Ni sus peores enemigos pueden acusar al presidente estadounidense, Barack Obama, de entrar en pánico al enfrentarse a las múltiples crisis que estallan en el mundo, porque está decidido a no dejar que le impongan un ritmo que no es el suyo.
“Cuando ves la información de la tarde, tienes la impresión de que el mundo se derrumba”, declaró el presidente el viernes durante una jornada destinada a recaudar fondos para el Partido Demócrata. “El mundo siempre ha sido un desorden, pero ahora nos damos cuenta en parte a causa de las redes sociales”, dijo, señalando que el ejército estadounidense nunca ha sido tan poderoso a la hora de enfrentarse a la violencia 'yihadista' y a amenazas geopolíticas.
Lidiando con numerosas crisis internacionales, en un momento en que sus oponentes denuncian la ausencia de una reacción fuerte o de una línea directriz clara, Barack Obama se ciñe a su calendario. Su gestión metódica de la crisis, forjada por la convicción de que el poder militar estadounidense no puede, por sí mismo, responder a las violentas crisis que secundan el mundo, le ha permitido sortear seis años difíciles en la Casa Blanca.
Entre los radicales de Estado Islámico (EI), que quieren instaurar un 'califato' en Irak y Siria, y el espectro del presidente ruso, Vladimir Putin, que planea sobre la crisis en Ucrania, Obama permanece sereno, ajeno a los comentarios hostiles y los ataques políticos contra su gobierno.
Una declaración franca sobre Siria lo puso nuevamente en apuros sobre un asunto de política extranjera, desatando especulaciones sobre su viaje a Europa la próxima semana. “No tenemos estrategia todavía”, declaró Obama a la prensa el jueves, tratando de calmar la atmósfera guerrera que reina en Washington, donde se esperaba el anuncio de inminentes ataques contra el EI en Siria, como sucedió el 8 de agosto en Irak. Fueron unas pocas palabras que desencadenaron una tormenta. El equipo presidencial acudió en su rescate para explicar que Obama hablaba únicamente del plan operacional para la ofensiva militar en Siria, no la batalla en general contra los 'yihadistas'.
“El ciudadano de a pie comparte su posición”
Si bien enfurece a sus detractores, la forma de actuar de Obama es un reflejo de su personalidad, de su experiencia tras la guerra en Irak y de una mirada con ángulo cada vez más histórico a medida que llega el fin de su mandato.
Pero al sopesar todas las opciones y matices, ¿no se ve afectada su voluntad de decidir acciones decisivas? Sus partidarios responden con un nombre: Osama bin Laden, recordando la planeada y audaz incursión en Paquistán en el que murió el jefe de Al Qaeda. Al mismo tiempo, la Casa Blanca defiende la idea según la cual un principio director de una política extranjera debe tratar de no hacer cosas “estúpidas”.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, explicó que el presidente estadounidense simplemente rechazó lanzar un ataque a toda prisa para apaciguar a aquellos que claman venganza tras la reciente ejecución del periodista estadounidense James Foley, a manos del EI. “El ciudadano americano ordinario comparte mucho la posición presidencial, en su actitud prudente”, dice Rian Katulis, del centro para el Progreso Americano, cercano a la administración de Obama. Según él, las críticas surgen sobre todo “de comentaristas, de la élite en materia de política extranjera y los medios”.
Sus críticos, sin embargo, consideran que ve el mundo como quiere que sea, no como realmente es. Sondeos difundidos la semana pasada parecen darles la razón. Sólo el 36% de las personas interrogadas en una encuesta realizada por Pew Research y USA Today estimaron que Obama es fuerte en la escena internacional, cuando la política extranjera fue en otro tiempo uno de sus puntos fuertes.
