EFE/AFP
La presión a Irán por su programa nuclear sigue escalando y muestra de ello es la firma del presidente Barack Obama a una orden ejecutiva que congela todos los activos y propiedades del Gobierno iraní y de las instituciones financieras de este país en Estados Unidos, incluidos los del Banco Central, informó ayer la Casa Blanca.
El cierre de la embajada se produce después de que la violencia causó 37 muertos ayer en Siria, dos días después de que Rusia y China vetaran en el Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución que condenaba la represión por parte del régimen de Bashar al Asad.
Por su parte la portavoz del departamento de Estado, Victoria Nuland, expresó su esperanza ayer de que el ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, interceda por un cambio de actitud de Damasco, cuando se entreviste con Asad hoy.
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Obama justificó estas sanciones “a la luz de las prácticas fraudulentas del Banco Central de Irán y de otros bancos para ocultar sus transacciones” con otras entidades sancionadas, explicó el presidente en una carta enviada al Congreso. Obama subrayó las “deficiencias contra el lavado de dinero” y el “riesgo permanente e inaceptable que representan para el sistema financiero internacional las actividades de Irán”.
Esta medida se suma a la tomada en noviembre del año pasado, cuando el Tesoro de EE.UU. declaró el territorio de Irán “jurisdicción de preocupación prioritaria por lavado de dinero”. Por su parte, la Unión Europea (UE) llegó en enero a un acuerdo para imponer un embargo a las importaciones de crudo desde Irán, que prohíbe inmediatamente todo nuevo contrato y da hasta el 1 de julio para poner fin a los ya existentes.
NERVIOSISMO
El programa nuclear de Irán provoca nerviosismo y controversias en EE.UU., donde el gobierno admite no conocer todos los detalles sobre ese tema, mientras Israel evoca una posible operación militar contra Teherán en pleno año electoral en el país norteamericano.
En la cadena NBC, el presidente afirmó el domingo que su país tenía un “buen conocimiento” del estado del programa nuclear iraní y que se está preparando desde hace tiempo para una eventual operación militar si fuera necesaria.
Las especulaciones sobre un posible ataque se multiplicaron después de que un especialista israelí de inteligencia, Ronen Bergman, afirmara hace una semana en The New York Times que semejante ataque tendría lugar este año.
El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, también habló de una operación contra Irán, aunque no precisó una fecha. “Quien diga ‘más tarde’ podría descubrir que ‘más tarde’ es demasiado tarde“, afirmó.
Algunos observadores piensan que Israel simplemente alardea con el uso de la fuerza, y pese a que no tiene decidido actuar, podría utilizar sus amenazantes declaraciones para ejercer más presión sobre Teherán, estiman esos expertos.
Obama tiene motivos para temer una crisis abierta entre Israel e Irán ya que se vería sumergido en un enésimo conflicto en Medio Oriente, lo que no sería de ayuda para su campaña electoral.
Esa es tal vez la clave de que los israelíes estén alzando la voz, asegura Daniel Levy, del grupo de reflexión New America Foundation, para quien las autoridades israelíes “saben que cualquiera que esté (en la Casa Blanca) el año próximo se encontrará en mejor posición para obligar (a Irán) respetar” sus obligaciones.
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