Twitter: Fabian_Med
Satélites
La compra de un satélite es a Nicaragua lo que sería la compra de un celular IPhone 5 o una pantalla plasma gigante para la familia de Pancho que vive con su mujer y su hijo Felipito en casa de paredes de cartón en un asentamiento cualquiera. Somos el segundo país más pobre de América. ¡Hay otras prioridades! Se podrá alegar que los pobres también tienen derecho a comunicarse con la más alta tecnología o ver películas en pantallas grandes y nítidas, pero cualquiera con tres dedos de frente sabe que esos más del mil dólares con que se enjaranará Pancho, que bien representan cuatro meses de su salario, estarían mejor invertidos en la educación del Felipito, que es el mejor camino que tiene para salir de la pobreza.
Es la educación, estúpido
Resulta extraño y hasta sospechoso que ningún gobierno haya hecho de la educación su razón de gobierno, si hasta ahora nadie ha demostrado que exista otra mejor forma de desarrollo. ¿Por qué no se invierte en educación en vez de estar planteando cada semana un fantasioso proyecto multimillonario que posiblemente nunca se realice? ¿Por qué no nos ponemos de acuerdo todos y decidimos un programa de educación a mediano plazo que se impulse independientemente del signo del gobierno de turno? Un proyecto nacional. Solo se me ocurren dos razones para que no se haga: 1) porque invertir en educación no da muchos electores ya que los frutos se recogen a largo plazo, y 2) porque nuestra clase política mediocre y con escasa de formación académica ve en una ciudadanía educada su amenaza de extinción.
Políticos
Nicaragua urge de una nueva clase política. Y aquí no hay diferencias entre oposición o gobierno. Todos los actuales fueron hechos con el mismo molde. Se necesita políticos que piense en el poder como una administración del país y no de una finca personal, que no vean las elecciones como el medio para conseguir un botín y que por favor dejen de ver el presupuesto público como la única fuente de su vivir.
Protestas
Se han fijado que últimamente las protestas, por diferentes motivos, se van incrementando. Cualquier día aparecen y al poco rato desaparecen, muchas veces sin que se sepa que pasó con sus reclamos. Ancianos por su pensión, militares que piden múltiples beneficios como veteranos de guerra, cañeros que reclaman dinero de las privatizaciones de hace 20 años, frijoleros que piden mejores precios para sus granos, taxistas que quieren más subsidio En fin. El tranque, que parece ser la única forma de protesta ahora, la “aclaración temprana de que nada es contra el Gobierno porque saben que al menor olor político hay una respuesta virulenta, y las comisiones y negociaciones que nunca resuelven nada. O le resuelven a unos pocos, descabezan las protestas y sanseacabó. La misma historia.
Lección venezolana
Sea cual fuere el resultado de las elecciones del próximo domingo en Venezuela, la oposición política o quien aspire a serlo en Nicaragua, debería tomar esas lecciones. En primer lugar, se ve a una oposición unida más allá de sus propias aspiraciones personales y en segundo a un candidato, Capriles, jugando realmente a ganar. Ninguna batalla se ha ganado nunca haciéndole los mandados al rival, tal como hace la oposición nicaragüense en su desesperado esfuerzo de mantenerse vigente, que en términos prácticos, ya lo dijimos en la columna pasada, es cobrar su cheque mensual del presupuesto público por ser la oposición a la medida de quien esté en el gobierno.
Discurso
La otra gran lección para la oposición es el discurso mismo de Capriles. Respetuoso, inclusivo, tranquilizador y asentado en la realidad. Nadie le cree a quien promete el cielo y las estrellas. Y por muy antigobierno que uno sea, son muy pocos —porque si los hay— los que quieren que un nuevo gobierno desate una persecución contra quienes apoyaron al régimen que se derrota porque, siendo un país tan pequeño como somos, todos tenemos seres queridos en uno y otro lado, y también porque queremos vivir en paz y que Nicaragua tenga algún día el respiro que le han quitado.
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