Este ha sido un año de múltiples y diversos homenajes con motivo de sus 83 años al célebre Roberto Gómez Bolaños, el popular “Chespirito”, y tanta emotividad expresada da la impresión que se tratara más bien de una despedida, al artista que durante más de medio siglo llenó una época de humor, sátira y consejos a varias generaciones.
Sería una ingratitud de parte del creador de los divertidos personajes como El Chavo del Ocho, La Chilindrina, Doña Florinda, Don Ramón, Señor Barriga, El Chómpiras, El Peterete, El Chapulín, Kiko, y otros partir de este mundo sin antes develar muchos misterios e incógnitas alrededor de estos que llenaron varias épocas de nuestra historia acuñando frases, gestos, palabras y lecciones que aún perduran.
En la historia de América Latina muchos de estos personajes reflejan la realidad, aunque quizás no fuera la intención de don Roberto, de algunos políticos, funcionarios, empresarios, y otras figuras ligadas a nuestra vida cotidiana que se identifican con diversas características de los mismos, como por ejemplo con la astucia a veces disfrazada de torpeza de El Chapulín, los lamentos de Kiko y su falta de paciencia, la figura desaliñada de Doña Florinda, la hostilidad de Don Barriga para cobrar la renta, la palmazón de Don Ramón, el llanto de El Chavo y la humildad de esconderse en un barril cada vez que lo maltrataban, la viveza de La Chilindrina, en fin hay tantas similitudes que solo basta compararlas.
Parte de los misterios que quedarán sin resolver a la partida de don Roberto, son por ejemplo quiénes fueron los padres de El Chavo, o cuándo Don Ramón pagará la renta, o Doña Florinda se quitará los rollos, o La Chilindrina dejará de ser chiquita, o Kiko colgará sus pantalones chingos y a qué clase social pertenece para llamar chusma a quienes no le simpatizan, o que esconde el doctor Chapatín en su bolsa de papel, en fin otros más que solo quedarán para la imaginación, o la fantasía.
Así como estos misterios, incógnitas, inquietudes, enigmas o secretos cuyas respuestas posiblemente nuestra generación no conocerá, son parecidos a otros que abundan en muchos países, y más evidentes en nuestra política criolla que ni don Roberto con la astucia de El Chapulín ayudaría a resolver.
¿Cuántos muertos votaron en las pasadas elecciones? ¿Cuáles fueron los verdaderos resultados numéricos y reales de las mismas? ¿Qué se hicieron las actas que no fueron contadas no solo de estas sino de las municipales? ¿Qué se hicieron todas las empresas suplidoras del Consejo Supremo Electoral de las últimas elecciones? ¿Cuándo pagarán los partidos políticos el financiamiento que recibieron del Presupuesto (entiéndase pueblo) para la campaña y que haciendo el ridículo no obtuvieron ni el uno por ciento en la votación? Son preguntas que todo parece indicar quedarán sin respuestas.
Ciertamente que necesitamos la astucia de El Chapulín o la paciencia de Chespirito a fin de aclarar estas dudas para responder al llamado de “síganme los buenos” y rescatar nuestros valores cívicos, morales y cristianos que tanto nos hacen falta, porque de lo contrario quedaremos con estos misterios sin resolver, resignados y tímidos en orfandad de liderazgos, solo lamentándonos: Y ahora ¿quién podrá defendernos? El autor es escritor y periodista
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