México/EFE/AFP
En tiempos de restricciones presupuestarias, Estados Unidos busca cómo lograr un equilibrio entre su seguridad y los reclamos de cooperación que vienen de México y América Central.
La secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, abrió ayer en México una gira que la llevará luego a Guatemala, Costa Rica y Panamá, “para atender el asunto completo de drogas ilegales y de las organizaciones criminales transnacionales que trafican con ellas en un modo regional y estratégico según avanzamos juntos”.
La funcionaria rechazó en ese país que la estrategia estadounidense de “guerra contra las drogas” haya fracasado y señaló que trabajan para fortalecerla a nivel “regional”.
México, América Central y el Caribe es la región con más homicidios en el mundo y una fuente de preocupación constante para Washington, aunque no exactamente en los mismos términos que para los desesperados gobiernos de esa región.
El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, ha emprendido una campaña regional para plantear la conveniencia de legalizar el consumo de drogas. Pero EE.UU. hace oídos sordos a esos reclamos sobre la descriminalización.
Analistas en Washington coinciden en que México entró en la guerra contra el narcotráfico sin una adecuada preparación de sus fuerzas policiales y militares, y América Central recibió de lleno las consecuencias de esa política poco tiempo después, también sin preparación y además sin dinero.
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