Lucrecia Marenco no hizo otra cosa más que asustarse cuando vio la esquela que le entregaron en el Hospital Roberto Calderón, en la cual le indicaban que su próxima consulta con el cardiólogo estaba programada para el 31 de agosto del 2011. Es decir, más de siete meses de espera en la que su salud puede verse agravada.
Las autoridades de Salud, e incluso el mismo presidente Daniel Ortega, se han abanderado de las supuestas mejorías en el sistema de salud como uno de los principales logros de su administración, sin embargo el testimonio de los pacientes contradice el discurso oficial.
Muchos de los pacientes con padecimientos crónicos que visitan los hospitales de referencia nacional han indicado que la atención por parte del personal médico es buena, pero para tener la siguiente cita con el especialista, en algunos casos, deben esperar entre cinco y siete meses.
LA PRENSA intentó hablar con las autoridades del Hospital Roberto Calderón, pero indicaron que éstas estaban en reunión en el Ministerio de Salud (Minsa) y luego enviaron a un guarda de seguridad para informar que los periodistas debían abandonar las instalaciones.
LA ATIENDE UN RESIDENTE
Marenco padece cardiopatía hipertensiva, pero hace dos años dejó de ir a consultas con el cardiólogo Guillermo Pérez, en el Hospital Roberto Calderón, porque la fecha de su cita coincidía con la fecha de una operación de tiroides a la que tuvo que someterse en el Hospital Lenín Fonseca.
“A mí me chocan la citas y pierdo la cita en cardiología, y como se me fue para largo el problema de tiroides, se me fue el tiempo. Pero yo tengo casi diez años de pasar con el cardiólogo en el Manolo (actual Roberto Calderón)”, dijo Marenco.
Cuando la paciente quiso ir a renovar la cita, le indicaron que primero debía pasar consulta en el centro de salud Francisco Buitrago, para que de ahí la remitieran al hospital. La cita le fue programada para el pasado miércoles 19 de enero.
Luego regresó al hospital y en lugar de transferirla directamente al especialista que la ha atendido por casi diez años, la remiten a una de las clínicas donde se daba consulta general y los pacientes eran atendidos por un médico residente, que ni siquiera era supervisado por un médico de base.
“Ahí me encontré un niño y ese muchachito ni siquiera la presión me tomó. Yo le expliqué que era paciente de cardiología y le mostré los últimos exámenes que me había hecho, la prueba de esfuerzo, los ecocardiogramas y sabés que ese muchachito no entendió nada”, señaló Marenco.
El médico residente que atendió a Marenco no pudo darle ningún diagnóstico, por lo que la paciente considera que perdió el tiempo en esa cita. El médico además le indicó que iba a remitirla con el cardiólogo Guillermo Pérez, que es el médico que siempre la ha atendido, pero le programaron la cita hasta el 31 de agosto.
“Imaginate que me dieron esas cuatro pastillas (dos sobres de aspirina). Pastillas que yo no tomo y que me las recetó el muchachito (el médico residente), incluso yo le enseñé los tratamientos que he tomado”, se quejó.
Cuando tiene complicaciones como presión alta o aceleración en el ritmo cardiaco, Marenco se ve obligada a acudir a un médico privado, un gasto que no está dentro de su presupuesto.
CINCO MESES PARA PLACA
Mirtha Medina tuvo mejor suerte. La próxima cita la tiene programada para finales de junio. Esta mujer procedente de Tipitapa sufrió un accidente y tiene que pasar consulta con el reumatólogo. “Cuando vine de emergencia a mí me atendieron, cuando vine que también tenía fregada mi rodilla, a mí me atendieron inmediatamente”, expresó Medina.
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