Wilder Pérez R.
Según Melba Castillo, directora del Centro de Investigación y Acción Social Educativa (Ciases), un estudiante a veces tarda hasta tres años en aprender a leer tal como se debe, cuando solo debería tomarle un año.
Aparte de eso, los alumnos nicaragüenses tienen problemas con las matemáticas, especialmente con las restas, los números mayores de mil y la solución de problemas matemáticos.
Todo esto contribuye a que la deserción y repetición escolar aumente cada año.
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- 29.5 millones de dólares son los que Nicaragua pierde en promedio cada año, como producto de la deserción y repetición escolar, y la situación no parece cambiar.
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Los pupitres vacíos en las aulas de clases salen caros. A Nicaragua le costaron casi 148 millones de dólares entre los años 2006 y 2010.
Según el estudio La Educación Primaria en Nicaragua, realizado por el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp), en cada uno de esos años la nación perdió 29.6 millones de dólares a causa de la deserción y repetición escolar, calculada en un 8.8 por ciento anual del total de la matrícula, que es de 1.6 millones de personas, según datos del Ministerio de Educación.
Y las pérdidas podrían ser mayores, según Cefas Flórez, quien realizó la investigación.
Si a los 148 millones de dólares que se perdieron entre el 2006 y el 2010 se le suman los 96 dólares que consume en promedio cada alumno que deserta y al año siguiente regresa a la escuela, la pérdida puede llegar a los 220 millones de dólares.
El estudio advierte que aún así la cifra sigue siendo mínima, ya que todavía en el 2006 había autonomía escolar, lo que significa que las familias gastaban aún más de 96 dólares debido a los cobros que realizaban los centros de estudios hasta antes del 2007.
Esta cantidad de dinero hace contrapeso al 5.52 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) que Nicaragua destina anualmente a la educación, solo ubicada por debajo de Honduras y Costa Rica, según el informe.
No obstante, el mismo documento recuerda que de eso, únicamente el 3.7 por ciento es destinado a la educación básica y media, cuya inversión se ha “estancado” en los últimos tres años.
El estudio también remarca que en los últimos seis años el presupuesto para la educación primaria y básica solo subió un 0.56 por ciento del PIB.
Así que los pupitres sin niños no están realmente vacíos, sino cargados de dinero perdido.
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