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Sor Juana Inés de la Cruz

Cristiana Guevara-Mena 

¿Sabían que la primera verdadera feminista intelectual —y que, además, fue una de las más grandes poetas de nuestro continente— era una mexicana? Para los que no la conocen, Sor Juana Inés de la Cruz se distinguió por la brillantez de su pensamiento y el aporte a la literatura barroca, la cual cerró con broche de oro y fue conocida como “El Fénix de América” y la “décima musa”. Sin embargo, este artículo no pretende analizar sus sonetos ni redondillas. La intención es demostrar su coraje y determinación que se adelantan a su tiempo.

¿Por qué representaba ella una amenaza a las grandes esferas de poder de la sociedad en la que ella vivía? ¿Qué ejemplo a seguir nos deja a todas las mujeres?

Sor Juana Inés era una poeta aguda que desafiaba con el peso de su pluma a las autoridades religiosas y políticas de su época. Ubiquémonos en el siglo XVII, en la época colonial de México. Ella representa a la mujer hispana en América que se rebela contra una estructura opresiva que pretendía limitarla y someterla. Enfrentó la soberbia y la vanidad del poder que, como siempre, no aguanta la crítica y le molestan las voces disidentes. Irónicamente era protegida por el virrey, pero cuando este se regresa a España queda a merced del chantaje moral de sus propios hermanos religiosos. Esta fue la última puñalada al corazón que termina con la vida del símbolo de la protesta intelectual de la mujer americana, mucho antes que cualquier símbolo femenino en el mundo.

Se dice que, en nuestra sociedad, el machismo maltrata a la mujer en todos los espacios que conocemos, desde la violencia doméstica hasta la desigualdad salarial y una larga lista de etcéteras. Lamentablemente, nuestra cultura enseña que la mujer debe aguantarle todo a su esposo porque la mantiene —cosa que Sor Juana rechazó rotundamente en su época— o que se debe de casar “bien” para que pueda tener una buena vida. Esta mentalidad retrógrada está en la mayoría de las mujeres de nuestra cultura, desde la más humilde, hasta en la señora de las más altas esferas sociales. Siendo así, ¿cómo esperamos los nicaragüenses crear una revolución que nos libere de una dictadura, si nuestras mujeres son las primeras en enseñar a soportar el sometimiento y maltrato? Si la mujer no transmite el valor del respeto hacia ella misma, ¿cómo espera que lo hagan sus hijos cuando les toque enfrentar el mundo?

La mujer representa el seno de la familia y de la sociedad. Comparte con el hombre la autoridad de los hijos y la responsabilidad económica y de educación. Es el motor de cambio de cualquier sociedad, ya que recibe el primer impacto del mal gobierno, del abandono social, de la dictadura, el impacto de la guerra civil, educación y falta de oportunidades para sus hijos. No se trata de deshacer familias, pero la mujer debe aprender que no necesita estar a la orilla de ningún hombre para pensar ni para ser autónoma.

Sepamos que no habrá revolución social que no parta de la mujer como sembradora de libertad y verdadera independencia. El rol de la mujer va mucho más allá de ser cuidadora de casa, reproductora de hijos o diversión para los hombres, como Sor Juana refleja en su obra. Es la primera responsable de todo cambio social, ya que es transmisora de vida y de valores hacia otros seres humanos. Es capaz de liberar toda una sociedad del sometimiento autoritario de cualquier gobierno con la educación que les da en casa a sus hijos y el ejemplo que da en su entorno.

Sor Juana Inés de la Cruz nos enseña que la mujer tiene el poder de desafiar la opresión política con coraje, talento y con lo que tenemos al alcance de nuestras manos, desde un papel y pluma, hasta el cuido de una familia entera. No es necesario ser monjas ni vivir en un convento del siglo XVII para generar cambios en nuestra sociedad. Seamos todas las mujeres parte de un verdadero cambio social que se base en la transmisión de valores humanos hacia los demás. Ya sea como madres, profesionales o grandes escritoras controversiales como Sor Juana Inés de la Cruz.

La autora es abogada.

COMENTARIOS

  1. Nicanor
    Hace 11 años

    Le felicito por su escrito. Seguro habrá leído, y si no, se lo recomiendo, el libro de Octavio Paz sobre esta valiente monjita que supo vivir e interpretar su tiempo. Un gran ejemplo de coraje y dterminanción para las mujeres y de lucha contra el predominio de una cultura machista.

  2. GUICAG
    Hace 11 años

    Considero, modestamente, que la defensa de la dignidad de la mujer bastaría a través de la efectividad de su derecho a la libertad e igualdad. Su lucha no será más eficaz por llamarse feminista (aunque persista aún el atropello del machismo), sino que debe combatirse con normas e instrumentos jurídicos progresistas y amparados en los derechos humanos. La experiencia nos enseña que los “ismos” se alimentan de tendencias irreconciliables y generan confrontaciones parentales alienantes

  3. alvaro caldera cardenal
    Hace 11 años

    Esa oración es anónima; pero se cree, por lo profundo, que es de ella

  4. alvaro caldera cardenal
    Hace 11 años

    No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temidopara dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido,
    muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.

    No me tienes que dar porque te quiera,
    pues aunque lo que espero no esperara,
    lo m

  5. GUICAG
    Hace 11 años

    Considero, modestamente, que la defensa de la dignidad de la mujer bastaría a través de la efectividad de su derecho a la libertad e igualdad. Su lucha no será más eficaz por llamarse feminista (aunque persista aún el atropello del machismo), sino que debe combatirse con normas e instrumentos jurídicos progresistas y amparados en los derechos humanos. La experiencia nos enseña que los “ismos” se alimentan de tendencias irreconciliables y generan confrontaciones parentales alienantes

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