Edgard Rodríguez
Es difícil sujetar las emociones y mantenerse al margen del impacto que ya produjo entre nosotros Erasmo Ramírez. Ahora es cuestión de tiempo para que imponga su marca en la historia del beisbol nacional, y del país en general.
Este rivense, que se ha convertido en el símbolo del trabajo serio, disciplina inalterable y fe inquebrantable, nos está obligando a inclinar nuestra admiración hacia él, justo cuando la necesidad de ejemplos a seguir persiste firmemente.
Ahora vamos a ver qué es capaz de hacer sobre el máximo escenario este muchacho, que ha mostrado una madurez más allá de su edad y un equilibrio emocional fuera de lo común, para concentrarse en su faena sin perder contacto con el piso.
Todos sabemos que su principal arma es su control, pero para llegar a convertirse en un experto en lanzar strikes, y strikes de calidad, Ramírez descubrió que la clave estaba en la mecánica de movimientos, y jamás se desespero por lanzar más fuerte.
Cuando la mecánica está arreglada y hay soltura en las acciones como en su caso, la velocidad llegará, y de acuerdo con diversos informes, Erasmo ha sido capaz de envíos de hasta 95 millas, lo que es llamativo para su estructura física.
Pero su más grande recurso es su corazón. Solo con un empuje interior tan grande es que se pueden saltar los obstáculos, reducir los imprevistos y alcanzar las metas como lo ha conseguido. Y todo apenas inicia.
Desde Tampa, Florida, donde me encuentro en el campamento de los yanquis, he estado atento a lo que pasa con Erasmo, como seguro lo está la mayoría de nicaragüenses, que valoran muy en alto el esfuerzo tenaz de este joven ambicioso.
Vamos a ver qué es capaz de hacer ahora, aunque por los ensayos, está listo para brillar.
Ver en la versión impresa las páginas: 12 B
