Luis Eduardo Martínez M.
Antes de llegar a la carretera entre Matagalpa y Jinotega, Omar Antonio Aráuz Martínez la golpeó con un palo, la arrastró a un barranco montoso, donde la volvió a golpear para violarla y luego sepultarla y, según relataría después él mismo a la Policía, “estaba viva”.
Matus dice que ese día, Aráuz regresó a la casa y se puso a lavar una ropa. “No salió y pasó viendo televisión en la casa, a piernas cruzadas y yo dándole los tres tiempos de comida”.
Haberla atado fue, según Matus, “la contra” (conjuro) que “él mismo se hizo” y evitó que Aráuz huyera antes de ser descubierto.
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Aunque después brindaría escalofriantes detalles, durante ocho días Omar Antonio Aráuz Martínez, de 19 años, convivió con la familia de Zayda Janeth Guzmán Matus, ocultándoles que la había violado y asesinado en el sector conocido como Los Vásquez, un pequeño caserío ubicado a 8.5 kilómetros al norte de la ciudad de Matagalpa sobre la ruta tradicional a Jinotega.
“Y yo tenía todavía a ese asesino en la casa, eso es lo que no me pasa, dándole de comer, beber y todo”, dice sollozante Janeth del Carmen Matus Alemán, madre de la adolescente asesinada, revelando que hasta ahora supo que la violencia de Aráuz contra su hija “era vieja”, pero “yo no sabía porque a la cuenta yo quería a mi yerno”.
“Ella (Zayda) no me contaba nada, la que sabía era ella”, menciona Matus, refiriéndose a su otra hija, Xochilt Esther, a quien llama para que cuente sobre las actitudes violentas de Aráuz, sin embargo, a la adolescente de 16 años, el llanto le impide hablar.
Zayda y Aráuz tenían un año conviviendo, aunque según Matus “ya no tenía nada con ese hombre, ya le había dicho que no lo quería desde que anduvimos cortando (café) en una hacienda, ella le decía: ‘no quiero andar con vos’ y él andaba de caprichudo siguiéndola”.
Matus relata que al llegar a Los Vásquez para cortar café en una hacienda vecina, Zayda “le había dicho que no lo quería, pero él se vino con nosotros. Dormía con ella, me da pena decirlo, pero cuando él buscaba alguna cosa, por cuenta cómo manosearla, ella le decía que no estuviera molestando”.
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