Leonor Álvarez
La decisión de mandar al mayor general Óscar Salvador Balladares Cardoza a la comisión del Gran Canal o a retiro sería solo otra pieza que el presidente inconstitucional, Daniel Ortega, está moviendo para concretar su gran obra “autoritaria” y de “control total” de los poderes del Estado. Este sería el turno del Ejército, afirman militares retirados y comandantes de la revolución en los ochenta.
El comandante Henry Ruiz, “Modesto”, y quien fue miembro de la llamada Dirección Nacional histórica, cree que al general Balladares “lo están sacando del juego porque es de los militares que respetan la Constitución Política y tal vez expresó su inconformidad con las reformas constitucionales”, aprobadas recién la semana pasada.
Dado que Balladares era el siguiente en la cadena de mando para ocupar el cargo de jefe del Ejército, tenía que “sacarlo de la jugada” si no obedecía a sus intereses, opinó Ruiz, consultado ayer vía telefónica.
Sin embargo, el “comandante Modesto” explica que para mantener al general Julio César Avilés en el cargo de jefe del Ejército Nacional, “Ortega necesita esterilizar la sucesión de mandos, quitando del camino a Balladares y así queda por lo tanto plana la sucesión”.
La norma establecida por el Código Militar es que el Ejecutivo decide de una terna quién será el siguiente jefe del Ejército. Irving Dávila dice que hasta ahora la costumbre ha sido que la decisión definitiva se toma en consenso entre el Ejecutivo, el jefe militar o el órgano superior de la institución castrense.
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CONCRETANDO EL PODER
Ruiz valoró que esta movida es parte de un “interés supremo” de Ortega, quien realmente “persigue la creación de una nueva oligarquía familiar y política, para lo cual requiere de un modelo de Estado”.
Pero Ruiz también explica que “para la formación de cualquier Estado se requiere de las fuerzas armadas, es decir, del Ejército y la Policía, para que estén subordinados a un mando único que es el mismo Ortega”.
BALLADARES NO ES FIABLE PARA ORTEGA
Irving Dávila Escobar, teniente coronel en retiro, valora que haber quitado a Balladares de la línea de sucesión de mando implica que “no resulta de la confianza absoluta que Ortega necesita para continuar en el proceso autoritario planteado en la reforma a la Constitución Política” y, por otra parte, la entrada en escena del actual jefe del Instituto de Previsión Social Militar, general de brigada Oscar Mojica Obregón “ese sí es el hombre de confianza para Ortega”. Sin embargo, Dávila considera que como Mojica no tiene los grados suficientes, “quien va a continuar como jefe del Ejército será Avilés”.
El inspector general del Ejército, general de brigada Adolfo Zepeda, dio a conocer el domingo que Mojica será nombrado como el nuevo jefe del Estado Mayor, sustituyendo al general Balladares.
Dávila manifestó que aunque quieran hacer ver que Balladares va a comisión de servicio, es claro que será dado de baja y deja de tener facultades desde el punto de vista militar.
Explica en ese sentido que en el Ejército existe una clara línea de sucesión. “Es decir, el que está de jefe de Estado Mayor es quien está en la línea de sucesión del jefe militar, porque cuando a este se les termina su periodo se va”, manifestó Dávila, también consultado vía telefónica. Dávila considera que hasta el día de hoy el Ejército deja de ser una de las instituciones más sólidas y de mayor aceptación.
“AVILÉS HA CAÍDO EN LA TENTACIÓN”
Por su parte, Dora María Téllez, comandante guerrillera, afirma que Ortega quiere convertir al Ejército de Nicaragua en su guardia particular, como lo fue la Guardia Nacional de los Somoza. “A eso obedecen las reformas a la Constitución que establecen la posibilidad de nombrar militares en cargos que deben corresponder a civiles y los cambios en el Código Militar”, manifestó.
Para Téllez, “Ortega pretende estimular la ambición por la reelección del actual jefe del Ejército, lo que le aseguraría incondicionalidad, pues a Ortega le debería su periodo adicional. Recordemos que hasta ahora, todos los jefes del Ejército han cumplido su periodo y se han retirado a la vida civil en la fecha establecida por la ley. El General Avilés ha caído en la tentación con una gran facilidad, lo que demuestra poco temple en la defensa de la calidad profesional del Ejército y poca estima de los procesos que afectan a sus subordinados”.
Téllez también opina que alterar el escalafón militar, “significa que se ha liquidado el proceso de ascenso conforme la hoja de servicios y se abren los ascensos conforme una competencia de incondicionalidades”.
“El mensaje es bastante claro: ascenderá el que demuestre mayor servilismo. Esta medida del orteguismo, introduce factores de descomposición al Ejército y de inestabilidad entre los mandos y en toda la oficialidad”, agregó Téllez.
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