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Tregua no es por Gobierno

Dionisio Arístides Umanzor, conocido como “El Sirra”, y representante de la Mara Salvatrucha (MS13), una de las más temibles que acechan a Centroamérica, admitió ayer en una prisión que existe una tregua por la que los homicidios han decrecido en El Salvador, pero negó que sea producto de una negociación con el Gobierno.

SAN SALVADOR/AP  

Dionisio Arístides Umanzor, conocido como “El Sirra”, y representante de la Mara Salvatrucha (MS13), una de las más temibles que acechan a Centroamérica, admitió ayer en una prisión que existe una tregua por la que los homicidios han decrecido en El Salvador, pero negó que sea producto de una negociación con el Gobierno.

“Aquí en nombre de toda mi pandilla, la MS13, quiero pedirle perdón a la sociedad y que nos den una oportunidad de poder cambiar”, afirmó Umanzor.

Los líderes de la Mara Salvatruchas participaron en una misa presidida por el nuncio apostólico Luigi Pezzuto y el obispo castrense y policial, monseñor Fabio Colindres, en la explanada de la cárcel de Ciudad Barrios, donde casi 3,000 pandilleros cumplen condenas por diversos crímenes.

En su participación en la misa, “El Sirra” afirmó que “nunca nadie nos ha querido escuchar, los políticos muchas veces jugaron con nosotros, dijeron querer arreglar esto y lo otro, pero siempre fue para lucrarse. Ahora hemos logrado esto (la tregua) gracias a la Iglesia por el llamado de Dios que iluminó a monseñor Colindres”.

Umanzor se mostró contrariado porque con la tregua el Gobierno no ha cesado la persecución de pandilleros, y señaló que “estamos dispuestos a cambiar, si nos ayudan”. Días atrás, el diario electrónico salvadoreño El Faro atribuyó la baja en el índice de crímenes a un acuerdo entre los líderes pandilleros y las autoridades, que habría consistido en conceder ciertos privilegios a los detenidos, a cambio de que ordenaran mermar los homicidios. El Gobierno negó cualquier arreglo, aunque no explica sus razones para ordenar el traslado de unos 30 peligrosos pandilleros de Zacatraz, la cárcel de máxima seguridad, a cárceles donde ahora conviven con los miembros de las pandillas.Según las estadísticas oficiales, hasta el día que inició el traslado de los líderes pandilleros, cada semana morían asesinadas un promedio de 95 personas y en las dos semanas posteriores se reportan 38 y 41 muertes violentas. En El Salvador, las pandillas establecidas en populosos barrios del país están conformadas por unos 20,000 jóvenes y adolescentes. Alrededor de 9,300 están presos, según cifras policiales.

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