Jeniffer Castillo Bermúdez
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No hay de otra. Los profesores en la Costa Caribe, una zona multilingüe y multiétnica, deben adecuarse por su cuenta y “enseñar a como puedan” a sus estudiantes, pues los planes escolares y los libros de textos llegan desde Managua en español.
El año pasado el profesor Edgard Salazar Francis atendió a 40 estudiantes en el colegio Marvin Michael. No todos tenían libros porque a la escuela solo llegaron 10 ejemplares, tampoco no todos se sentaban en pupitres porque el aula solo tenía 14 asientos disponibles.
Así se aprende en las regiones autónomas de Nicaragua, allá donde también el Ministerio de Educación (Mined) exige calidad y buena retención escolar y donde llegaron a capacitar, por última vez, hace más de dos años, según Salazar.
Tras conocer esta situación, Guillermo McLean, director general del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Revitalización Cultural de la Costa Caribe, dice que “en la Costa (Atlántica) urge conseguir la verdadera autonomía educativa”.
Así, el Sistema Educativo Autonómico Regional (SEAR) podría diseñar sus propios currículos en los idiomas y dialectos que requieran y podrían manejar una partida presupuestaria exclusiva para la infraestructura escolar de la zona.
Sin embargo, en la realidad el SEAR depende del Mined. No están articulados. “Trabajan como dos islas”, dice el presidente del Foro Eduquemos, Ernesto Medina.
Esta desarticulación ha ocasionado que los estudiantes de las regiones autónomas aún no reciban la educación que necesitan.
“A veces el estudiante necesita libros, pero en la escuela no hay, tenemos deficiencia en el mobiliario escolar. Hay escuelas donde se sigue trabajando con pizarras de tizas y aunque han hecho algunas mejoras en las escuelas no todas tienen buena infraestructura y pupitres”, según Salazar.
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