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KARLY GAITÁN MORALES

La Marianne de la poesía erótica

Como ya es conocido por medio de las noticias nacionales e internacionales, la escritora Gioconda Belli recibió hace unos días la orden cultural Caballero de las Artes y las Letras por parte del gobierno de Francia. Hay dos elementos muy importantes en los discursos, el que ha dicho el embajador Antoine Joly al momento de la entrega, y el que ha pronunciado Gioconda al recibirla. El embajador simboliza a Belli comparándola con la Marianne, el emblema de la revolución francesa, imagen que no es precisamente una estatua ecuestre de un guerrero, sino de una mujer de torso desnudo y alzando la bandera de su nación, que proclama libertad, igualdad y fraternidad.

La comparación del embajador Joly ha parecido acertada, ingeniosa y muy significativa para Nicaragua, al decir que Gioconda ha sido “una Marianne con el pecho descubierto, con su bandera de la poesía erótica, luchando contra las críticas, los intelectuales formales y las editoriales tradicionales. Y hasta luchando contra ciertas mujeres envidiosas. La revolución de las mujeres vino a Nicaragua con la revolución y Gioconda fue un símbolo, por su poesía erótica y revolucionaria”, y todo eso es cierto.

Desde sus inicios en los años setenta la escritora Belli con su temática y estilo renovador ha luchado contra cada una de esas cosas y aún hoy en día, ya entrado el siglo XXI cuando la poesía erótica no debería ser ni siquiera un punto de debate, sigue siendo Gioconda el símbolo, el modelo y la vanguardia que, aunque muchos críticos y autoras mismas lo contradigan, ha inspirado y servido de modelo para varias generaciones de escritoras. Porque como sigue diciendo el embajador Joly: “La innovación que hizo consistió en celebrar el hecho de ser mujer, además de decir en versos lo que las mujeres sienten: deseos sexuales, amor, pasión física por el hombre con todos sus atributos, cosas que antes no se decían en público”. Antes de la aparición de la poesía de Gioconda, primero en LA PRENSA y después en sus libros, la poesía nicaragüense escrita por mujeres era muy distinta, apegada a la fantasía del modernismo, y había muy pocas manifestaciones literarias de liberación femenina.

A las palabras del embajador, Gioconda respondió en su discurso que ser un caballero siempre fue su sueño, pese a ser un rol masculino: “Me reconozco en esa imaginación de los libros de caballerías retomada magistralmente por Cervantes para crear el más famoso caballero de todos: Don Quijote de la Mancha. Cuando de niña leía esos libros, yo no quería ser ni Genoveva, ni Dulcinea. Yo quería ser Lanzarote, Parsifal o Don Quijote. Ahora, gracias a Francia, cumplo hoy con aquel sueño de ser un Caballero, sin tener que renunciar ni al pelo largo, ni a las formas y alma femeninas”.

Lo dicho por Gioconda nos recuerda que muchas niñas quisimos tener juguetes “para niños” o ser los hombres de las historias, ¿quién quiere ser Dulcinea y solo aparecer como un personaje pasivo cuando las aventuras las vive Don Quijote?, se pregunta Belli, ¡nadie! Todas quisimos ser Don Quijote, todas Ulyses, todas Poirot, todas Edmundo Dantes, todas Sherlock Holmes, todas El Principito, y todas quisimos algún día carros o robots, pero nunca los recibimos por ser niñas. Sin embargo, es necesario que todas esas “carencias de la infancia” las hayamos tenido porque son sueñitos frustrados que en el futuro, como decía Albert Camus, se vuelven ideales.

Es lo que ha ocurrido con Gioconda, quiso ser uno de esos caballeros despreocupados por los detalles estéticos, y ya lo es, con sus cabellos despeinados y unos ojos brillantes y acerados que capturan toda la atención, pero que con la literatura como espada ha dejado tras de sí derrotadas todas las imposibilidades y limitantes que antes se pusieron al frente suyo, como el prejuicio hacia su tipo de poesía o el temor que las autoras tenían de decirlo todo como ella sí lo ha hecho. Celebremos la condecoración a nuestra Marianne de la poesía erótica, símbolo de la revolución que hoy en día vivimos, y para muestra léase la poesía nicaragüense de actualidad.

La autora es periodista cultural

COMENTARIOS

  1. Nicanor
    Hace 10 años

    Esto de Caballero de las Artes siendo Dama llama a confusión, que para Gioconda es distinto sentirse admiradora de héroes, caballeros o no. Bien que se corresponde con masculinos que admiran a Madame Bovari. Lo que deberían es cambiarle el nombre a tan preciada precea que data de otro tiempo cuando no había damas de caballería. Ni soñar en esa época con Libertad,igualdad,fraternidad.

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