Roy Moncada
Con programas asistencialistas a familias pobres a las que regala casas y alimentos, el Gobierno central no solo promueve solidaridad, sino que además crea malos valores sociales, según análisis de expertos.
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Esas acciones de regalar y ofrecer todo gratis ocasiona ahora que las familias, de Villa Guadalupe, Dignidad y 31 de Diciembre, estén inconformes y exijan otros beneficios como no pagar energía eléctrica y paquetes alimenticios.
Otro es el caso de las familias albergadas en el centro Padre Fabretto, del Distrito Dos. Aunque la semana pasada tuvieron un día de piñata, cortesía de la Alcaldía de Managua, su estado continúa siendo de sobrevivencia a expensas oficial.
Y es que estas ocho familias salieron de un maltratado edificio del antiguo casco urbano (contiguo a Telcor) solo con las docenas de promesas de la delegada del Distrito Dos, Lucy Vargas.
Aunque peligraban permanecer allí por el enjambre sísmico a inicios de septiembre, no querían salir.
“Sacar a las personas solo a base de promesas es más grave, refiriéndonos al asistencialismo, porque demuestra que el Gobierno ha perdido el liderazgo y la autoridad, porque cuando hay una situación trágica el Gobierno da una orden, hay que movilizar a la gente, si la gente se resiste y se moviliza solo a cambio de regalías, eso significa que el Gobierno ha perdido el liderazgo político y autoridad”, analizó Cirilo Otero, sociólogo. Desde que el Gobierno asumió el poder en 2007, los programas asistencialistas han suplantado cualquier otra iniciativa oficial de crecimiento social independiente.
Otero lamentó que la sociedad nicaragüense se esté deseducando desde 2007 a consecuencia del asistencialismo oficial.
“Tiene que hacer uso del mecanismo del engaño (el Gobierno) para sacar a la gente y después nos encontramos con la realidad cruda de no poder cumplir”, dijo.
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