Wendy Álvarez Hidalgo
¿Cuánto aportan los restaurantes? ¿Cuál es su inversión? ¿Qué impacto tienen en el sector los incentivos que reciben? ¿En impuestos cuál es su contribución? ¿Qué número de empleos directos e indirectos se generan? Todas estas cifras están siendo recogidas por la Asociación de Restaurantes de Managua (ARM) de cara a la próxima reforma fiscal que discute el Gobierno.
Indicó que están satisfechos por los alcances en las negociaciones en el salario mínimo y dijo que espera que estas conversaciones constantes con el Gobierno se mantengan.
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Y aunque el ejecutivo ha dicho que mantendrá los beneficios fiscales que reciben los sectores productivos, el presidente de ARM, René Hauser, asegura que a través del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) harán llegar al Gobierno la necesidad de que se mantengan para este sector los incentivos para garantizar la competitividad y sostenibilidad del mismo.
Hauser recordó que Nicaragua todavía sigue siendo ineficiente en cuanto a la oferta de servicios turísticos en relación con Centroamérica. “Creo que es necesario todavía mantener el incentivo para la industria turística para que crezca más”, apunta.
Actualmente en el Instituto de Turismo (Intur) están inscritos unos cinco mil pequeños, medianos y grandes restaurantes.
Hauser recordó que el país tiene la necesidad incluso de elevar a 20,000 el número de habitaciones. Según las estadísticas del Intur —actualizadas hasta diciembre del 2011—, la oferta turística del país cuenta con 10,235 habitaciones; esto denota la deficiencia del sector, así como la necesidad de mantener esos incentivos, agregó.
En el paquete de reformas fiscales que está actualmente en la palestra pública, el Gobierno también tiene planeado reformar la Ley 306, Ley de Incentivos para la Industria Turística, para reducir de 50,000 a 10,000 el monto mínimo de inversión para que las empresas turísticas accedan a los incentivos fiscales.
HACEN SU APORTE
Hauser recordó que el sector paga impuestos, por ejemplo cuando se comienza una obra de inversión a través del salario de la mano de obra. El empresario señala que estos incentivos dan liquidez al sector para que reinvierta en los negocios.
Reconoce que es necesario que cada diez años se revisen los beneficios fiscales que reciben para que se garantice que estos están teniendo un buen uso e impacto.
Recordó que “la industria sin chimenea” es un fuerte generador de divisas y que aporta en gran medida para combatir la pobreza. Dice que tal vez más adelante se podrían “zonificar” los incentivos, es decir estos beneficios fiscales se focalicen por zonas geográficas.
El sector turístico ya ha contratado un especialista para que prepare las cifras que presentarán al Gobierno.
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