basquetbol en los juegos intramuros. Por eso me fue gustando más el baloncesto.

¿Soñabas con jugar beisbol en la Primera División?

Supuestamente yo iba a jugar con el Bóer. Ya había gente que me había visto jugar. A mis 17 años yo era un jugador con muchas cualidades, pero no podría decir si hubiera llegado largo en el beisbol, pero sí lo jugaba bastante bien. Inclusive, ya retirado entrené con el San Fernando, Omar Cisneros me dio la oportunidad, pero en ese momento el salario de un novato era menos de la mitad de lo que yo ganaba donde trabajaba. Yo quería jugar para darle gusto a mi papá, pero no me permitía lo económico sacrificar a mi familia sólo por jugar.

¿Quizás tampoco había en vos ese mismo ímpetu de antes?

Seguro, con el tiempo uno cambia un poco. Se hacen las valoraciones, porque cuando se tiene la responsabilidad de una familia uno debe tomar eso en cuenta.

¿Siempre diste al máximo en el baloncesto?

Claro que sí, porque para jugar basquetbol soy un enano, mido escasos seis pies de estatura. Los jugadores deberían ser más grandes, aún en Nicaragua. Los torneos Carlos Ulloa nos obligaban a jugar con gente más grande, y eso nos permitía desarrollarnos para mejorar el baloncesto.

¿Sentiste que siempre fuiste pequeño?

Siempre lo fui, aunque tenía la ventaja que saltaba bien, tenía buen tiro. Compensaba mi poca estatura siendo más rápido, aparte que nunca le puse como obstáculo que el ser pequeño podía obstaculizarme las cosas. Me esforzaba más y lo lograba.

¿Siempre fuiste un jugador agresivo en la cancha?

Toda la vida. Es cuestión de carisma. Creo que uno puede ser agresivo como deportista, pero igual en los negocios, en su trabajo. Agresivo en este caso no es ser violento, sino alguien que busca oportunidades para mejorar cosas.

¿Pero fuiste exigente con tus compañeros?

Siempre y a la vez siempre hay un gran respeto hacia mí, por la forma que yo fui desde entonces. Nos seguimos viendo algunos en mayoría, y siempre hablamos de lo mismo. Nunca me generó problemas, era una especie de liderazgo que siempre tuve y fue reconfortable para mí. Mis compañeros siempre encontraron apoyo en mí, y aunque teníamos muchas desventajas como equipo, sobre todo por la estatura, aún así dábamos grandes batallas por el ímpetu y el amor que siempre poníamos a la camiseta nos hacía salir adelante.

¿Los jugadores de ese entonces siempre se entregaban más con la Selección Nacional?

Nosotros estábamos claros que éramos un equipo pequeño, con menos cualidades que otros países, pero entrenábamos duro, nos entregábamos por entero. Como no éramos pagados, ni asalariados, nos entregábamos por entero en la cancha.

¿Pero se veían exigidos por la situación política de ese entonces?

Afuera de Nicaragua nos trataban muy mal. Siempre nos decían comunistas, de todo nos decían.

¿El buen deportista se libraba del Servicio Militar?

Bueno, es que en aquella época si mandabas a todos los deportistas al Servicio Militar, con qué te ibas a quedar. Yo entiendo que se hacía con la necesidad de proteger a los deportistas de alto rendimiento para Nicaragua. Creo que fue una buena decisión, para que siguiéramos con el deporte en el país.

Dice el doctor Francisco Zambrano (ex presidente de Fenibal) que el gobierno sandinista de ese entonces siempre trató de resaltar tu trabajo como figura, engrandecerte

Creo que cada quien tiene lo que merece. Si él lo mira desde ese punto de vista, yo no lo veo así. Creo que merecía que me trataran de esa manera. Yo no fui un político, sino un deportista. Si lo vemos desde otra óptica, yo tuve miles ofertas para jugar fuera de Nicaragua, pero nunca me dieron la oportunidad de salir. Los equipos pagaban para que yo fuera, pero por el sistema en el que vivíamos nunca me dejaron salir. En los años ochenta me trataban como una figura de alto rendimiento y como tal yo también rendía.

¿Ganaste dinero en el basquetbol?

Solamente un año cuando ya me venía retirando allá en 1989, pero como un accidente. Yo llegué a Guatemala a hacer un negocio de unos guantes de beisbol que mi papá hacía. Iba a participar en una licitación del Ministerio de Educación de Guatemala, pero se atrasó un mes y por la situación económica de ese entonces, decidí quedarme a esperar. En eso, me invitaron a jugar con el equipo del Ejército de Guatemala. Ellos me consiguieron el aval para jugar allá, y me fue bien porque fui el Más Valioso en los dos torneos que jugué, me nombraron la adquisición del año, mejor tirador de tres puntos, en tiros libres.

JUGADORES CON UN VALOR ECONÓMICO

Paúl Argüello fue un destacado basquetbolista que se proyectó con mucha fuerza en los años ochenta, laureado por su gran desempeño en las canchas.

Pero igualmente, el ahora ingeniero civil nacido el 23 de enero de 1964 en Managua, recuerda a otra serie de jugadores que brillaron en esos años, como los hermanos Hermán y Bill Mullins, Kurt Brautighan, Carlos Vasconcelos, Jorge Luis Ayestas, entre otros, y en especial recuerda que no pudo quedarse como uno de los 12 miembros de la Selección Nacional Juvenil que ganó el subcampeonato en 1982, que perdió el título ante Panamá.

“Yo no estuve en esa Selección… Fui el último en salir. Creo que pensaron que estaba muy joven, muy inexperto, pero me quedé con ellos todo el torneo. Los ayudé en todo en el torneo, apoyándolos desde la banca como estadígrafo y no me dio nada no hacer el equipo, lo hice con todo gusto porque fue mi primera experiencia”.

¿Por qué se sigue hablando de ese equipo y esa actuación?

Es que había mucha calidad, mucho jugador bueno, entregado, algo que no sucede ahora. La mayoría de los jugadores ahora tienen un valor económico, antes no, todo lo hacíamos por el amor a la camiseta.

¿Ese es uno de los problemas de ahora?

Que les paguen no es el problema, el problema de qué manera toman ese pago. Cuando vos hacés tu trabajo, y si te pagan por lo que te gusta hacer, lo deberías hacer mucho mejor. Pero no lo entienden así, la mayoría cree que se merecen más que eso, y al final se terminan descuidando.

¿Cómo corregir esto?

Ese es un trabajo de mucho tiempo, se debe empezar a trabajar desde los pequeños para que no crezcan con esa mentalidad. Ganar dinero por hacer lo que te gusta es excelente, pero saber ser un profesional en tu trabajo, es lo que no saben hacer.

¿Has visto el baloncesto actual, hay talento?

Lo he visto muy poco, inclusive miré un par de juegos en la Liga Centroamericana. Hay hombres grandes, muchachos con buena puntería, hábiles, pero no sé de qué manera los están tratando. Ya hubiéramos querido tener jugadores con el tamaño de ahora. Hay talento, pero siento que está mal aprovechado.

¿Sentís que fuiste el mejor jugador de los años ochenta?

Hay que preguntar qué uno no puede contestar, se le debe preguntar a las personas que manejaron el deporte en ese entonces, los entrenadores que nos vieron a cada uno. Pero fui nombrado el mejor basquetbolista del siglo, de todos los tiempos, integré el mejor All Star. No recuerdo los títulos, pero en 1987 fui nombrado el mejor jugador de Centroamérica en la Copa Centenario de Costa Rica, en el Carlos Ulloa fui el Más Valioso, me llevé el líder anotador y tiros libres. En ese año arrasé con todos los premios a nivel nacional e internacional… Sin duda me siento satisfecho de lo que hice en mi carrera, porque siento que lo hice bien.

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