Hay algo que los jóvenes de todas las corrientes políticas de Nicaragua no hemos entendido o no tenemos muy claro. De acuerdo a la vieja escuela, nuestros antecesores nos han enseñado que es preciso ser leal e incondicional hacia un caudillo o partido, llegando, incluso, hasta la sumisión indigna para poder escalar dentro de las estructuras del partido y alcanzar un puesto relevante en las instituciones del país. Sin embargo, ¿qué tan factible es esta forma de crear liderazgo?, ¿están nuestros antecesores formando líderes pensantes o solo entes autómatas y serviles, fieles a la voluntad de sus mayores?
Hemos heredado una conducta viciada de los actuales participantes en la política, que de por sí hay muchos que llevan más de quince años en el poder, que confunden el liderazgo político y la disciplina partidaria con servilismo y sumisión. Como consecuencia entendemos estas malas costumbres como única referencia de comportamiento que nos desorientan a la hora de actuar y tomar decisiones.
Entiéndase como disciplina partidaria el trabajo interno del partido con el cual se pretende lograr conductas acordes que tiendan a conseguir los objetivos políticos partidarios en beneficio de sus afiliados y de la nación. Por otro lado, conocemos que el liderazgo político significa el reconocer en una persona sus cualidades y talentos especiales, para guiar en determinado momento político los intereses del grupo partidario en beneficio del país. No es un bien hereditario ni una empresa, sino una responsabilidad de servicio público.
De manera que para ser un verdadero líder político se debe de tener una noción clara sobre estos conceptos para no confundirlos con la incondicionalidad canina. Esto implica tener el suficiente conocimiento, la convicción y el valor para tomar riesgos, defender sus propias ideas y trabajar en equipo en función de un objetivo.
Es por esto que los jóvenes partidarios de izquierda o derecha, hemos sido utilizados como carne de cañón, jauría, entrenados al ataque, y somos enviados a hacer plantones, a actuar como turbas delincuentes, rezar en las rotondas, saturar plazas, y llenar el espacio para un spot publicitario. Lo peor de todo es que a falta de criterio propio, somos fácilmente manipulables para votar a favor o en contra de un candidato en temporada de elecciones.
Es fundamental que los jóvenes nos eduquemos por nuestra propia cuenta, en temas que desarrollen nuestro criterio, de manera que lleguemos a nuestras propias conclusiones. Con esto podremos tomar decisiones y acciones con creatividad e imaginación que realmente hagan la diferencia. Es necesario llenarse de información de todo tipo y desarrollar un hábito de estudio. Comprendamos que el conocimiento es nuestro mejor aliado ya que alimenta nuestra individualidad como seres humanos, a la vez que nos enriquece como sujetos políticos.
Con un gobierno mafioso e invasivo como el actual, es preciso desenvolverse de una forma nueva, ágil e imaginativa, ya que repitiendo los viejos errores de nuestros padres políticos no llegaremos a ninguna parte. Debemos despertar nuestras mentes para ser líderes y pensar por nosotros mismos, solo así pondremos en evidencia las miserias morales y corrupciones internas para desafiar la autoridad desde adentro con argumentos serios y reales. No busquemos aparecer en los medios de comunicación haciendo el ridículo en las calles con plantones sin continuidad, marchas que no hacen más que obstruir el tráfico, ni con turbas que no son otra cosa que delincuentes desatados. El liderazgo está en nuestra capacidad de tomar decisiones diferentes, racionales y oportunas.
Nuestra realidad actual de partidos políticos nos presenta en su cúpula a ancianos oportunistas que no nos darán espacio, y es ingenuo y soñador suponer que lo harán porque somos el relevo generacional. Por lo tanto debemos representar algo distinto, golpear la mesa e imponernos con ideas irrefutables y protestar contra el sistema actual. No dejemos que los comportamientos tradicionales arcaicos y mediocres abrumen nuestra personalidad como nuevos políticos. La forma idónea de pensar por nosotros mismos es educándonos para desarrollar criterio y carácter. Es la única manera de generar cambios positivos y sustanciales en la política y, sobre todo, en nuestras vidas. No hay otra manera.
La autora es abogada y bloguera nicaragüense
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