PLUMAS DE GALLINA
Una vieja historia cuenta que Anastasio Somoza García regañó fuertemente a uno de sus ministros que, como consecuencia de sus raterías, se construía una casa que obviamente no podía pagarse con sus rentas y salario. “Si se va a comer la gallina, al menos no bote las plumas a la calle”, le increpó, no porque aquel fuese un cruzado contra la corrupción, sino para que el ladrón no anduviera presumiendo lo robado. No conviene.
CASA DE PLAYA
¿Hay alguna relación entre el resultado de las últimas elecciones y la suntuosa casa de playa que se construye don Roberto Rivas en San Juan del Sur? Todos sabemos que sí. Una cosa es consecuencia de la otra.
La verdad en este aspecto hay que reconocer que sí ha sido muy honesto el señor Rivas, y las plumas de su gallina podemos verlas por todas partes: aviones, mansiones en Costa Rica, casas de playa, vida de sultán tropical… Lo que quedaría por ver es si Daniel Ortega tendrá al menos la prudencia que tuvo su antecesor de pedirle que por favor no tire las plumas a la calle, que no conviene que todo el mundo sepa que “comió gallina”.
LA HISTORIA LO CONDENA
¿Será casualidad que Roberto Rivas se construya una mansión en la paya, tal como lo hizo en su tiempo y con el mismo desparpajo don Byron Jerez. La terraza de Jerez quedó para la historia como el símbolo de la más descarada y cruel corrupción. Resume todo el mal que un funcionario puede hacer.
No solo se la construyó con dinero público y no solo exageró en lo faraónico, lo peor de todo fue que se hizo con dinero que estaba destinado para socorrer a los damnificados del huracán Mitch. La justicia nicaragüense, por esas sus características tan peculiares, podrá haberlo exonerado, pero no podrá evadir la condena histórica que lo perseguirá por los siglos de los siglos.
DE LA CARIDAD
¿Cómo puede Roberto Rivas darse esos lujos de magnate con un salario de 12 mil dólares? Un momento… ¿y cómo es que tiene un salario de 12 mil dólares? Suponiendo que su cargo de presidente del Consejo Supremo Electoral fuese legal, el salario andaría por los cinco mil dólares. Los otros siete se supone que vienen de su cargo de rector en la Unica, la universidad de su padrino, el cardenal Miguel Obando.
Dos cosas: si fuese funcionario del Estado como dice que es, no puede tener otro salario, porque si bien la ley exceptúa la docencia, no se me ocurre qué le podría enseñar Roberto Rivas a esos pobres muchachos. Y segundo, cómo es que la universidad que le paga la bicoca de siete mil dólares como salario a Rivas sea la misma que cada año pide la caridad del presupuesto público para funcionar y que este año logró con sus ruegos 20 millones de córdobas que aportamos todos con nuestra bolsa. O sea, en definitiva y por todos los lados es con nuestro dinero que el señor Rivas se da los gustos que se da.
QUÉ NOMBRE LE PONDREMOS
Veámoslo como un campo de batalla, que al fin y al cabo es lo que es. Dos ejércitos están enfrentados, uno de ellos ha logrado ocupar casi todas las posiciones.
El otro está arrinconado, y pide negociar para que no continúe la matancina y ver si todos nos podemos llevar en paz. ¿Negociar? ¿Ustedes le llamarían negociación a eso? Si eso es así, sería negociación entonces la que firmó el coronel Federico Mejía cuando entregó lo que quedaba de la Guardia Nacional a los sandinistas que avanzaban ya sobre Managua en 1979… Si no le queremos llamar rendición, llamémosle armisticio, capitulación o tregua, ya por último, pero no negociación que es un encuentro entre similares, donde uno hace concesiones al otro y viceversa. Algo muy lejano a lo que ocurre cuando el arrinconado pide platicar.
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