La toma del poder político ha sido en todos los tiempos, en todas partes y en todas las culturas, la manera de acceder a los fondos públicos o sea el dinero proveniente de los tributos o impuestos que pagamos todos los ciudadanos, sin excepciones.
De cómo se administren, se despilfarren o sean desviados esos fondos, depende el futuro de una nación y así vemos cómo los países desarrollados son aquellos en los cuales los gobernantes no pueden usar a su gusto y antojo los bienes del erario público. Son países donde existen leyes que regulan el uso de ese dinero y existen instituciones, organizaciones y personas encargadas de impedir la malversación de esos fondos, que son los que permiten la construcción de carreteras, escuelas, hospitales, plantas hidroeléctricas, financiamiento y asistencia técnica para agricultores y ganaderos, y un largo etcétera que se traduce en bienestar para los ciudadanos.
En términos de auditoría se llaman “controles cruzados”, que solo son posibles si los grupos de control son independientes unos de otros. Esa es la clase de institucionalidad que podría sacar a nuestra querida y única Nicaragua de la postración en que se encuentra.
Nuestra historia nos muestra a varios malos presidentes de la República que se adueñaron del dinero de los contribuyentes. Recientemente hubo un Presidente (Arnoldo Alemán) cuyo director general de Ingresos (Byron Jerez) fue acusado de malversar (robarse) cientos de millones de dólares y ha habido otro Presidente (Daniel Ortega) cuyo director general de Ingresos está siendo señalado de otro tanto.
Este es el tipo de delito que realmente constituye traición a la Patria, porque cercena la educación, salud y alimentación de cientos de miles de nuestros compatriotas y nos mantiene en el subdesarrollo. En estas circunstancias debe destacarse la extraordinaria labor y el ejemplo de don Róger Arteaga, como director general de Ingresos en el gobierno de Bolaños, que demuestra que todavía existen nicaragüenses honorables, honrados, honestos y con valores cristianos.
Sería bueno que la próxima Asamblea Nacional pueda reformar las leyes para que la DGI, DGA, INSS y otras instituciones que recaudan millones no sean controladas por la Presidencia de la República y así evitar la tentación de rápido enriquecimiento de quienes la ejerzan. Este es un paso necesario para que Nicaragua pueda enrumbarse al desarrollo que todos anhelamos.
Supliquemos a Dios que nos conceda poder contar con la clase de diputados que necesitamos para decretar y hacer cumplir leyes que protejan nuestro erario público de la voracidad y falta de vergüenza y de escrúpulos de ladrones disfrazados de políticos.
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