Gloria Picón Duarte
Un instructor de teatro, médicos, educadores, comerciantes, productores, abogados, administradores de empresa, psicólogos y hasta una filósofa hay entre los 91 diputados que se encargan de discutir y aprobar cada una de las normas legislativas que rigen en nuestro país.
11 de los 91 parlamentarios tienen títulos de maestrías.
10 diputados son ingenieros, en su mayoría ingenieros agrónomos.
8 de los diputados o tienen título de licenciatura en Ciencias de la Educación o se definen como maestros de educación primaria.
7 parlamentarios son administradores de empresa.
7 diputados registraron en su currículo que son comerciantes, productores, ganaderos.
6 de los diputados son médicos.
4 parlamentarios tienen título de técnico medio.
4 diputados son periodistas.
22 registran en sus currículos otras profesiones, entre ellas: instructor de teatro, enfermeras, psicólogos, contadores, politólogos, odontólogos, oficios varios y hasta estudiantes.
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Sin embargo, en la actualidad si tienen maestría o solo son técnicos es irrelevante, porque la leyes son aprobadas con el único criterio de la pareja presidencial, señala el analista político y exministro de Educación, Carlos Tünnermann.
De los 91 diputados, 11 tienen título de maestría, siete de ellos son del Frente Sandinista y cuatro de la Bancada Alianza Partido Liberal Independiente (Bapli). No obstante, Tünnermann indica que en el caso de los miembros del Frente Sandinista, los títulos no les dan independencia de criterio, porque votan siguiendo instrucciones partidarias, ejemplo de ello fue cuando Xochilt Ocampo se salió del redil y no votó ni a favor, ni en contra del otorgamiento de la concesión del gran Canal a un empresario chino, y su partido la despojó de manera ilegal de su curul.
“La preparación académica debería servirles para tener un criterio independiente y saber qué le conviene al país y qué no le conviene”, dice el analista, quien agrega que la formación académica también le es muy útil a los diputados en el trabajo que realizan en las comisiones, que es donde se terminan de pulir las iniciativas de ley.
“Ahí (comisiones) es donde se requiere el aporte de personas que saben lo que están tratando, pero a veces se distribuyen el trabajo sin tomar en cuenta la preparación académica, y vemos así que presiden algunas comisiones profesionales que no corresponden”, dice Tünnermann.
Para Tünnermann, lo más importante no son los títulos que posea un diputado, sino que sea un ciudadano que sepa, que comprenda la responsabilidad y lo que significa la confianza que ha depositado en él la población. “Tiene que comprender que es representante de la población”, dijo.
En la bancada sandinista son pocos los diputados que piden la palabra, siempre la voz la llevan dos o tres si el tema es económico, pero si es político la palabra la tiene el jefe de bancada, Edwin Castro, además él es quien da la seña para la votación, cuando uno marca lo contrario por error, el nerviosismo es colectivo hasta que se hace la corrección.
Tünnermann indica que con la reciente reforma a la Constitución quedó aún más disminuida la importancia individual y profesional del diputado, porque ahora el escaño le pertenece al partido y en “estas condiciones lo que prevalece es la lealtad política y la lealtad a la pareja presidencial”.
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