Twitter: @Fabian_Med
Pacto Nacional
¿No es acaso este el momento de detenernos, mirar para atrás, medir tanta sangre derramada, tanto sufrimiento, tanta pobreza acumulada, y buscar los puntos en los que todos estemos de acuerdo —que los debe haber— y trabajar en una especie de pacto nacional que permita heredarles a nuestros hijos y nietos un mejor país que el que nosotros vivimos? ¿Acaso estamos los nicaragüenses condenados a estar siempre enfrentados los unos contra los otros? ¿Será posible que un día sandinistas, orteguistas, liberales, conservadores, somocistas, sin partidos, indígenas y mestizos, hombres y mujeres, podamos sentarnos y buscar nuestras coincidencias sin renunciar a nuestras diferencias?
Utopía
Ya sé, muchos pensarán en lo ingenuo de mi propuesta, y puede que lo sea, pero si vemos un poco más allá de nuestras fronteras, veremos que los únicos países que han tenido saltos de calidad importantes en sus estándares de vida son aquellos que en algún momento dejaron de pensar en los partidos y las ideologías como la razón de ser en la vida y se enfocaron en temas fundamentales como la educación, la salud y la economía de sus ciudadanos. Si ellos pudieron, ¿por qué no vamos a poder nosotros?
Nicaragua posible
La Nicaragua a construir es aquella donde las leyes valgan a todos por igual independientemente de su estatus social o partidario, donde los funcionarios sean escogidos entre los más capaces para desempeñar los cargos y no como pago de perrerías electorales, donde las instituciones funcionen y los poderes sean independientes, donde exista una prensa libre, donde se premie el trabajo y se castigue el delito… Esa es la Nicaragua ideal… ¿Es la Nicaragua posible?
Bicentenario
Y los políticos, aunque sea por la viveza que guía su existencia, deberían estar viendo hacia ese pacto nacional, porque estoy convencido que el movimiento político que mejor posicionado estará para el futuro no será aquel que ofrezca el exterminio de sus contrarios, como ha sucedido hasta ahora, sino aquel que presente un proyecto donde las ideologías dejen de ser lo importante, y sean los principios y Nicaragua lo primero. Suena cliché, es cierto, pero existe esa Nicaragua posible de la que habla el doctor Alejandro Serrano Caldera, y estamos obligados, por un mero acto de sobrevivencia, a buscarla. El 15 de septiembre del 2021 Nicaragua cumplirá 200 años de su independencia y es una vergüenza que dos siglos después no nos hayamos puesto de acuerdo en la patria que queremos. Ese debería ser nuestro regalo.
Consensos y disensos
Ojo, tampoco vaya a creerse que el consenso se construye alrededor de “lo que yo digo”. Buscar consensos no significa renunciar al disenso, eliminar la crítica y que nos hagamos de la vista gorda ante los desmanes de uno o de otro, como convenientemente quieren entender algunos. Al contrario. Significa ponernos de acuerdo en señalar y castigar, si es necesario, esos comportamientos que definimos como nocivos. Pero castigarlos por igual. No estar como ahora justificándolos si son de nuestro partido y nuestra conveniencia y condenándolos si son de los otros. Usando una vara para medir a los míos y otra vara para medir a los otros.
Desacreditados
Y dicho esto, es imperativo comenzar por cambiar este Consejo Supremo Electoral. Es insostenible para cualquier escenario de país que nos imaginemos. Con este Consejo Supremo Electoral es imposible que haya elecciones en Nicaragua, porque son incapaces de recibir y contar los votos con la imparcialidad y trasparencia debida. Y porque ya quebraron la confianza que debe ostentar un funcionario en ese cargo. A estas alturas no sabemos cómo han quedado las últimas tres elecciones, porque si contaron los votos no publicaron los resultados. Y para saber que alguien ganó solo tenemos la palabra de los magistrados que, como sabemos, vale menos que la suela de zapato que andamos puestos. Un tribunal electoral, cuando menos, debe ser confiable. Y esas son las cosas en las que debemos ponernos de acuerdo.
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