Es probable que el maestro Róger Pérez de la Rocha no sepa qué día es hoy, ni en qué año está. Su mundo es la pintura; el estudio donde se desnuda el alma y retrata la realidad que lo rodea. Considerado uno de los más grandes y controversiales pintores nicaragüenses, ya escribió su nombre en la historia de nuestro país. Ahora su preocupación apunta a las nuevas generaciones de artistas; pero no niega que “su juventud montó potro sin freno”.
:::¿Qué es ser artista?
Es una forma de decir existo.
:::¿Y el arte?
Mi razón de ser. No me concibo sin pintar.
:::¿Cuál es el secreto del éxito?
La disciplina. Se necesita el talento; pero al menos un 80 por ciento es disciplina. Es el secreto de todos los grandes.
:::¿Y lo que no se debe hacer?
Lo terrible es caer en una pintura totalmente decorativa. Terminar pintando una sandía. O dos naranjas. Hay que cuidarse de eso.
:::¿Cómo ve a la nueva generación?
Hay mucho talento, mucha madera. ¡Pero hay tantos vigores dispersos! Los artistas están disgregados. Esa fuerza de la poesía nicaragüense… no la siento.
:::¿Qué tal fue usted en su juventud?
Mi juventud montó potro sin freno, como dice Rubén Darío.
:::¿Se arrepiente de ese período de euforia?
No. Ese fue el papel que me tocó jugar.
:::¿Matrimonios?
Varios (´ríe).
:::¿Cuántos?
Más de tres.
:::¿Cómo le fue?
Tuve esposas estupendas que me ayudaron a crecer. El amor es un motor.
:::¿El artista necesita estar enamorado?
¡Claro! Sobre todo necesita amar la vida. Está la realidad misma, que se impone. ¡Hay tanto que decir!
:::¿Está superado el alcoholismo?
Llevo 12 años sin ingerir una gota de licor.
:::¿Pinta mejor sobrio?
El guaro es engañoso. Te entona. Te eleva. Se me hizo una muleta para trabajar y se volvió asunto de intoxicación. Cuidado con eso. La bohemia y las drogas son enemigos de la creación.
:::¿Y ahora cómo trabaja?
Estamos totalmente diseñados para hacer la locura que queramos en sobriedad. Los artistas somos locos por naturaleza y ¡el papel es libre!
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