Edgard Delgadillo Peña
Han pasado los primeros nueve meses de Gobierno, y el pacto como mal parto se interpone entre todo lo limpio claro y bueno que le pueda beneficiar a este empobrecido pueblo; aparecen los nefastos personajes, llámense como se llamen, haciendo arreglos y componendas por debajo de la mesa (CSE), y de la noche a la mañana como por arte de magia, gracias a ese pacto, aparecen actas que no estaban y el que ayer estaba señalado con presunción penal, hoy por obra y gracia del pacto es casi un héroe nacional.
Creo que si estuvieran vivos José Dolores Estrada y Rigoberto Cabezas, ya se habrían tomado la “pastilla del amor” al ver tanta “chanchada” que se comete en nombre de la reconciliación, la paz y la armonía pero jamás pensando en este desgraciado pueblo que dio su voto.
Nos han querido hacer creer que si las cosas no se arreglan pactando habrá un baño de sangre, palabrita ya trillada que usan los nefastos personajes para salirse con la suya, pues es sabido que un pueblo donde no impera la ley y la justicia es un pueblo condenado al infierno.
Dijo el sabio pensador Platón: “donde quiera que la ley es la que manda y los magistrados son los que obedecen, allí se ven prosperar las ciudades y abundan todos los bienes que pueden conceder los dioses; en vez de donde el magistrado manda y la ley calla y obedece, no puede esperar sino ruina y desolación”.