Leonor Álvarez
La intención de reformar la Carta Magna de Nicaragua no persigue más que el interés particular del presidente inconstitucional de Nicaragua, Daniel Ortega, de mantenerse indefinidamente en el poder y consolidar un régimen dictatorial, opinan dos personajes que han vivido activos en la política criolla en los últimos 20 años.
Carlos Tünnermann Bernheim, analista político y crítico del gobierno orteguista, explica que incluso el origen de estas reformas es cuestionable, porque nacen de un “dictamen irregular”.
Tünnermann señala que luego de haber sido firmado, al dictamen le hicieron cambios sin convocar a todos los miembros de la Comisión Especial, que estaba conformada por cuatro diputados oficialistas, dos del Partido Liberal Independiente (PLI) y uno del Partido Liberal Constitucionalista (PLC).
La propuesta cambia los artículos 146 y 147 de la Constitución, que establecen que para ganar los comicios se requiere de una mayoría relativa de votos, lo que derogaría la disposición de que para proclamarse vencedor se requiere de al menos el 40 por ciento del sufragio, o el 35 por ciento en caso de lograr una diferencia de al menos cinco puntos porcentuales sobre el segundo lugar.
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Para Tünnermann estas no son reformas parciales, ya que los cambios a los 39 artículos constitucionales vienen a invertir el sistema político del país y concretamente lo que “persiguen es establecer el control del poder por parte del presidente Ortega”.
CLAVES DE LAS REFORMAS
Tünnermann, quien fue ministro de Educación entre 1979 y 1984, afirma que en este proyecto de ley existe una serie de claves para que Ortega consolide su poder y se mantenga en él.
La primera clave sería la reelección continua e indefinida, al eliminar del artículo 147 de la Constitución el párrafo que prohíbe postularse a la Presidencia a quien ejerce el cargo antes de los comicios.
Otro cambio clave es ser reelecto con mayoría simple, porque es “mucho más fácil hacer un fraude con simple mayoría, que con un porcentaje de 35 por ciento”, opina el analista.
Igualmente, mantener a los funcionarios en sus cargos vencidos, dictar decretos de carácter administrativo con fuerza de ley, crear mecanismos de control ciudadano a través de las denominadas “asambleas territoriales” que, según Tünnermann, “son organismos partidarios que transmiten las políticas que decide el poder ejecutivo”.
También establecer que las diputaciones pertenezcan a los partidos, debilitando la participación ciudadana, separar las elecciones presidenciales de las municipales, establecer que los militares activos ocupen cargos en el poder ejecutivo, “lo cual implica la militarización del Gobierno”.
CAMBIO DE MODELO
Dora María Téllez, exguerrillera y exdiputada, considera que lo que va ocurrir en Nicaragua, luego que la “aplanadora orteguista” apruebe las reformas a la Carta Magna, es que en el país van a existir dos constituciones: la Constitución actualmente vigente y una constitución ilegal que cambia el modelo político de Nicaragua.
Téllez coincide con Tünnermann en que esta es una reforma total a la Constitución, pero en cambio considera que las verdaderas intenciones es dejar de hacer elecciones.
“Con ese modelo de democracia directa, Ortega va a convocar un día de estos a la plaza para preguntar: ‘¿Ustedes quieren que sigamos eternamente en el poder?’ y así se evita hacer elecciones”, dijo Téllez, consultada ayer vía telefónica.
Agregó que, particularmente, ella no piensa obedecer la constitución orteguista y conoce a muchas personas que tampoco lo harán.
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