“Atiendan señores, pongan atención, del Mangue Tiyo Pegro, la conversación”, con este llamado inicia la Loga del Niño Dios, recogida en 1874 por Carl Berendt en Namotiva, nombre mangue de la región de Catarina. Se fecha su composición a inicios del siglo XVIII o finales del XVII.
De antiguo, en Nicaragua la celebración al Niño Dios despuntaba con la novena y misas de madrugada en los nueve días previos a la Navidad, continuaba con la Epifanía o Visita de los Reyes Magos, el 6 de enero y terminaba con la Presentación de Jesús en el Templo, el 2 de febrero, en la festividad de Candelaria.
El Nacimiento de Jesús siempre ha sido una fecha cumbre en la tradición religiosa, folclórica y artística de Nicaragua. Se realizaban misas en las madrugadas y rezos por la tarde, que se iniciaban con una procesión, conocida como Pases, en la que los niños animaban con pitos, caracoles y panderetas; era costumbre que los hogares que realizaban los rezos o recibían a las imágenes de José y María embarazada a lomos del burrito, brindaran con refrescos y bocadillos típicos a la concurrencia; algunas veces los niños vestidos a la usanza de pastorcitos, dos representando a María y José, desfilaban danzando al ritmo de los tradicionales Sones de Pascua, que profusamente se compusieron por músicos nacionales, dando origen a una rica veta musical nicaragüense; esta celebración aún se mantiene en algunas localidades del país.
La Navidad, además de la música, impulsó el teatro popular, ejemplos son, la ya citada Loga y especialmente las Pastorelas, de las cuales un hermoso ejemplo es el manuscrito conservado en Niquinohomo por Carlos Sotelo, que mezcla personajes de origen español con la picardía nica. Afortunadamente para nuestra cultura popular, en los últimos tiempos parece haber un renacimiento de las Pastorelas, con producciones adaptadas al momento, conocida es la Pastorela Nicaragüense, de Carlos Mejía; con otro tono, apegándose a los textos bíblicos, se representa desde 2002 en la iglesia de San Agustín en Managua, la Pastorela Musical Ya nació nuestro Redentor, con libreto de Joaquín Zepeda.
Asociada a los regalos llevados por los Magos o Sabios al Niño Dios, se desarrolló en el mundo hispánico la costumbre de regalar a los niños el Día de Reyes. Esa era la fecha de los regalos, más que el día de Navidad, aún para las décadas de 1950-1960, el 6 de enero se regalaba a los niños, quienes solían hacerlo eran las familias de escasos recursos, que recibían sus pagos al fin de mes. Las Procesiones de los Reyes, montando a caballo, despertaban la fantasía infantil. Los Nacimientos Navideños se levantan ese día, otra ocasión de fiestas.
El ciclo se cerraba con la Presentación del Niño Jesús en el Templo, el 2 de febrero. Hoy la festividad se conoce como de la Virgen de Candelaria, teniendo su origen en las Islas Canarias; según la tradición una imagen de mujer morena, con una candela en la mano izquierda y un niño cargado en su brazo derecho, simbolizando la Iluminación del Espíritu Santo, se apareció realizando milagros a un par de aborígenes “guanches”, lo que ayudó a la cristianización de las islas y a su conquista por los españoles.
En Diriomo, en el corazón de la indígena manquesa, en una de las grandes festividades patronales del país, se celebra a Candelaria, una virgen morena. El 31 de enero los devotos presentan en el templo las imágenes del Niño Jesús, las cuales se guardan en los hogares hasta la siguiente Navidad, excepto la que desfila con su madre.
“Y bos público auditorio, pasarás a dispinsá la falta que yo he comitido, en lo que he benido a gablá”.
El autor es sociólogo.
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A
