El fallecimiento, ayer 2 de julio de 2014, del doctor Emilio Álvarez Montalván (don Emilio, como se le llamaba habitualmente de manera familiar, cariñosa y respetuosa), ha llenado de tristeza no solo a sus familiares, que mucho lo querían y a quienes él tanto amaba, sino también a sus innumerables amigos de Nicaragua y de mas allá de las fronteras nacionales.
En el Diario LA PRENSA, de cuyo Consejo Editorial don Emilio fue miembro durante muchísimos años, su fallecimiento deja un inmenso vacío que será imposible y en todo caso muy difícil de llenar. Porque, necesario es decirlo, a pesar de que don Emilio se había jubilado en el Consejo Editorial de LA PRENSA desde hace varios años, cuando las consecuencias de una fractura ósea le dificultaron su movilización, él continuó hasta los últimos días de su vida prodigando consejos, respondiendo consultas, dando declaraciones, enviando artículos de opinión y cartas al director sobre temas puntuales, y facilitándonos oportunas sugerencias y útiles datos para la elaboración de comentarios editoriales.
La hoja de vida y servicios de don Emilio es impresionante y ejemplar. Eminente oftalmólogo graduado y posgraduado con honores en varios países extranjeros, miembro de las academias de la Lengua y de Geografía e Historia de Nicaragua, servidor público como ministro de Relaciones Exteriores, profesor universitario, militante y maestro político, escritor y periodista de opinión, etc., en todos esos campos don Emilio se desempeñó con impecable honestidad personal y luminosidad intelectual.
El 1 de agosto del año pasado, en un editorial dedicado a su cumpleaños titulado Los años de don Emilio , subrayamos que el doctor Álvarez Montalván se había ocupado con esmero no solo de la salud física de la gente, sino también “de la salud cívica y política de los ciudadanos, y la sanidad de las instituciones… de manera desinteresada, como un maestro y mentor que vive para la política y no como alguien que vive de la política”.
Don Emilio tenía la profunda convicción de que era necesario transformar la cultura política nicaragüense, para poder impulsar al país hacia la democracia, la libertad y el progreso económico y social. Y en el prólogo a la segunda edición de su emblemático libro, Cultura política nicaragüense , don Emilio precisa que “no es cualquier cultura la que propicia el desarrollo, en beneficio de los pueblos, sino la democrática. Esto es así, porque la democracia es la única que garantiza y fomenta la ciencia, producto de libertad, diversidad, derecho a disentir, a exponer, etc.” Y en su postrera entrevista a LA PRENSA, que concedió a nuestro periodista Eduardo Cruz apenas hace dos semanas y se publicó el miércoles 18 de junio recién pasado, con impresionante lucidez don Emilio advirtió por última vez a los nicaragüenses que “los dictadores, como los caciques y los caudillos, son incubados por la sociedad misma. O sea, que mientras los nicaragüenses no cambien los antivalores de su cultura política seguirán teniendo gobiernos autocráticos”.
Las huellas políticas y culturales que el doctor Emilio Álvarez Montalván ha dejado en su paso por la vida, son profundas e imborrables. Y sus enseñanzas son dignas de ser aprendidas y puestas en práctica, para crear y arraigar por fin en Nicaragua esa cultura política de libertad y democracia que él siempre estudió y predicó.
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