José Daniel Ortiz Peinado
Mañana 23 de diciembre se estará cumpliendo el cuadragésimo aniversario del terremoto que devastó nuestra querida capital, y siempre sobre ella pende la amenaza de un evento que, al igual que hace cuarenta años, pudiera convertirse en una catástrofe que ponga fin a tantas ilusiones y proyectos que albergamos los nicaragüenses en cuanto a ver desarrollarse a nuestra capital hasta convertirse nuevamente en la “Novia del Xolotlán”.
En un artículo similar, que el autor de estas líneas escribiera hace diez años, se hizo hincapié en la necesidad de una revisión del Reglamento Nacional de Construcción. Dicho reglamento efectivamente fue revisado hace cinco años y actualmente es Ley de la República, esta versión revisada es conocida como Reglamento Nacional de Construcción (RNC-07).
En el artículo citado también se recomendaba la difusión del Reglamento, tarea que debe ser una de las principales metas de los gobiernos municipales y de las delegaciones distritales en el caso de Managua. Esta tarea no es nada fácil, pues quizás con la excepción de Managua, la mayoría de las Alcaldías de municipios pequeños no cuentan con los recursos financieros ni de personal capacitado como ingenieros o arquitectos que conozcan a profundidad nuestro reglamento, mucho menos que tengan la capacidad para revisar técnicamente los diseños arquitectónicos y estructurales de proyectos que se realizan en sus respectivas jurisdicciones.
Mucho se ha dicho acerca de las grandes repercusiones que sobre la economía y la infraestructura en general causaría un terremoto de magnitud considerable si el mismo ocurriera cerca o en el entorno de nuestras principales ciudades del pacífico o zonas altamente sísmicas de nuestro país, lo cierto es que los desastres naturales, incluidos los terremotos, van de la mano con los errores humanos. Es encomiable la labor de divulgación de la Nueva Cartilla de la Construcción, sin embargo, considero que el RNC-07, también necesita de una divulgación más profunda, sobre todo entre el gremio de ingenieros civiles y arquitectos que recién egresan de nuestras universidades.
Personalmente considero necesario consultar a un ingeniero civil competente a la hora de decidirse a construir o hacer ampliaciones en nuestras viviendas, o en estructuras o edificaciones de mayor tamaño. Es hora ya de no seguir permitiendo que la mayoría de las construcciones, al menos de viviendas, queden en manos inexpertas o “guiadas” por un “maitro diobras”, quienes realizan las más atrevidas construcciones, dizque ahorrándose el pagarle a un ingeniero. No nos damos cuenta, o no hemos querido entender, que el desperdicio de materiales y las malas prácticas constructivas representan al menos un 20 por ciento del monto de la inversión que se realiza, y que consultar un ingeniero civil competente representa mucho menos o cuando mucho similar cantidad, solo que con la diferencia de poder obtener un mejor producto final.
La pelota está en nuestra cancha, es decir en manos de toda la sociedad civil y de nuestras autoridades, bien sea a través del Sinapred o de los gobiernos municipales, en fin en nuestras manos. Evitar daños mayores a la hora de la ocurrencia de cualquier desastre natural y en el caso particular de un terremoto, es responsabilidad de todos.
Finalmente, recordemos todos, lo que dijo nuestro gran Rubén Darío: Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña. Personalmente considero que es nuestro deber que no debemos únicamente soñarla grande, antes bien debemos ayudar a hacerla más grande cada día.
El autor es doctor en Ingeniería, especialidad en Ingeniería Sísmica, Graduado en la Universidad de Tokio, Japón.