Hoy 01 de octubre celebramos el Día Internacional de las Personas Adultas Mayores, ocupando de esta manera un lugar importante y visible en nuestra sociedad. Muchos países del globo acordaron dedicar este día a este grupo de población para ser visibilizados en la sociedad. La población nicaragüense, al igual que otros países de América Latina, ha comenzado a envejecer. Según la CEPAL, nuestro país está en una etapa de envejecimiento incipiente, el censo de 2005 demostró que el 6.2 por ciento de la población total tenían sesenta años y más. Por lo tanto, no solo somos un país de jóvenes, sino también de mayores y esto nos plantea algunas reflexiones, especialmente relacionados con sus derechos, el estado de salud y bienestar social y la respuesta a sus múltiples necesidades socio-sanitarias.
Desde la realización de las Asambleas Mundiales sobre Envejecimiento (Viena 1982 y Madrid 2002) y las siguientes reuniones internacionales celebradas en todos los continentes del mundo y, particularmente en América Latina (Santiago 2003, Brasilia 2007, San José 2012), se han venido promoviendo grandes temas y prioridades que los Estados deben incluir en sus políticas para promover una vejez digna y satisfactoria, a saber: el aporte recíproco entre el desarrollo social y las personas mayores, la salud, el bienestar y el desarrollo de entornos propicios y favorables. Sin embargo, ninguno de estos pilares sería posible sin el eje fundamental cimentado en la defensa y promoción de los derechos de las personas de edad.
Las personas adultas mayores son y deben ser consideradas sujetos de derecho y no objetos de derecho, ellos son quienes, en todo momento, deben movilizarse y organizarse para hacerse escuchar ante una sociedad a veces indiferente ante las necesidades primordiales y más elementales como sujetos reales de derecho, especialmente aquellas relacionadas con el respeto a su dignidad, la participación social, la recreación, la obtención de servicios sociales y de salud adecuados para mejorar su estado de salud y bienestar; a recibir educación sin importar la edad, a promover la autonomía (física, mental y financiera) y a tomar decisiones relacionadas con su cuidado, la delegación de su patrimonio, el uso de servicios de larga estadía, el uso del ocio y tiempo libre; el acceso a la seguridad social, la justicia, la vivienda y el empleo.
Los estados miembros de las Naciones Unidas han confirmado, recientemente en el Segundo Foro Internacional sobre los Derechos de las Personas Mayores realizado en junio pasado en la ciudad de México, que el enfoque de derechos en el diseño de políticas, planes y programas para mayores es viable y deseable y que es necesario atender la desigualdad, la pobreza y la discriminación hacia las persona mayores. Esta última —la discriminación— es de actualidad y adquiere gran relevancia cuando en nuestras mentes asociamos a la vejez como algo decadente, inútil o perdido, generando estigmas y estereotipos, relegando y olvidando así a las múltiples necesidades humanas, físicas y espirituales de nuestros mayores y con la funesta consecuencia social del olvido, quedando, en ocasiones, totalmente fuera de la convivencia y logros familiares y del progreso y desarrollo de la sociedad.
Los nicaragüenses tenemos razones suficientes para visibilizar a nuestros mayores y prepararnos individual y colectivamente hacia el camino que nos llevará hacia una vejez digna y natural, pues la única manera de no llegar a ser mayor, es, morirse antes. Saludos y bendiciones a nuestros adultos mayores hoy en su día.
El autor es médico Gerontólogo
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A