Eduardo Enríquez
A muchos les va a enojar lo que voy a decir, lo siento pero es la verdad: a los nicaragüenses es bien fácil que nos den atol con el dedo. Muchos mafiosos lo han comprobado una y otra vez. Y eso lo sabe perfectamente el gobierno del inconstitucional Daniel Ortega.
Para quienes andan entusiasmados con el cuento del Gran Canal, les recomiendo que vean ese espectacular proyecto en el reflejo de dos proyectos mucho más simples y que no han pasado de ser maniobras para mantenernos ocupados mientras el Inconstitucional hace lo que le da la gana con el país.
La Carretera Costanera es uno de esos ejemplos de proyectos “maravillosos” que iba a impulsar el turismo en toda la costa del Pacífico y por ende “sacar de la pobreza” a todos los que tuvieran la fortuna de estar cerca de ella. Hoy la Costanera ha sido declarada muerta por el segundo régimen orteguista. Sin embargo, en su momento sirvió su propósito. Esos mismos funcionarios que hoy dicen tajantemente que “no se puede” durante todo el primer régimen orteguista (2006-2012) se la pasaron endulzando los oídos de la gente diciendo que ya la carretera venía.
Para ser justos, esto no es solo culpa del orteguismo. Fue en el gobierno del presidente Enrique Bolaños que se hizo el diseño de la carretera, pero dicen que cuando los diseñadores concluyeron su trabajo presentaron una supercarretera que no había manera de financiar ni que fuera rentable. El diseño se desechó pero, como suele suceder en estos casos, nadie sabe si los que se embolsaron los miles de dólares por el diseño fueron obligados a presentar un proyecto más realista.
La otra “maravilla” es la refinería que cada vez parece menos El Supremo Sueño de Bolivar y más otro “eterno sueño”. Cuando vino el difunto Chávez a ofrecerla en 2007 dijo que costaría 6,500 millones de dólares. Seis años y medio después lo único que hay es un terreno aplanado a unos 500 metros de las costas del balneario Miramar. La obra estaba supuesta a ser construida en cinco años. O sea que a estas alturas debería tener dos años de estar exportando gasolina, diesel, búnker, asfalto y quién sabe qué otras cosas más. Ese es el sueño. La realidad es otra.
En verdad, la realidad es peor, pues somos tan buenos a “agarrar la vara” que nadie cuestionó el precio de la refinería. ¿Cuál es el problema con eso? Que la refinería más grande del mundo, la refinería Reliance, en Jamnagar, India, tuvo un costo de 6.3 billones de dólares. El “eterno” sueño de Bolívar no es ni por cerca el complejo de Jamnagar.
El sitio web http://www.chemicals-technology.com dice que “la construcción del complejo que incluye la refinería y una planta petroquímica de Reliance Industries en Jamnagar, Gujarat, India, comenzó en diciembre de 2005. El complejo de Jamnagar, que se considera uno de los más avanzando del mundo comenzó a operar en diciembre del 2008”.
Mientras en la India construyen un complejo industrial que incluye una refinería y una planta petroquímica en tres años, en Nicaragua llevamos seis con un proyecto mucho menor (al mismo precio), pero solo tenemos un terreno de unas cuantas manzanas donde los tractores van y vienen sin rumbo.
Como el cuento del “eterno sueño” ya se está agotando, ahora vienen con el cuento del canal. Y para no desilusionar a los tontos ya no hablan de 6.5 billones de dólares, sino de 40 billones de dólares. Si con la promesa de una inversión de 6.5 billones mantuvieron a los tontos ilusionados por cinco o seis años, pues con la promesa de invertir 40,000 millones los tontos bien pueden pasar ilusionados treinta años.
Pero la verdad es que no es que sea imposible para Nicaragua tener una carretera costanera o una refinería moderna (aunque no necesariamente a ese costo) o incluso un canal, así cueste 40,000 millones o una fracción de eso.
¿Por qué fracasamos entonces? O más importante aún, ¿por qué este país no sale de la pobreza? Porque nada se implementa con seriedad, porque la institucionalidad se ve como una molestia cuando es un factor fundamental para atraer la masiva inversión que se necesita y porque la mayoría de los nicaragüenses nos creemos cualquier cuento chino sin el menor cuestionamiento. Todo esto mientras las clases gobernantes de turno se dan la gran vida.
Es por eso que no es de sorprenderse que se hable de cualquier cosa para tenernos entretenidos con el cuento de que vamos a “salir de la pobreza”. Se habla de todo menos de lo que verdaderamente nos va a sacar de esta situación paupérrima: educación de calidad para todos.
@GuayoPeriodista
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