Cal y arena
Una de cal. A mi criterio el Gobierno manejó bien la crisis del terremoto y sus sucesivas réplicas, porque en estos casos es mejor pecar por exceso que por defecto. Nadie se muere porque se exagere en las precauciones, pero sí puede morir gente porque falten esas precauciones. Sin embargo, y aquí viene la de arena, este mismo Gobierno sucumbió a la tentación de aprovechar políticamente la destrucción y la amenaza. Si la intención era salir con imagen positiva, bastaba dejar que las acciones hablaran por sí solas y no estar machacando con el sambenito de “en nombre del comandante Daniel y la compañera Rosario Murillo” que solo busca instalar en la mente de los nicaragüenses que todo lo que vive y respira en este país es por la graciosa voluntad de este par de “deidades”.
El zorro y la gallina
¿Vale la pena aún que haya diálogo Iglesia-Gobierno? Creo que sí. La Iglesia no puede perder la oportunidad de cantarle la cartilla a un Gobierno que durante siete años se ha negado a oír algo distinto a su propia voz. Sin embargo, insisto: los obispos perdieron el sentido de oportunidad. Sin dejar de ser corteses debieron mostrarse valientes exhortando desde el comienzo al Gobierno (podían decir, la Asamblea Nacional, para guardar las apariencias como si aquí los diputados decidieran algo) a posponer la elección de los funcionarios con cargos vencidos hasta mientras no se oyeran otras opiniones sobre ese tema que era tan vital para el país. Pero Ortega, zorro astuto, sabía lo que venía y decidió llegar al diálogo con las plumas en la boca preguntando: ¿Ajá? ¿De cuál gallina querían hablar?
Barrabás
Ortega crucificó a Nicaragua, otra vez, antes de Semana Santa. ¿A quién quieren elegir? ¿A gente de reconocida honorabilidad y probada honestidad o a Barrabás, estos delincuentes que han destruido la institucionalidad del país y saqueado el erario? “¡Barrabás, Barrabás, Barrabás!”, corearon eufóricos los diputados siguiendo un guion escrito hace dos mil años. Y mientras Barrabás hacía sonriente la promesa de ley y Judas cobraba sus treinta denarios, Nicaragua caminaba a su calvario con la cruz a cuestas y la tierra temblaba en sordo reclamo.
Peste del olvido
Pero, ¿quién se acuerda ya de la merienda que hizo Ortega con los cargos de las instituciones? Nadie. Somos un pueblo de memoria corta. En la mañana nos apalean y por la tarde ya estamos bailando con el apaleador. El tema ahora son los temblores, y si no hubiese habido temblores habría sido el río San Juan o por último el imperialismo norteamericano. Por eso, considero una obligación escribirlo, recordar, para que no olvidemos los abusos, tal y como hicieron los habitantes de Macondo, cuando sufrieron una peste del olvido, parecida a la nuestra, que tuvieron que escribir el nombre encima de cada cosa para saber luego cómo nombrarlas.
¿Dónde está el Canal?
Ve, a propósito de olvidos ¿Y el Canal? ¿Dónde está el chino Wang Jing? ¿Cuántos de los cuarenta mil millones de dólares ha recogido? Según lo que dijeron, “a inicios de abril” estarían listos los estudios de factibilidad ambiental que determinarían la ruta que seguiría el faraónico proyecto. Ya se va a terminar abril, y yo aquí, sentado, esperando, y ni señales le veo. ¿Sabe usted algo, señora Murillo? Es que tengo la ligera sospecha que esto del Canal es un cuento parecido al de la refinería, que se viene haciendo desde hace años sin hacer nada.
Cuentas de la lechera
Antes que la gente empiece a notar que nada se va a construir por acá, “el gobierno del comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo” debería salir con otro megaproyecto. Por ejemplo, trasladar a Managua para sacarla de la zona sísmica. Podemos pensar en una ciudad nueva, levantada de la nada en Sébaco o Jinotega, como propone el ingeniero Eddy Kühl. Como esto de imaginar aguanta todo, podemos ponerle que tendrá un metro subterráneo, rascacielos, ciclovías, fastuosos parques y por supuesto, infaltables, los monumentos al comandante, que con su infinita sabiduría lo hizo todo posible. ¿Que de dónde saldrá el dinero? Fácil. Del Canal. Con la construcción del Canal nos lloverá dinero, navegaremos en plata, según estas cuentas de la lechera que nos gusta hacer cada día.
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