Mauricio Díaz D.
La patente de corso (del latín cursus, “carrera”) era un documento entregado por los monarcas de las naciones o los alcaldes de las ciudades (en su caso las corporaciones municipales) por el cual el propietario de un navío tenía permiso de la autoridad para atacar barcos y poblaciones de naciones enemigas. De esta forma el propietario se convertía en parte de la marina del país o la ciudad expendedora. (Wikipedia)
En la actualidad dícese de aquellos que delinquen al amparo o bajo la protección de la ley y de la autoridad. Así como en el pasado los corsarios y los piratas vivían del pillaje, ahora los protegidos del poder corruptor viven del latrocinio más descarado y sinvergüenza. De manera sofisticada hoy son los gánster que descaradamente roban y saquean el erario sin sanción de ninguna especie, pues las instituciones encargadas de sancionarlos son instrumentos del poder corruptor. Estamos entonces en primer lugar frente a un poder corruptor, que corrompiendo a los funcionarios públicos garantiza que no haya castigo para el crimen de latrocinio, que en países como Nicaragua, pobre y atrasado, deberían ser considerados como crímenes de lesa humanidad, pues no solo le roban al erario sino al ciudadano más necesitado.
Ateniéndonos a la definición de Wikipedia, ahora el antiguo propietario de un navío podría ser perfectamente el funcionario público, quien fue elegido o nombrado para cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, pero que se cruzó con todo y embarcación poniéndose al servicio del poder que lo cooptó.
¿Y dónde está la Contraloría General de Cuentas? La que hoy cariñosamente la gente en su sabiduría popular llama Shakira por su canción que dice “ciega, sorda y muda”. No ve, no oye, no habla.
Lo mismo se puede decir de las otras esferas de la vida nacional. En la política al robarse los votos le están escamoteando al pueblo su derecho a elegir y ser elegidos. Cuando un funcionario descarado, corrupto y sinvergüenza introduce vehículos de lujo exonerados está atracando a quienes cumplen con sus deberes impositivos. Y se burla de todos y cada uno de los ciudadanos honrados de este país.
Pero la corrupción es uno de los peores males de nuestros pueblos, ya que no tiene memoria. Por desgracia la corrupción se olvida. Con el dicho de uno de los más grandes corruptos de este país: “Los riales quedan, la mala fama pasa” impuso un estilo de descaro institucionalizado que le está costando a este país millones de millones de dólares. Y no tienen el menor rubor.
Lo más triste es que pareciera que este pueblo no se da cuenta que es a él a quien están asaltando los corsarios y los piratas, que se construyen mansiones como por arte de magia. En las paredes de esas mansiones está escondida la sangre y el sudor de miles y miles de compatriotas, que bajo el inclemente sol de esta patria linda pero aún injusta, sudan y mueren por el pan de cada día. Se están burlando de todos y cada uno de nosotros cuando de la noche a la mañana pasaron a vivir como jeques en el segundo país más pobre del continente. Se burlan porque no hay reacción ciudadana, porque no hay conciencia cívica. Porque somos borregos, según ellos.
Mientras Nicaragua tenga hijos que la amen, Nicaragua será libre. Esa es la esperanza. Superar el miedo, la apatía. No dejarse llevar por los cantos de la sirena que proclama que hay que vivir bonito, limpio, etcéteras, mientras seguimos viendo inmundicias desde las esferas del poder hasta las barriadas más pobres de nuestro país. El autor es diputado
