Lionel Messi, la más genial aparición en el futbol mundial desde los días de Diego Armando Maradona, emergió de entre las sombras y le propinó par de estocadas al Real Madrid, mientras empujaba al Barcelona en dirección a la final de la Liga de Campeones del futbol europeo.
- Las esperanzas del Real Madrid están ahora en una remontada el próximo 3 de mayo, cuando se midan de nuevo en Camp Nou.
Lo peor del juego fue la expulsión de Pepe, que volvió a dejar al Madrid con diez hombres, y hasta sin técnico, porque José Mourinho fue botado.
Lo mejor, Lionel Messi, que reapareció cuando se le necesitaba.
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Messi, quien simboliza el futbol vistoso y a la vez eficiente, fue el héroe en la victoria del Barcelona 2-0 ante el Madrid, al anotar los dos golpes en un partido tenso y de fricciones constantes, pero que al final el resultado premió al equipo que se empeñó más en ofrecer el mejor espectáculo aún en medio de su rigidez.
El Madrid y su técnico Mourihno, fieles seguidores de lo que funciona, sin importar la forma, no pudieron ejercer la presión asfixiante que propusieron en el último duelo, cuando le dejaron la pelota al Barsa, pero contragolpeando con precisión y con más fondo físico, prevalecieron.
Ahora, en cambio, su futbol directo no dio resultado ante un Barcelona que encontró lo que buscaba con sus armas de siempre y que esperó con paciencia a que Messi se le soltara a los defensas que lo tenían atenazado.
Tras un primer tiempo con dos equipos conservadores en el campo, pero con un Barcelona mejor asentado y un Madrid que se echaba hacia atrás, entró Adebayor por Ozil, y Afellay, por un pisoteado Pedro. Nada cambió con Adebayor, pero Afellay, en tanto, le ganó un sprint a Marcelo y puso un centro que Messi metió en la red para el 1-0 al minuto 76.
El Barcelona puso su pausa, sin renunciar a la búsqueda de otro tanto que sentenciara el partido, lo que ocurrió en el minuto 87, cuando tras dejar en el camino a medio equipo merengue y ante la salida de Casillas, con pierna cambiada, Messi dio el tiro de gracia para el 2-0.
Fue una buena forma de acabar un partido, en el que los jugadores del Madrid, a la vez que perdían el duelo, perdían también la cabeza, mientras sus sueños de una décima copa sufrían un duro golpe.
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