No tengo dudas respecto a la utilidad del Campeonato Nacional de Beisbol Superior, cuya tercera edición ha comenzado a entrar en calor.
Este torneo entretiene. Alegra cada región del país. Acerca los principales valores de este deporte a la gente de las zonas más alejadas, y a la vez, les permite mostrar sus talentos locales a una escala nacional.
Dinamiza la economía. Desde el que vende comidas o helados, pasando por grandes compañías que se anuncia en los estadios, hasta el jugador, que tiene un ingreso seguro, aunque en menor medida, también contribuye a desarrollar jugadores.
Sobre lo que tengo dudas, es de su eficiencia, es decir, de los beneficios que se obtienen, en relación a la inversión que se hace, sobre todo porque es visible que la improvisación sigue siendo el factor predominante.
Se sigue jugando sin un plan, y peor aún, los directivos son políticos, quienes en la mayoría de los casos, no tienen la menor idea de cómo operar un equipo y menos de establecerlo como un proyecto a largo plazo.
Lo último ha sucedido con el cambio de mánager en Chinandega y Carazo. En el primer caso, Léster Loáisiga se vio obligado a renunciar, porque los “directivos” no lo dejaron trabajar, a pesar de ser un joven preparado y con gran futuro. Pero prevaleció la doctrina primitiva de que quien tiene el poder, tiene la razón.
En el segundo caso, los “directivos” de Carazo descubrieron que Gustavo Quinado no era el indicado para su equipo. Y ahora hablan de que van a trabajar con gente joven y que Gustavo no calzaba. Es decir, esperaron que el torneo iniciara, para hacer esos descubrimientos, cuando de las características del evento se había hablado con bastante anticipación
Loáisiga fue irrespetado por joven y Quinado es botado por viejo. Agregue a eso que en Boaco, después de dos fines de semana, se retira a buena parte de los novatos porque no rindieron de inmediato. Y los botan, los mismos que los escogieron. Con las cosas así, parece que no vamos hacia ningún lado.
No se debe seguir jugando a lo que salga. Debe hacerse un plan, que articulé los torneos juveniles, de los cuales salgan novatos hacia la Primera División con dominio de los fundamentos del juego. Y del nivel superior, a la Liga Profesional, o más allá de nuestras fronteras.
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